miércoles, 21 de septiembre de 2016

Elvira García y la Defensa de los Derechos de la Mujer a Inicios del Siglo XX

Portada de la Obra "La Mujer Peruana a través de los Siglos: Serie historiada
de estudios y observaciones" (1924) de la educadora
 chiclayana Elvira García y García.
Es conocido que la célebre dama chiclayana Elvira García y García Berth fue “una destacada educadora y escritora, fundadora de los jardines para la infancia en 1902 y de la Academia de Enseñanza Superior de Mujeres en 1920”.  A la ya conocida información anterior, el presente artículo integra su profunda vocación de lucha por el reconocimiento de los derechos de la mujer en un tiempo en que la intelectualidad dio mayor importancia a este tema, hecho evidenciado en la frecuencia creciente de los ensayos sociológicos sobre esta problemática. Desde la segunda década del pasado siglo empieza a perfilarse una nueva imagen de la mujer con respecto a sus capacidades laborales, condiciones para la educación y salubridad, esto último a partir de los principios del higienismo de mediados del siglo XIX.
Según Gladys Díaz, expresidenta de la Cámara Peruana del Libro “La sociedad peruana de los siglos pasados se caracteriza por una mentalidad y conducta social machista y patriarcal…La historia nos ha mostrado que no han sido valoradas ni escuchadas, sino silenciadas y no reconocidas como líderes de opinión” (Díaz, 2009).
En 1924 se celebró en Lima la Conferencia Panamericana de Mujeres. La maestra Chiclayana Elvira García y García Berth aprovechó la ocasión para presentar el libro “La mujer peruana a través de los siglos: serie historiada de estudios y observaciones”. La obra narra una serie de historias de mujeres, desde el Tahuantinsuyo hasta inicios del siglo XX, mostrando en cada una el espíritu de sacrificio, deseo de superación, resistencia y lucha contra corriente de la mujer. La visión tradicional sobre la mujer percibida por García y García, según la escritora española Inmaculada Lergo, era la de compañera y amiga de su hermano o de su esposo; la de una persona socialmente frívola “a la sombra” sin reconocimiento social… una persona a la que se conoce poco y se juzga equivocadamente. Según García y García “Se le niegan sus derechos civiles y políticos, temiendo que, en el ejercicio de ellos, descienda de ser la eterna niña. Se limita su cultura intelectual, cortándole las alas muy temprano. Se sostiene que, con la ciencia rudimentaria que bebe en aquellos centros culturales, que la moda y las costumbres imponen, tiene suficiente, pensando que, es peligroso dejarla marchar muy allá”.
Documento de Mercedes Gallagher, Presidenta del Tercer Congreso
Científico Panamericano, dirigido a Esther Festini de Ramos, Presidenta del
Comité Internacional de Universitarias Graduadas; comunicando
la aprobación a la publicación de la obra de Elvira García y García.

El escritor e historiador peruano Emilio Gutiérrez de Quintanilla, fundador de la Academia Peruana de la Lengua, fue quien prologó la obra con ideas conservadoras acorde a la corriente de inicios del siglo XX, así enuncia a la mujer como una persona poco agresiva que se gloría en el sacrificio del deber cumplido; reservada; reservada y alejada del feministo (feminismo) que, según Gutiérrez “propende dejar en vacancia, la función fisiológica, conservadora de la especie, para invadir órbitas absolutas y permanentemente masculinas […]”. El prologuista emite una sentencia: “Ni a la mujer, ni al hombre, le es lícito, dejar de ser los tipos armónicos, que hizo la naturaleza y definirlos en la bella frase de Napoleón Bonaparte: La mujer es poesía: el hombre es prosa. Nina Scott, investigadora de la Universidad de Massachussets, refiere que la obra de García y García “es un compendio fascinante de información biográfica sobre mujeres peruanas desde tiempos precolombinos hasta la época de la escritora” (Scott, 1992).
Según Gloria Bautista Gutiérrez, en sus “Voces femeninas de Hispanoamérica” (1996) “En el siglo XX la mujer ya no era vista como un mero adorno. Tenía su propia voz frente a la crítica que había empezado a valorar su calidad ideológica”.

La segunda década del siglo XX es la de la participación decidida de mujeres es pos de conseguir mejores derechos. Dicha lucha dista del feminismo y de la actual ideología de género en gran medida. Flora Tristán argumentó “Reclamo derechos para la mujer para que se tome en consideración su educación y porque de la educación de la mujer depende la del hombre en general… “Más adelante, estas palabras suyas sería de gran inspiración para Elvira García y García  “Yo escribo para que ustedes sepan, para que comprendan, grito para que me oigan, voy, adelante para mostrarles el camino”. A la fecha, esta lucha no ha terminado.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Versiones sobre la "santidad" de la niña Isabel Miranda de Monsefú. 1917

Fotografía de la niña Isabel Miranda ("santa" Isabel) de Monsefú.
Año 1917, en su lecho de muerte. Fotografía del
Historiador Miguel Díaz Torres.

