Las Revistas “Bodas de Oro”, publicada el año 2008 con ocasión del 50º aniversario de la Consagración de la Catedral de Chiclayo, y “Chiclayo Siglo XXI” (Publicación turística con con artículos de contenido histórico) de Don Francis Liza; aportan información histórica sobre la edificación de uno de los más prestigiosos símbolos de nuestro Patrimonio Cultural.
El Presidente Balta, deseoso de cumplir con la promesa hecha al pueblo de Chiclayo, envió a su hermano Don Ricardo Balta y Montero “para hacerles conocer los deseos del gobierno peruano de llevar a cabo la edificación de una obra pública que fuere de más urgente necesidad para sus habitantes”. Para tal efecto, Balta reunió a las principales autoridades políticas e invitó a la población en general a manifestarse sobre la decisión presidencial. “Los chiclayanos a los pocos minutos de la invocación, manifestaron en voz alta y con movimientos expresivos que sus deseos eran que el patriota gobernante les construyera un Templo católico y que fuera mejor que el de Lambayeque. El delegado del Presidente, ante la petición, respondió: ¡Pronto tendréis la Iglesia que pedís!”. El 30 de Diciembre de 1868 se firmó el Decreto Presidencial y el 03 de febrero de 1869 se hizo entrega de los planos del edificio al pueblo chiclayano.
Ubicada frente al parque principal de nuestra ciudad, su construcción nació del ingenio del ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel (1832-1923) siendo bautizada por su creador como “Rose Meridionale”; corresponde al estilo neoclásico y se caracteriza por su monumentalidad (a semejanza de las grandes obras de las arquitecturas Griega y Romana), las líneas rectas que dominan sobre las curvas, sus formas más sencillas y simétricas, la mayor racionalidad compositiva, sobriedad decorativa y orden. El diseño data de 1869, aunque su construcción se reinicia en 1928 cuando, por falta de fondos y luego de la gestión de las autoridades locales ante el Congreso de la República, se asignó una partida económica a la obra que se reanudó el 13 de febrero de 1928 y culminó en 1939. La portada es de dos cuerpos, sostenido el primero por columnas dóricas que se anteponen a los tres arcos de entrada. El segundo presenta capiteles corintios, en cuyos intercolumpios se aprecian balcones o miradores. A ambos lados de la fachada destacan campanarios rematados con cupulillas. En su interior, de tres cuerpos, destacan: la hermosa talla del Cristo Pobre, Los vitrales que fueron confeccionados en Lima y corresponden a escenas marianas extraídas del catecismo. Hasta hace poco contuvo la imagen del “Señor de los Milagros” donada en 1917 por la señora Carmela Delgado de Aspíllaga y que fue pintada por Guillermo Samanez a fines del siglo XIX. El altar fue colocado por Monseñor Luís Sánchez Moreno. Cuenta con cuatro campanas: “Ave María”, “Asumpta”, “Mater Dei” y “Gratia Plena”; que vinieron de Alemania hasta el Puerto de Pimentel y fueron, luego, transportadas en el tren de Pomalca; y de la estación del tren en la calle Colón a la catedral en una plataforma arrastrada por un camión. Al centro del frontis y en la parte mas alta se encuentra la imagen de “Santa María de los Valles de Chiclayo” en cuyo honor fue establecido nuestro pueblo a la llegada de los Padres franciscanos el siglo XVI. “Los franciscanos fueron férreos defensores de advocación mariana hasta que el papa Pío IX la definió como dogma en 1854. Esta espiritualidad franciscana moderna también fue precursora de la devoción a la Inmaculada Concepción” (Artículo: “Fuentes para la iconografía franciscana”). Recordemos la importancia de la iconografía y el valor semiótico de las imágenes religiosas en aquellos tiempos “porque los naturales no tienen más entendimiento que los ojos, les ponen a la vista los misterios, para que queden en la fe más firmes” (Vetancurt Crónica trat II : cap. 3 : 42)
“La iglesia catedral, por ser el lugar donde el Obispo tiene su cátedra, es el centro de la Diócesis, es como la iglesia madre para todas las demás iglesias y comunidades cristianas existentes” (Tomado del artículo “La Iglesia Catedral” de Monseñor Jesús Moliné - Revista “Vida en familia”).