A fines del siglo XVIII, el antiguo Partido de Lambayeque había sufrido
desastres naturales (Fenómeno de “El Niño” como los de 1720, 1728 y 1791 y un
terremoto a fines de siglo; por mencionar los más fuertes) la aplicación de las
Reformas Borbónicas (y la consecuente alza de impuestos) y la reorientación del
mercado y precios deprimidos (a partir de las mencionadas catástrofes y la
aplicación de las Reformas Borbónicas).
A lo anterior se suma el aumento de impuestos en 1746, el monopolio del
tabaco decretado en 1752 (en Lambayeque existió una fábrica que procesaba 6000
fardos ó 125 manojos de tabaco sembrado, principalmente, en Motupe) y el
aumento de alcabala de 1776. En 1780 se produjo el decreto de monopolio de
cordovanes, producto de la zona cotizado por su gran calidad,
A mediados y fines del siglo XVIII, el monocultivo de caña de azúcar
decayó por la competencia de los productos de Brasil, se optó, entonces por la
ganadería. Por las intensas lluvias del Fenómeno de “El Niño” gran parte del
ganado se ahogó y se sufrieron pérdidas en la comercialización de productos
como carne, sebo y cueros.
Bajó la oferta de esclavos. Muchos propietarios perdieron sus haciendas
a manos de prestamistas a quienes no pudieron devolver su dinero por los altos
intereses que cobraban. Los indígenas que se dedicaron a la actividad agrícola
sufrieron por la desigual repartición de aguas (correspondía mayor caudal de
agua a los españoles) y, según Susan Ramírez (1998), a fines del siglo XVIII ya
se habían presentado conflictos por motivos económicos debido a la abusiva
posesión de tierras a favor de los españoles americanos. Refiere: “El conflicto
que brotó a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX en la costa norte del
Perú fue el legado de casi cien años de penurias para aquellos ubicados en los
diversos niveles de la pirámide social”.
La tierra más fértil de los valles más altos era cedida en dominio a los
españoles americanos, mientras los indígenas eran relegados a zonas menos
fértiles, más cercanas al océano pacífico, donde la producción era limitada por
la presencia de hongos, niebla, humedad, altas capas freáticas y formaciones salinas.
Este procedimiento fue posible debido a las llamadas “visitas de la
tierra”. Por este sistema abusivo, “los indígenas tenían títulos sobre la
tierra y los españoles sobre os pastos…” (Ramírez, 1998) así, los pastos,
arbustos y árboles que crecían sobre los bordes o entre los surcos de chacras
indígenas fueron forraje para los animales de los propietarios de los pastos.
Una muestra de esta negativa repartición se produjo en la “visita de la tierra”
que realizó al Partido de Lambayeque el Juez Antonio Sarmiento de Sotomayor,
quien vendió pastos comunales al mejor postor; hecho ocurrido entre 1711 y 1712
(según Ramírez) aunque Enrique Bruning los registra como ocurrido en 1713 en la
zona de Jayanca, y concluye: “a raíz de
la entrada de los españoles en el Perú, los conquistadores empezaron a tomar
para sí cuantas tierras podían y las de esta región fueron codiciadas…”
(Bruning, 1922)
1. Levantamientos en
Lambayeque de causa económica siglos XVIII y XIX.
Figueroa y Montoya (1986) afirman: "No se conoce
levantamientos independentistas tempranos en Chiclayo…". Sin embargo,
reconocen que en nuestra región hubo siempre manifestaciones de resistencia
contra la autoridad colonial. Aunque no hubo movimientos propiamente de
inspiración ilustrada; es posible inferir una postura ideológica y política, contraria
al yugo español, con certeza desde el siglo XVIII.
Hasta las gestas de 1820, puramente anticoloniales, que
concluyen en las independencias de Chiclayo, Lambayeque y Ferreñafe y el
subsiguiente respaldo material y humano a la lucha del General San Martín, es
de reconocer que, los levantamientos contra los abusos por la repartición de
tierras y aguas, sociales y anticoloniales, fueron una forma de enfrentarse al
poder español y muestran la disposición a la lucha contra el poder político
establecido.
