Despilfarrar es gastar profusamente o consumir
desordenadamente los recursos. Se habla, en este sentido de recursos
materiales; aunque, es pertinente recordar, que un recurso es el conjunto de
elementos disponibles para resolver una necesidad. Por lo cual, entendiendo que
existen necesidades materiales e inmateriales, resulta obvio pensar en recursos
de ambos tipos. “No solo de pan vive el
hombre”, aunque sean los bienes y alimentos necesarios para suplir un espacio
de sus necesidades humanas. La persona vive también del cultivo de su
sensibilidad artística, de su creatividad, de su necesidad de conocimiento, de
sus manifestaciones extrabiológicas que resultan del desarrollo de su intelecto
y de su razón. Si los recursos materiales se despilfarran, los recursos
culturales también.
El
hombre y la mujer, como seres culturales, entienden que ella les da “… la
capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres
específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A
través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella
el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto
inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente
nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden” (UNESCO, 1982). De lo anterior se
colige que los recursos del intelecto y las manifestaciones de la cultura, en
cuanto a la construcción de una entidad cultural local y regional que de
respuesta a las creaciones particulares originadas en nuestra identidad; deben
ser conocidos, puestos en valor y relacionados con una planificación de corto,
mediano y largo plazo que permita divulgar apropiada y masivamente los aportes de
la sensibilidad y el espíritu en este espacio nuestro.
La
cultura no es atributo de unos cuantos, no es una cápsula a la que se accede
solo con grados académicos y publicaciones, no es el espacio esnob (“snob”) que
se apropia del arte, del teatro o la música y danza clásica para lograr una consideración y distinción
social que margina y excluye al “resto”. La cultura es, en esencia, las
manifestaciones del intelecto, la razón, la sensibilidad y el espíritu de
todos. Y, aunque no a todos les interesen los mismos recursos y aunque cada uno
tenga atracción distinta hacia la literatura, la música, la danza, la pintura,
el cine…; debe divulgarse de manera planificada en base a una política de
inclusión y promoción de los intereses culturales de todos.
La anterior, no es una labor solo del estado
(aunque debe ser el principal actor). Es fundamentalmente el “oxígeno” de las
entidades educativas de la región. Las universidades privadas y pública, cada
institución educativa de nivel superior y escolar debería tener un Plan de
Desarrollo de los Recursos Culturales con que cuenta. Es indispensable realizar
el Plan Estratégico Cultural de la Región de Lambayeque, convocando a personalidades
de todos los espacios culturales, instituciones civiles, políticas, educativas
y religiosas. De no planificarse el reconocimiento, valoración, promoción y
divulgación ordenada de las manifestaciones de los recursos culturales,
tendemos al despilfarro del intelecto y de dichas manifestaciones espirituales.
Estamos generando, con buenas intenciones y
empirismo, un caos que nace de la buena voluntad de apoyar lo que vemos, lo
cercano, mientras mantenemos un estatus quo generador de aquel tipo de ser
humano llamado por Ortega y Gasset “hombre - masa”: “…
hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin
entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas internacionales. Más que un hombre, es
sólo un caparazón de hombre constituido por meros idola fori;
carece de un ´dentro´, de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un
yo que no se pueda revocar. De aquí que esté siempre en disponibilidad para
fingir ser cualquier cosa. Tiene sólo apetitos, cree que sólo tiene derechos y
no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga -sine
nobilitate-, snob” (“La Rebelión de las Masas”. Ortega y Gasset, 1930)
UNESCO
insta a los estados que suscribieron la “Convención sobre la Protección y
Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales” (2005), entre ellos
Perú, a la aplicación de políticas y medidas “…centradas en
la cultura como tal, cuya finalidad es ejercer un efecto directo en las
expresiones culturales de las personas, grupos o sociedades, en particular la
creación, producción, difusión y distribución de las actividades y los bienes y
servicios culturales y el acceso a ellos”.
Este artículo reconoce los esfuerzos de personas e instituciones que, en
cuanto a cultura, vienen realizando. Sin embargo, será eficaz el esfuerzo en
unidad y la planificación a futuro.