Una
Resolución del Consejo de Derechos Humanos emitida el 25 de junio pasado
reconoce que la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad, cuya
responsabilidad primaria es nutrir y proteger a los niños a quienes brinda un
ambiente y una atmósfera idónea de felicidad, amor y entendimiento que les
permite un desarrollo completo y armonioso de su personalidad. Señala que la
sociedad y el estado de cualquier país tienen el deber y el derecho de
protegerla. Un dato curioso es que la resolución fue aprobada por 26 votos
contra 14 y se suma seis abstenciones, entre ellas la de Perú.
¿Por qué Perú se abstuvo de votar a favor de
la resolución? La resolución fue redactada en base a documentos suscritos por
el estado peruano tales como la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración
Universal de Derechos Humanos y la Declaración, entre otros documentos a cuyos
límites se adscribió en Perú. Entonces ¿Cuál fue la razón de fondo?
Es
curioso, al revisar los antecedentes y la coyuntura hasta el momento de la
aprobación de la resolución de la ONU, en nuestro país, se discutían dos temas
relacionados con la estabilidad de la familia: el matrimonio entre homosexuales
y el aborto terapéutico. En ambos casos se conocieron las posturas de los
agentes políticos del gobierno y de la oposición política. Pero hubo, también,
espacio para la expresión de la opinión de otras instituciones y personalidades
que públicamente se definieron a favor o en contra. El debate se cerró
abruptamente debido a la violencia expresada y la incomodidad que su discusión
provocó en la clase política. Dígase de paso, fue un debatillo cargado de
muchas emociones y poco conocimiento, de muchas marchas y pocos foros
académicos, de mucho interés mediático y poco compromiso moral. La posición del
estado no se dio a conocer oficialmente y su presencia resultó débil y ambigua.
No se le vio asumiendo el rol que le da el derecho internacional como entidad protectora
de la familia. Se notó, por el contrario, un deseo (acaso una política) de
apoyar la posición abortista y el matrimonio homosexual; dígase de paso, la más
altisonante, “victimizada”, colorida, intolerante de las posiciones.
Ya la
resolución, al hacer la definición de familia, indicó tácitamente la
inexistencia de varios tipos de familia y dio como característica de su origen
la unión natural, vale decir, respaldó el origen de la familia en la unión entre
un hombre y una mujer. Esto significó un duro golpe a quienes pretenden
inventar matrimonios y familias a partir de la unión entre personas del mismo
género.
Un
comentario personal. Es bueno que Perú sea uno de los últimos países en que se
viene realizando el debate de mediadas “antifamilia” y “antivida”, pues hemos
podido ver lo que ocurrió en otros dondeen se desarrollaron medidas y políticas
en favor de aborto y el matrimonio gay. La Corte Suprema de EEUU viene
suprimiendo temporalmente, para ser estudiadas, las normas que permiten
matrimonios gay en varios estados de la “gran nación americana” debido a sus
negativas e inesperadas consecuencias. Las uniones libres y su consecuente
falta de compromiso hacen, a las “modernas” sociedades europeas, añorar los
valores familiares. En Perú, más del 70% de personas están en contra de ambas
medidas. La minoría es más bulliciosa, pero es minoría. Reclamo, desde esta
tribuna, se dé a conocer la posición del gobierno peruano respecto de ambos temas
y que dicha posición sea representativa de la voluntad de la inmensa mayoría de
peruanos.
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