Por mucho años creí que la unidad de la iglesia se lograría sólo en el cielo; pero he llegado a comprender que el Señor quiere que la unidad de sus hijos sea visible: “... así en la tierra como en el cielo”.
Cuando la Biblia se refiere a la Iglesia lo hace como a un cuerpo cuya meta es ser sal y luz en medio del mundo. La Iglesia no es un cuerpo monstruoso de muchas cabezas, es un solo cuerpo cuya única cabeza es Cristo. Solamente cuando la iglesia funcione como un cuerpo podrá lograr su meta y cumplir con su responsabilidad. No es suficiente la unidad mística, es imprescindible la armonía visible.
La Iglesia Católica tiene clara su responsabilidad sobre este tema a la luz del Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio y la Encíclica Ut Unum Sint, que definen este proceso como uno de sus propósitos principales para el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos.
RELACIONES
La Iglesia es un cuerpo, Cristo es la cabeza y nosotros somos sus miembros. Sin embargo, saberlo es distinto a poseerlo. Me alegro de que mi cuerpo físico no se encuentre dividido. Mi boca no habla contra mis oídos y mis extremidades escuchan a mi cerebro.
Las distintas reuniones de creyentes no significan un cuerpo. Mi cuerpo necesita que sus partes estén en relación continua. Ser un cuerpo significa estar relacionados de manera adecuada. Existe una gran diferencia entre un montón de piedras y un edificio. La Iglesia desunida es un conjunto de brazos y piernas. Solo la conexión con la cabeza y los demás miembros nos constituye en un cuerpo. Es oportuno recordar las palabras del Cardenal Lluis Martínez, Arzobispo de Barcelona (España - 2007): “Todos los cristianos hemos de trabajar para conseguir la plena comunión que Dios nos pide”.
El Cardenal Walter Kasper, Secretario del Pontificio Consejo para la unidad de los cristianos, añade:" Hoy ya no hablamos tanto de ·Cristianos separados· o de "Hermanos y hermanas separados" sino de "Otros cristianos" y de "Otros bautizados"... los cristianos de las diversas iglesias ycomunidades eclesiales ya no se ven hoy en día como adversarios; ya no se ponen los unos enfrente a los otros con actitudes de antagonismo, de competencia o de indiferencia, sino que se consideran mutuamente como hermanos y hermanas que han emprendido juntos el camino hacia la unidad plena"
FUNDAMENTOS DE LA UNIDAD
Muchos cristianos católicos creemos que tenemos unidad por compartir las mismas ideas sobre la organización de la iglesia o la liturgia o porque estamos de acuerdo con la doctrina. Pero si TODO lo que nos une es la Doctrina no podremos acercarnos a cristianos que piensen de manera diferente de la nuestra. El fundamento de unidad insustituible lo encontraremos en Jesucristo, al reconocer la voluntad de Dios a través de su palabra.
Cuando comenzamos a relacionarnos como miembros de un cuerpo, hay ciertos principios que entran en juego:
1.- Aceptar la autoridad de Cristo.
Entrar en una relación de cuerpo requiere la existencia de una cabeza visible. Es una cuestión de autoridad. Si uno va a incursionar en alguna área, se dirige al principal responsable. No sólo es importante que todos estén relacionados adecuadamente con Cristo sino que resulta esencial que los miembros del cuerpo se relacionen adecuadamente a las autoridades humanas.
Las autoridades humanas son establecidas por Dios y su propósito es bendecir. Su primera responsabilidad es HACER la voluntad de Dios por encima de sus propios planes. El Ecumenismo es parte de la voluntad de Dios.El Cardenal Kasper nos dice: "En la base de los diálogos ecuménicos hay la común confesión de la fe en la Santísima Trinidad y en Jesucristo, único y universal Salvador y Redentor, y el reconocimiento mutuo del único bautismo a través del cual todos los bautizados entran a formar parte del único cuerpo de Cristo y se encuentran, por lo tanto, desde ahora, en una comunión real y profunda, aunque no completa".
2.- Reconciliación para la unidad.
