El día 07 de diciembre de 1921, a bordo del vapor “Urubamba”, llegó al puerto de Pimentel el brillante poeta peruano José Santos Chocano; siendo recibido únicamente por dos periodistas, el reconocido poeta César Ferreyros, representante y enviado por la “Revista Mundial” de Lima y Eliseo Abelardo Pita, representante del diario “El Tiempo” de Chiclayo. Chocano retornaba al país después de 17 años.
Radicado en Guatemala fue expulsado por razones políticas
(debido a su amistad con Estrada Cabrera que ocasionó su reclusión por espacio
de 6 meses) y desde Panamá, lugar en el que se le diagnosticó un mal estomacal de
serias consecuencias, regresaba al país. El periplo por nuestra tierra fue, ciertamente,
un paso rápido que, aunque ligero, mereció mayor atención de nuestras
autoridades y poetas locales (que no eran pocos ni malos).
Causó
mucha sorpresa entre los hombres de prensa el poco interés que suscitó la
presencia del bardo en Lambayeque. En su reporte del 08 de diciembre, Ferreyros,
periodista del medio limeño, indicó el único “hijo del departamento de Lambayeque
que saludó a nuestra gloria nacional ¡Ah si hubiera sido un posible candidato a
la presidencia de la república! Entonces el puerto embanderado, banda de
cachimbos a granel, cohetes de arranque a troche y moche, todas las
embarcaciones también embanderadas y repletas de aspirantes a diputados,
alcaldes, prefectos, subprefectos y todo lo que necesita el presupuesto del
país para ser confortablemente distribuido…”. Eliseo Abelardo Pita, por su
parte afirmó en su reportaje publicado en el medio local el día 09 de diciembre
de 1921 sobre el reconocimiento que mereció el poeta “los pueblos de nuestra
región debían apersonarse a rendir un homenaje al famoso poeta, gloria de la
patria y honor del continente, don José Santos Chocano, que regresa después de
muchos años…”.
Chocano
vino a Perú, según dijo, a reencontrarse con su familia, a ofrecer algunos
recitales de su poemario “Oro de indias” y “Olor de selvas”, solicitar el apoyo
del gobierno peruano para recuperar sus no pocos bienes en Guatemala y a
merecer del congreso de la república la gracia de contar con los ingresos que
le fueron asignados cuando fue representante diplomático en Centroamérica pues,
afirmó, “me permitirá entregarme a una curación radical, dentro de un ambiente de
reposo, y entonces dedicarme por completo a mi arte…”. según Eliseo A. Pita, “Chocano
viene enfermo. Si su aspecto nos lo había dicho ya desde el primer momento en
que lo vimos, las declaraciones que nos hace lo confirman”. Además, el poeta da
a conocer con profundo dolor que los sucesos de Guatemala le han hecho perder un
tesoro fabuloso, diez veces mayor de su anterior producción “… tengo en la
actualidad de las setecientas cuarenta, apenas ciento veinte reconstruidas”.
Entre
Pimentel y Eten, las declaraciones de Chocano ante Eliseo Abelardo Pita,
primero, y César Ferreyros, después, muestran una variedad de temas que
conviene tocar: habló sobre su deseo antiguo de conocer Cajamarca y Cuzco;
resaltó la pieza oratoria del Sr. Germán Leguía y Salcedo, titulada “Oración a
Bolívar” que a su entender hizo justicia a la obra del libertador venezolano;
refirió el error ecuatoriano sobre su postura con respecto a la frontera y
límites con Perú, recordando aquel antiguo verso que generó molestia en el país
del norte “Si no es el Ecuador un pordiosero / Ecuador ha muerto con Montalvo”;
además, confirma su deseo de la conformación de una comisión de propaganda ante
el incumplimiento de Chile de los compromisos adquiridos en el Tratado de Ancón
que dio fin a la Guerra de 1879.
Al
medio limeño, Revista Mundial, afirmaría su deseo de ser nombrado embajador en
México, pueblo por el que guardaba cariño y respeto profundo y, agrega una
sentencia sobre su esperanza de vida “le juro que, si todo el país se levantara
como un solo hombre y reconstituyera el imperio para hacerme el Inca emperador,
renunciaría tanto por la felicidad suprema de poder dedicarme completamente a
mi arte”