Noticia en bisemanario CRÍTICA de Chiclayo
del 10 de octubre de 1930
Concluido el gobierno de la “Patria Nueva” (1919 –
1930) y derrocado Augusto B. Leguía por el golpe de estado encabezado en
Arequipa por Luis M. Sánchez Cerro, se inicia un movimiento de persecución fascista
en todo el Perú. Parte de la oligarquía peruana, los antiguos enemigos de
Leguía y, entre ellos, muchos de los perseguidos miembros de los recientemente
creados partidos políticos de masas (Partido Aprista Peruano y Partido
Socialista) se unieron a dicha campaña. Sus ideas de corte nacionalista, propusieron
en síntesis las siguientes medidas: la nacionalización de la enseñanza, la
nacionalización del clero, la organización obrera, la extensión cultural, el
deportivismo, la separación de la Iglesia y el estado, la ley del divorcio, el
periodismo independiente e insubvencionable, la socialización de la tierra y el
imperio de la moral. En Chiclayo y el departamento de Lambayeque, las manifestaciones
fascistas más notorias fueron la “Campaña anti – Weiss” (emprendida contra el
educador alemán Karl Weiss por su nacionalidad, carácter y estilo de liderazgo)
y la “Campaña contra la invasión asiática” sobre la cual desarrollaremos los
párrafos siguientes.
Se consideró, según el bisemanario “Crítica” de
Chiclayo del 10 de octubre de 1930, a la inmigración asiática (china y japonesa)
como “el cáncer amarillo”, considerándola un flagelo (principalmente chino) y
fundamentando la campaña, además, como una medida preventiva contra el
imperialismo japonés “que tiene acogotados a los más amplios sectores del
comercio minorista”. El mismo medio refiere a un comunicado emitido por un
chiclayano anónimo, pero firmado por el “Comité purificador y sanador del país”.
El medio de prensa salvaguarda el nombre del autor, aunque manifiesta que “nos
hubiera satisfecho muchísimo más si su autor, que nosotros conocemos, la
hubiese firmado con su propio nombre en lugar de estampar la impersonal y ancha
y vaga frase de Comité Purificador y Sanador del País”.
El texto de dicho comité, dirigido al presidente de la república, intenta justificar una persecución contra los ciudadanos asiáticos afincados en el Perú. El documento, es también una invocación a los peruanos a interiorizar y asumir como suya esta campaña, con el lema de “El Perú para los peruanos” y con un llamado e invocación general: “Hagamos de nuestro suelo un lugar de hombres fuertes. Peruanos, cooperar de esta manera a levantar nuestra querida patria, tantos años caída ¡A la obra!”.
Los principales argumentos, que transcribo guardando estrictamente su literalidad, son una muestra del nacionalismo exacerbado que las ideas políticas de aquel tiempo inspiraron en gran parte de la población:
El primer párrafo es un recordatorio de la antigüedad migratoria
de los asiáticos en nuestro país. Sin embargo, obvia mencionar la indigna contrata
que redujo a chinos y japoneses a una condición de semiesclavitud y el
sufrimiento y esfuerzo diario de dichos ciudadanos por mejorar de manera
creativa su calidad de vida. “Hace muchos años que nuestra querida patria se
haya invadida por una numerosa colonia de chinos y japoneses. Hace mucho tiempo
que dentro de nosotros se encuentra, con la venia de los regímenes anteriores,
numerosos de estos individuos que llegan a nuestro terruño, pobres sin más
miras que explotar a la clase menesterosa”.
Acusan a los ciudadanos asiáticos, a continuación, de
corromper “a nuestras niñas”. No dicen de que manera, no refieren un caso en
particular. Para la elaboración del presente artículo, he revisado en medios de
prensa de la época y no he podido encontrar información alguna que denuncie
algún acto obsceno o denigrante de algún ciudadano asiático contra niñas de
nuestra ciudad y departamento. Infiero que la siguiente versión guarda relación
con el carácter y la exigencia en el trabajo que imprimían los comerciantes
asiáticos en sus negocios “La mayoría de los asiáticos corrompen a nuestras
niñas, escudados en la muy noble carrera del comercio es que encuentran apoyo
para cometer sus iniquidades quedando la mayoría de las veces impunes”.
El autor del comunicado acusa a los comerciantes
asiáticos de malas prácticas y estafa; dichas acusaciones eran comunes de parte
de comerciantes nacionales molestos por la prosperidad sostenida de los
asiáticos a quienes consideraban como una competencia poco digna por su nacionalidad
y la prosperidad “mágica” que no ligaban solo a su esfuerzo. “Como explotadores
llegan al colmo, el peso con que venden por menor nunca es legal, la adulteración
de los artículos de primera necesidad es en ellos cosa muy práctica”.