Para permanecer en unidad hay que caminar en la luz. "Si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1.7). Si corto un miembro de mi cuerpo o pongo un torniquete en mi brazo, la sangre deja de circular, las impurezas obstruyen el paso y no puede fluir la vida. Lo mismo ocurre con la sangre de Cristo.
Yo he sido educado como católico, y muchos católicos que conozco y que no están de acuerdo con la confesión directa a Dios que practican los protestantes y su apreciación sobre la veneración a las imágenes, tardan demasiado o simplemente no aprovechan el Don precioso de la Penitencia y hacen de las imágenes de su hogar simples adornos casi siempre ignorados.
Mientras estemos divididos no veremos la gracia de Dios obrar perfectamente entre nosotros. Si creemos lo que Dios dice, deberíamos practicar aquello de que: "Si traes tu ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano…" (Mt. 5.23). Necesitamos tomar el perdón seriamente, si no nos estamos engañando a nosotros mismos. Debemos motivar el Ecumenismo que propicia la reconciliación de la mejor manera que podamos.
El Cardenal Kasper dice: “La reconciliación reconoce al otro en su alteridad. La unidad en la caridad no se logra cuando la identidad del otro es anulada y absorbida, sino al contrario, cuando ésta llega a ser confirmada y plena"
3.- Humildad para dar fruto.
Se requiere un corazón humilde para lograr la armonía y el éxito en el camino largo y trabajoso del Ecumenismo. Sería hermoso si aprendiéramos a respetarnos y honrarnos unos a otros. Esto es difícil de practicar, Las divisiones y contiendas están directamente relacionadas al orgullo. Un cuerpo que funciona es aquél en que cada miembro sirve al cuerpo y no sólo a sí mismo.
Cuando Jesús escogió a sus discípulos, los formó desde abajo. El Ecumenismo, la Unidad del Cuerpo místico de Cristo no es solo desde arriba. Implica esfuerzo, sacrificio, entrega y deseos de hacerlo también desde abajo. Jesús envió a Pedro a recoger el dinero por los peces; encargó a sus discípulos que buscaran un asno y alistaran la habitación para la cena. Ellos sirvieron y obedecieron. Hoy nos pide preservar la Unidad de su cuerpo ¿Cuál será nuestra respuesta?
Lo que alguien recibe lo debe transmitir. "A quien mucho le es dado, mucho se le pedirá". En Juan 15, Jesús dice: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos". "Toda rama debe llevar fruto o será cortada". El cristiano que siembre Unidad tendrá que producir unidad en su momento; entonces dirá: "Señor, aquí esta lo que me diste, y aquí lo que hice con ello".
5.- Responsabilidad
¿Qué sucedería con los matrimonios si los abuelos criaran a sus hijos? La idea es que los padres eduquen a sus hijos para que ellos a su vez maduren y puedan educar a los suyos a su debido tiempo.
Algunos cristianos han llegado a los 40 años de edad y nunca han sido capaces de asumir alguna responsabilidad con respecto de temas, para muchos, incómodos como el de la unidad de la Iglesia que llamamos Ecumenismo. Una de las prioridades que deben tener los sacerdotes y los cristianos concientes de esta necesidad es preparar a los fieles para asumir su responsabilidad.
Un cuerpo productivo y maduro no es un accidente. Es el resultado de seguir cuidadosamente las instrucciones de Dios. Al observar la voluntad de Cristo, los miembros del cuerpo se relacionarán adecuadamente. Un cuerpo en funcionamiento podrá después dedicarse a hacer Su Voluntad en la tierra así como en el cielo para que la gente vea que somos uno como el Padre y el Hijo lo son. "El Ecumenismo y la unidad son un acontecimiento espiritual. Allí donde se logra un consenso ecuménico, este consenso esta experimentado como un don espiritual y como una nueva Pentecostés. De esta nueva Pentecostés habló el Papa Juan XXIII abriendo el Concilio Vaticano II con una clara perspectiva ecuménica. Estoy convencido de que si nosotros rogamos como María y los Apóstoles en el Cenáculo y si nos empeñamos en hacer todo cuanto nos sea posible, recibiremos un día este don".