En 1785, se produjo una revuelta de chiclayanos contra
los hermanos Juan José y Juan Alejo Martínez y Pinillos, propietarios de la
Hacienda Pomalca, por los abusos contra los indígenas de esta tierra a quienes
confiscaban ganado y castigaban duramente por, supuestamente, “invadir sus
propiedades”. Según Susan Ramírez, en esta revuelta “… se dejó oír el nombre de
Túpac Amaru II” y, aunque fue rápidamente repelida, significa una señal de
resistencia contra la autoridad colonial. También, contra los hermanos Pinillos
y Martínez, en 1807, los indígenas de Monsefú se sublevaron por las mismas
razones. En aquella ocasión, las autoridades ordenaron a los hermanos Pinillos
la devolución de ganado y propiedades confiscadas a los monsefuanos. Otras
revueltas se produjeron en 1817 en Lagunas y Motupe.
El 15 de enero de 1804, el procurador indígena Clemente
Anto, se subleva después de una “larga y
persistente actitud de defensa de sus paisanos…” (Figueroa e Idrogo, 2004).
Fue apoyado por ex esclavos (zambos, mulatos, morenos) mestizos y plebe (indios
forasteros). Los amotinados protestaron en defensa del medio ambiente y contra la
construcción de una tina y curtiembre en la zona urbana de Lambayeque. Los
levantados, tomaron la Iglesia y el Cabildo, destruyeron la casa del cacique
procolonialista Dámaso Temoche e intentaron ocupar la cárcel pública y el local
de la aduana. Sofocada la revuelta, Anto fue encarcelado y una vez libre, murió
en la más absoluta pobreza y soledad. Fue necesaria la participación de la
milicia realista para derrotar el movimiento.
Los negros, manifestaron también similares formas de
resistencia a través litigios judiciales contra sus amos, fuga, cimarronaje y
revueltas. Así, en 1784, el zambo José Patrocinio Faya (“Geraldo”) fue
injustamente acusado de revoltoso y encarcelado. Junto otros presos, logró escapar y al grito de
“¡Viva el rey y muera el mal gobierno, que no hay justicia en Lambayeque!”. En
1779, se produjo una protesta de milicianos “pardos” y “morenos” del Partido de
Lambayeque contra los cambios en el régimen de tributación que se inició en
1778. Se negaron a pagar la “contribución militar” de 2 pesos anuales. El
virrey, recibe su pedido y lo acepta siendo exonerados de dicho pago, temiendo
un “desbande general de las castas”. Según
Cristine Hunefeldt, este movimiento tiene relación con las protestas que se
producían en todo el país y concluyeron con la sublevación de Túpac Amaru II.
Sirvan los anteriores casos solo de muestra. Lambayeque
no fue una región pasiva y ausente a la lucha y resistencia contra el orden
colonial.
2. Algunas
reflexiones finales
Coincido con la siguiente afirmación “la independencia del Perú hay que
entenderla como un problema social, humano, antes que una cuestión política y
militar...” (De la Puente, 1971). Antes de la protesta política definitiva
se comenzó a gestar seriamente una idea clara de Perú. Se discrepa, entonces,
del orden político, económico y social. Se prefigura la idea de porvenir y se
es más conciente de SER peruano y PERTENECER al Perú.
En esta lucha trasciende el mestizaje, biológico y
cultural, que resulta en “un estilo
mestizo, que es el estilo peruano de vivir”. El nuevo país, el Perú
mestizo, el Perú definitivo, hay que reconocerlo en esta transformación que se
sigue desarrollando en todos los campos de nuestra cultura.
Lambayeque fue partícipe de esta aspiración. En la
lucha contra la opresión colonial, jamás estuvimos ausentes.
Referencias
Bibliográficas
1. Bruning, E. (1922) “Lambayeque: Estudios Monográficos”. Chiclayo: Perú.
Ed. Mendoza.
2. De la Puente, J (1971) “Notas sobre la causa de la Independencia”. Lima:
Perú. Talleres Gráficos P. L Villanueva.
3. Figueroa e Idrogo (1997) “No queremos amos: lambayecanos en lucha por
libertad e igualdad (1750 – 1850)”. Chiclayo: Perú. CES “Solidaridad”
4. O´Pelhan & Saint Geours (1998) “El Norte en la Historia Regional,
Siglos XVIII – XIX”. Lima: Perú. Instituto Francés de Estudios Andinos.