La religiosidad popular en Lambayeque ha tenido y tiene manifestaciones dignas de ser resaltadas, y estudiadas. En pleno siglo XX, en 1973, según reportó el Diario La Industria en sucesivas ediciones del mes de agosto, una niña afirmó haber visto a la Santísima Virgen María en el Distrito de Olmos (Tineo, 2016); el mismo diario y otras fuentes periodísticas hicieron mención a la supuesta aparición de la Virgen en los vidrios de un domicilio en el sector “9 de octubre” de la ciudad. Esto, por mencionar algunos casos en los que el imaginario popular recrea situaciones supuestamente espirituales. Una de ellas, tal vez, la que más ha llamado la atención en el pasado siglo ocurrió en 1917 en el Distrito de Monsefú teniendo como personaje principal a la niña Isabel Miranda. Sobre tal hecho, Pedro Dávalos, historiador de inicios del siglo XX y estudioso de este caso, mencionó: “Casos como ése ocurren en la sierra y en la costa…” (Dávalos, 1919)

Según el maestro e historiador monsefuano David Ayasta, “(Para el pueblo de Monsefú) 1917, (es un) año en el que coinciden dos hechos de gran arraigo en la mentalidad monsefuana: La masacre de los integrantes de la banda del silencio y la explosión de fanatismo expresado hacia la Santa Isabel de Monsefú. La tradición oral refiere una combinación de pobreza en los hogares y robos nocturnos por la época. Se dice que la Santa Isabel, durante sus ataques de catalepsia (sic), pronosticó (frente a los feriantes que curiosos se acercaron a ella) la muerte de los facinerosos de la banda del silencio…” (Ayasta, 2010)

El párroco de Monsefú Manuel Ríos, según el historiador Miguel Díaz Torres, acerca de los supuestos prodigios de la llamada santa Isabel, dijo: “no habido milagros ni profecías, lo único que hizo fue engañar a la gente ignorante, asegurando que hablaba con los muertos y la gente la visitaba y le dejaba flores, plata y velas… al ver que la idolatraban, pedía le besen las manos y los pies y hacia le laven esas extremidades, y esa agua servía para curar decían, muchos la bebieron y aseveraron que era milagrosa… a pesar de muerta, muchos seguían haciendo negocio (como los fotógrafos) la gente afirmaba que en su sepulcro continuaba incorruptible y con los ojos abiertos, mucha gente ha llegado de la sierra y le pide milagros y deja dinero en resumen : para el párroco" la miranda fue una histérica, cataléptica y tísica" (Díaz, 2015)

La niña Isabel Miranda, fallece un 29 de diciembre de 1917 y, según Díaz Torres, los diarios de la época le dedicaron extensos comentarios. “Algunos resaltaron los 67 días que pasó sin comer ni beber. Otro diario dice que fue envenenada en algún momento y no hizo efecto el veneno, además de atribuirle milagros, visiones celestiales y prodigios místicos. Que la mano divina la había señalado” (Díaz, 2015) y refiere, además, la manifestación del Dr. Muro Pacheco, médico tratante en Monsefú, sobre el real estado de salud de la supuesta niña santa: “En uno de los primeros días de diciembre se me llamó a Monsefú, allí volví a encontrar a la Srta. Isabel en estado cataléptico, con respiración y circulación regulares, y una paraplejia con rigidez en miembros inferiores, dilatación de las pupilas, que creo fue debido a los parásitos intestinales que debían haber sido la causa de su catalepsia… de paso sea dicho que de histeria y catalepsia nadie se ha muerto, pero la familia de la Srta. Isabel descuidó su alimentación de la enferma que contribuyó a su inanición” (Díaz, 2015).

Este hecho, estudiado en la época, por el historiador Pedro Dávalos y Lissón en su obra “La Primera Centuria” refiere: “El fanatismo popular, rico siempre en fantasía, suele santificar a las personas que se distinguen por su virtud o por sus dolencias catalépticas. Últimamente ha llamado la atención el caso de Isabel Miranda, una niña enferma en Monsefú, a quien la población indígena atribuyó misión divina para convertir a los hombres… Las gentes ignorantes de las vecindades, sugestionadas por lo que se les contaba, se apresuraron a rodearla y a rendirla culto. Con habilidad e imaginación forjáronse historias de milagros y predicciones que pusieron en gran alboroto a Monsefú y a las comarcas vecinas. Como era de esperar, los médicos del departamento negáronse a practicar los reconocimientos solicitados por la autoridad política, temerosos de desvanecer la ilusión de las gentes fanáticas y de provocar la ira popular. El cura quedó todavía en peor situación. ¡Pobre de él que hubiera pronunciado la palabra catalepsia! …” (Dávalos, 1919).

La iglesia Católica por aquel tiempo no refirió versión alguna sobre el hecho y se apoyó en la versión del Párroco Ríos.