Cuando la Biblia se refiere a la Iglesia lo hace como a un cuerpo cuya meta es ser sal y luz en medio del mundo. La Iglesia no es un cuerpo monstruoso de muchas cabezas, es un solo cuerpo cuya única cabeza es Cristo. Solamente cuando la iglesia funcione como un cuerpo podrá lograr su meta y cumplir con su responsabilidad. No es suficiente la unidad mística, es imprescindible la armonía visible.
La Iglesia Católica tiene clara su responsabilidad sobre este tema a la luz del Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio y la Encíclica Ut Unum Sint, que definen este proceso como uno de sus propósitos principales para el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos.
RELACIONES
La Iglesia es un cuerpo, Cristo es la cabeza y nosotros somos sus miembros. Sin embargo, saberlo es distinto a poseerlo. Me alegro de que mi cuerpo físico no se encuentre dividido. Mi boca no habla contra mis oídos y mis extremidades escuchan a mi cerebro.
Las distintas reuniones de creyentes no significan un cuerpo. Mi cuerpo necesita que sus partes estén en relación continua. Ser un cuerpo significa estar relacionados de manera adecuada. Existe una gran diferencia entre un montón de piedras y un edificio. La Iglesia desunida es un conjunto de brazos y piernas. Solo la conexión con la cabeza y los demás miembros nos constituye en un cuerpo. Es oportuno recordar las palabras del Cardenal Lluis Martínez, Arzobispo de Barcelona (España - 2007): “Todos los cristianos hemos de trabajar para conseguir la plena comunión que Dios nos pide”.
El Cardenal Walter Kasper, Secretario del Pontificio Consejo para la unidad de los cristianos, añade:" Hoy ya no hablamos tanto de ·Cristianos separados· o de "Hermanos y hermanas separados" sino de "Otros cristianos" y de "Otros bautizados"... los cristianos de las diversas iglesias ycomunidades eclesiales ya no se ven hoy en día como adversarios; ya no se ponen los unos enfrente a los otros con actitudes de antagonismo, de competencia o de indiferencia, sino que se consideran mutuamente como hermanos y hermanas que han emprendido juntos el camino hacia la unidad plena"
FUNDAMENTOS DE LA UNIDAD
Muchos cristianos católicos creemos que tenemos unidad por compartir las mismas ideas sobre la organización de la iglesia o la liturgia o porque estamos de acuerdo con la doctrina. Pero si TODO lo que nos une es la Doctrina no podremos acercarnos a cristianos que piensen de manera diferente de la nuestra. El fundamento de unidad insustituible lo encontraremos en Jesucristo, al reconocer la voluntad de Dios a través de su palabra.
Cuando comenzamos a relacionarnos como miembros de un cuerpo, hay ciertos principios que entran en juego:
1.- Aceptar la autoridad de Cristo.
Entrar en una relación de cuerpo requiere la existencia de una cabeza visible. Es una cuestión de autoridad. Si uno va a incursionar en alguna área, se dirige al principal responsable. No sólo es importante que todos estén relacionados adecuadamente con Cristo sino que resulta esencial que los miembros del cuerpo se relacionen adecuadamente a las autoridades humanas.
Las autoridades humanas son establecidas por Dios y su propósito es bendecir. Su primera responsabilidad es HACER la voluntad de Dios por encima de sus propios planes. El Ecumenismo es parte de la voluntad de Dios.El Cardenal Kasper nos dice: "En la base de los diálogos ecuménicos hay la común confesión de la fe en la Santísima Trinidad y en Jesucristo, único y universal Salvador y Redentor, y el reconocimiento mutuo del único bautismo a través del cual todos los bautizados entran a formar parte del único cuerpo de Cristo y se encuentran, por lo tanto, desde ahora, en una comunión real y profunda, aunque no completa".
2.- Reconciliación para la unidad.
