lunes, 16 de febrero de 2015

La más nociva de las preguntas: ¿En qué momento se jodió el Perú?

Digo nociva, por dañina y desesperanzada, aunque repetida por estar de moda y aceptada y promovida por graciosa. Ya no se trata de una expresión de enfado, irritación o asombro. Hoy, dicha pregunta, se ha convertido en un reconocimiento tácito de una situación, para mi inaceptable, de descrédito, fracaso, decepción, caída, frustración o descalabro ¿Qué significa estar jodido? ¿Existe, oficialmente dicho término?
Estar jodido, según el diccionario RAE, significa reconocer una situación de ruina personal o social; es estar echado a perder, estar destrozado. Una persona jodida vive sin esperanza, no halla solución a sus problemas. Una sociedad jodida, lo mismo, aunque a ella se le suma características generales (principalmente sus antivalores)  así como un juicio sobre su historia que no sabemos quien, donde y cuando lo emitió pero que todos repetimos y asentimos sin considerar que al hacerlo nos condenamos con nuestras propias palabras y asumimos culpas y debilidades de otros como nuestras.
Coindico que “la historia de un país no debe servir para condenarlo. El pasado no fue mejor o peor, es acontecimiento; y como tal, puede ser interpretado y lección de vida de la cual debemos aprender; consecuentemente, sugiero que toda construcción de futuro debe cimentarse también en la revalorización de planteamientos pasados que bien podrían ser reactualizados y hacerlos viables” (Reluz, 2015).
Jorge Basadre, brillante historiador peruano, hombre dedicado al estudio profundo de nuestro pasado, definió a nuestro país como un espacio de contrastes y contradicciones. Indicó que la nuestra, es una historia de oportunidades perdidas y de posibilidades no aprovechadas; sin embargo fue capaz de encontrar en medio de todos nuestros tiempos históricos, muchos de ellos de angustia y sufrimiento, la luz de la esperanza… “esa angustia, que a la vez fue una esperanza, podría ser llamada la Promesa”. Sobre lo anterior, el historiador Manuel Burga afirma: “estas son algunas de las claves de nuestra historia, que según Basadre, no hemos sabido manejar, para que la promesa se realice íntegramente, sin exclusiones, ni privilegios, sin mengua de la libertad, sin autoritarismos ciegos, tercos y antinacionales. A pesar de nuestros conflictos, o, como él solía decir, de una ´invisible guerra civil´, Basadre miró la historia peruana para entender la génesis, constitución y desarrollo de la Nación Peruana. La historia no como lección ejemplar, sino como memoria colectiva, y comunión, que nos involucre en un proyecto común”.
El Perú de algunos se jodió desde el momento en que creyeron que, de verdad, estaba jodido. “El Perú se jodió cuando tomó esta frase y la hizo suya, tan suya, que se convirtió en lema…”.
Comparto la idea de Francisco Reluz Barturén, en su obra “Prolegómenos para una nueva Peruanidad” (2015) al proponer que todos debemos preguntarnos ¿Qué de valioso tengo? ¿Qué puedo aportar para engrandecer mi país? No podemos seguir con una actitud negativa propia de una retroalimentación que considera las derrotas, vicios, trabas y carencias de otros tiempos. Somos otras personas, con una historia distinta, relacionada con la anterior, pero distinta. Vivimos en un tiempo ideológicamente diferente, nuestras metas son otras y nuestra visión de país requiere afirmarse.
Nunca antes, como hoy, han existido espacios de reflexión y crítica. Somos los peruanos de la promesa. Aquellos que afirmamos los valores milenarios de nuestra cultura, los que deleitamos la mirada en los paisajes hermosos de nuestra geografía, ya no somos indios, somos blancos, cholos, chinos, negros… somos los peruanos de la promesa mestiza.
Hay algunos que viven poco orgullosos de su historia y de nuestras posibilidades futuras. Son aquellos que han hecho de su peruanidad una oportunidad de enriquecerse sobre la base de la corrupción y la mentira. ¡Pero no todos somos así!
Hay otros que, como el “zavalita” de Vargas Llosa, serán cuestionados sobre las taras y mediocridades de una cultura que podemos cambiar si aceptamos la tarea de actuar de manera esperanzada trabajando desde nuestro lugar para el progreso del Perú.

El Perú no está jodido. Están jodidos los corruptos, los delincuentes, los mediocres, los ociosos, los egoístas… el Perú nunca estará jodido.