Critican y acusan a los comerciantes asiáticos de no
pagar impuestos y tributos. En la búsqueda realizada no encontré ninguna norma
que exceptúe a dichos ciudadanos del pago al erario nacional o a las instituciones
locales. La evasión del pago de impuestos y tributos es una muy mala costumbre
desde antiguo. En todo caso, los nacionales también incurrieron (e incurren) en
dicha práctica ilegal. “Al erario nacional no le dejan nada mientras se
encuentran en el país. Ellos están exceptos de todo, llegan al Perú en la más
completa miseria y al poco tiempo regresan a su patria a fomentar negocios con
el dinero que han conseguido de los bolsillos de la clase pobre”.
Refieren un hecho real, la existencia de fumaderos de
opio y la práctica de la rifa china (chifatay). Esto ya había sido denunciado
desde la primera década del siglo XX e inclusiva fue motivo de una “Campaña
moralizadora” emprendida por los medios de comunicación de la época, entre ellos
los periódicos “El Departamento” y “El Republicano” de Chiclayo. Sobre el
contrabando de alcaloides, es un hecho posible a pesar de la existencia en Chiclayo
de un Estanco de Opio creado por el gobierno desde inicios del siglo XX. “Los
grandes ingresos que han tenido en estos tiempos con el juego, dejando de
hambre a muchísimos hogares, los innumerables contrabandos de alcaloides, los
fumaderos, son los únicos beneficios que nos han reportado”.
El sistema de abaratamiento empleado por los
comerciantes asiáticos es usado como una acusación convirtiéndolo en la razón
de la quiebra de los empresarios nacionales y de la prosperidad de los negocios
de orientales. “Son individuos maleantes en todo orden de cosas, siempre van
contra el industrial nacional, con su sistema de abaratamiento, sin exactitud
de peso, para engañar al público consiguen en muy poco tiempo el aumento enorme
y desmedido en sus negocios”.
El comunicado incluye una falsedad: “En ningún país
que está en verdadero estado de civilización, permiten inmigrantes chinos ni
japoneses”. En el artículo “chinos
fronterizos: Cotidianidad y conflictos de inmigrantes chinos en Tacna y Arica
(1904-1929)” (Palma & Maubert, 2021) se aclara las diferencias entre las
políticas migratorias de Perú y Chile con respecto a los inmigrantes asiáticos: “A
diferencia de Perú, el gobierno chileno nunca decretó la prohibición legal de
los inmigrantes asiáticos al país. Si bien el ejecutivo nunca tuvo una
determinación de prohibirla, se intentó controlar mediante la implementación de
medidas restrictivas. Por ejemplo, en 1914 el gobierno comenzó a exigir
certificado de salud, al año siguiente estableció un precio de 10 libras por
las solicitudes de visa en sus consulados en Asia, mientras que a otros
inmigrantes ni siquiera se les solicitaba pasaporte. En 1921, a estos
requisitos se agregó un depósito de US$185 dólares con el fin de proveer el
posible regreso del portador a China. A ello se sumó la imposición de cuotas de
inmigración, que para 1917 alcanzaba los 90 por año, aunque las protestas
llevaron a que en los años siguientes esta cuota fuera en disminución. Pese a
estas trabas, no existió una prohibición de su ingreso al país, a diferencia de
lo que sucedía en Perú”. Entonces, hubo más trabas en Perú para la migración y
condiciones de residencia para los ciudadanos asiáticos de las que hubo en
Chile u otros países de América del sur. El “llamado” que se hace a la
ciudadanía es oprobioso “Se
necesita que todos nosotros, los padres de familia, en bien de nuestra raza, de
nuestros semejantes y de nuestra patria, imitemos el ejemplo de nuestros
vecinos del sur y deparemos (depuremos) de esta raza al país”; la decantada
idea de “depuración de raza” que plantea el comunicado es indigna de cualquier
trato humano.
Considero que esta campaña muestra la percepción de un
sector de la población con respecto de los ciudadanos asiáticos; sin embargo,
dicho sector no fue representativo de la opinión mayoritaria. Los ciudadanos
chinos y japoneses han aportado crecimiento, creatividad y responsabilidad al
carácter de nuestra cultura; además, se han integrado al proceso de mestizaje
fundiendo sus valores con los nuestros y creando nuevas costumbres que hoy son
nuestro motivo de orgullo y agradecimiento.