Para permanecer en unidad hay que caminar en la luz. "Si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1.7). Si corto un miembro de mi cuerpo o pongo un torniquete en mi brazo, la sangre deja de circular, las impurezas obstruyen el paso y no puede fluir la vida. Lo mismo ocurre con la sangre de Cristo.
Yo he sido educado como católico, y muchos católicos que conozco y que no están de acuerdo con la confesión directa a Dios que practican los protestantes y su apreciación sobre la veneración a las imágenes, tardan demasiado o simplemente no aprovechan el Don precioso de la Penitencia y hacen de las imágenes de su hogar simples adornos casi siempre ignorados.
Mientras estemos divididos no veremos la gracia de Dios obrar perfectamente entre nosotros. Si creemos lo que Dios dice, deberíamos practicar aquello de que: "Si traes tu ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano…" (Mt. 5.23). Necesitamos tomar el perdón seriamente, si no nos estamos engañando a nosotros mismos. Debemos motivar el Ecumenismo que propicia la reconciliación de la mejor manera que podamos.
El Cardenal Kasper dice: “La reconciliación reconoce al otro en su alteridad. La unidad en la caridad no se logra cuando la identidad del otro es anulada y absorbida, sino al contrario, cuando ésta llega a ser confirmada y plena"
3.- Humildad para dar fruto.
Se requiere un corazón humilde para lograr la armonía y el éxito en el camino largo y trabajoso del Ecumenismo. Sería hermoso si aprendiéramos a respetarnos y honrarnos unos a otros. Esto es difícil de practicar, Las divisiones y contiendas están directamente relacionadas al orgullo. Un cuerpo que funciona es aquél en que cada miembro sirve al cuerpo y no sólo a sí mismo.
Cuando Jesús escogió a sus discípulos, los formó desde abajo. El Ecumenismo, la Unidad del Cuerpo místico de Cristo no es solo desde arriba. Implica esfuerzo, sacrificio, entrega y deseos de hacerlo también desde abajo. Jesús envió a Pedro a recoger el dinero por los peces; encargó a sus discípulos que buscaran un asno y alistaran la habitación para la cena. Ellos sirvieron y obedecieron. Hoy nos pide preservar la Unidad de su cuerpo ¿Cuál será nuestra respuesta?
Lo que alguien recibe lo debe transmitir. "A quien mucho le es dado, mucho se le pedirá". En Juan 15, Jesús dice: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos". "Toda rama debe llevar fruto o será cortada". El cristiano que siembre Unidad tendrá que producir unidad en su momento; entonces dirá: "Señor, aquí esta lo que me diste, y aquí lo que hice con ello".
5.- Responsabilidad
¿Qué sucedería con los matrimonios si los abuelos criaran a sus hijos? La idea es que los padres eduquen a sus hijos para que ellos a su vez maduren y puedan educar a los suyos a su debido tiempo.
Algunos cristianos han llegado a los 40 años de edad y nunca han sido capaces de asumir alguna responsabilidad con respecto de temas, para muchos, incómodos como el de la unidad de la Iglesia que llamamos Ecumenismo. Una de las prioridades que deben tener los sacerdotes y los cristianos concientes de esta necesidad es preparar a los fieles para asumir su responsabilidad.
Un cuerpo productivo y maduro no es un accidente. Es el resultado de seguir cuidadosamente las instrucciones de Dios. Al observar la voluntad de Cristo, los miembros del cuerpo se relacionarán adecuadamente. Un cuerpo en funcionamiento podrá después dedicarse a hacer Su Voluntad en la tierra así como en el cielo para que la gente vea que somos uno como el Padre y el Hijo lo son. "El Ecumenismo y la unidad son un acontecimiento espiritual. Allí donde se logra un consenso ecuménico, este consenso esta experimentado como un don espiritual y como una nueva Pentecostés. De esta nueva Pentecostés habló el Papa Juan XXIII abriendo el Concilio Vaticano II con una clara perspectiva ecuménica. Estoy convencido de que si nosotros rogamos como María y los Apóstoles en el Cenáculo y si nos empeñamos en hacer todo cuanto nos sea posible, recibiremos un día este don".