jueves, 6 de diciembre de 2018

Abril de 1821: Cuando creímos que la independencia había sido proclamada

Don Tomás Diéguez, Vicario de Piura en 1821

La llegada del “Pacificador” español Abreu a Lima, quien propuso y logró las conferencias entre José de San Martín (Libertador del Perú) y el último Virrey (de facto) José de la Serna fue mal interpretado por los patriotas limeños como la tácita aceptación a los requerimientos patriotas. Así, la fecha del inicio de las conversaciones entre San Martín y La Serna en abril de 1821, fue confundida con la de una supuesta proclamación de la independencia. La noticia corrió por el Perú, con el paso de los días, como un reguero de pólvora.
A Lambayeque llegó también la novedad. Desde 1820 en todo el territorio fueron muchos los sacerdotes que abrazaron el nuevo orden y la causa de la independencia. Don Luis Antonio Eguiguren, en su obra “El mártir pescador José Silverio Olaya y los pupilos del Real Felipe” (1945) nos presenta una carta fechada en Lambayeque el 18 de abril de 1821 en la cual el cura del pueblo de Lambayeque Dr. Lázaro de Villasante, escribió al Vicario de Piura Dr. Tomás Diéguez, lo siguiente:
Aquí estamos con el cuidado de que las tropas de Cuenca se dirijan hacia estos puntos, lo que será demasiado sensible, porque si ciertamente lo intentasen no harán otra cosa que aumentar las desgracias y prolongar una guerra que ya habíamos juzgado concluida con el alegrón que en días pasados nos dieron diciéndonos que Lima había jurado ya la independencia; pero esto o se ha falsificado o lo menos se ha quedado en un silencio que anuncia lo contrario. Nuestros pecados son la causa de tantos trabajos. Pidamos a Dios se compadezca de nosotros y nos de la paz que tanto necesitamos.
Imagen obtenida del Blog de Jorge Izquierdo Castañeda que muestra la
Carga de los "Húsares del Perú" en la gloriosa batalla de Junín.
Cuerpo conformado principalmente por lambayecanos, trujillanos y piuranos.
Después del victorioso evento, Bolívar los denominó "Húsares de Junín". (Óleo de Etna Velarde)
De la misiva entre estos dos sacerdotes independentistas, se puede desprender que a Lambayeque llegó la noticia de la supuesta proclamación de abril de 1821 que produjo la algarabía patriótica para, apenas dos días después saber que se había tratado de una confusión. Considera los efectos de la guerra de independencia como “desgracias” y muestra su preocupación por la posible llegada de las tropas de Cuenca.

Portada de la obra de Eguiguren citada en el presente artículo

El cura Lázaro Villasante es el mismo que más adelante, según el historiador Jorge Izquierdo Castañeda, entregará en 1824 a Juan Manuel Iturregui Aguilarte (Gobernador político y militar de la ciudad la suma de 1543 pesos recaudados entre las cofradías para la guerra de independencia). El Vicario de Piura, Dr. Tomás Diéguez fue diputado por el departamento de La Libertad al primer Congreso Constituyente en 1822 y luego fue nombrado Presidente del Congreso en 1823. Tras la consolidación de la independencia en 1824, su situación no cesó de mejorar siendo elegido de nuevo diputado por Piura, en 1827, y presidiendo otra vez el Congreso de la República ese año. El 14 de agosto de 1833 fue elegido obispo de Trujillo. Murió en el 8 de junio de 1845 pero legó a la posteridad casi 2000 documentos escritos durante la lucha por la independencia peruana.



miércoles, 5 de diciembre de 2018

Tres personajes de inicios del Siglo XX: "Torito", "Yorulo" y "Chisco"

Imagen sobre la destrucción de las huacas de Chiclayo a inicios del siglo XX

“Torito”, “Yorulo” y su fiel acompañante el "Chisco" son tres personajes populares de inicios del siglo XVIII presentados en la Revista Centenaria (1935) por Nicanor de la Fuente Sifuentes "Nixa". A continuación la actualización de dichas historias que hoy merecemos recordar.
“Torito”
La Revista Centenaria (1935) narra la historia de Mercedes Millones (a) “Torito” quien durante la ocupación de Chiclayo en la “Guerra del guano y del salitre” (1879 – 1883), asesinó a un soldado chileno en una gresca callejera. El cuerpo del soldado quedó tirado en la vía pública y los oficiales iniciaron una investigación que los llevó hasta la casa de Millones. Su nuera, Carmen Larrea, fue apresada y torturada hasta confesar. “Torito” fue condenado a muerte. El fusilamiento se produjo  frente a la antigua compañía de luz en la Huaca del Panteón  que se ubicó en el mismo terreno que hoy ocupa la Plazuela Elías Aguirre y que fue demolida el año 1894 por 50 presos de la cárcel pública de Chiclayo, que trabajaron custodiados por la tropa de línea acantonada en nuestra ciudad.
Comenta Nixa, “el acto de la ejecución fue presenciado por numerosos muchachos, ávidos de emociones. Producida la primera descarga cayó fulminado el cómplice del Torito, mientras que este solo por efecto de la impresión, dio con su cuerpo en tierra quedando allí exánime cual si hubiera sido perforado por alguna bala chilena”. Creyendo haberlo ajusticiado, los soldados chilenos marchaban hacia su cuartel “sin haber cumplido con el requisito de darles el tiro de gracia”. Mientras marchaban, “Torito” comenzó a moverse y los propios chiclayanos ingenuos gritaron “¡Está vivo! ¡Está vivo!” haciendo volver a la soldadesca para cumplir con su funesta tarea.
Así, los chilenos mataron “al pobre Millones dos veces, víctima de sus propios paisanos”
Antigua compañía de luz de Chiclayo ubicada frente a la actual
Plazuela "Elías Aguirre"
“Yorulo” y el “Chisco”
Pedro Arbulú, era llamado por muchos “Yorulo” y por otros “Ñorulo”. Imitaba la oratoria de líderes políticos de Chiclayo como el Dr. Cornejo, Lora y Cordero o a uno que otro diputado. Durante las fiestas cívicas “Yorulo estaba atento a la mímica, el gesto, el tono y la pose del orador. Luego los repetía en la calle ante improvisados auditorios. Era experto lanzando “cohetes de arranque” e iba a la cabeza de las bandas y de cuanta manifestación pública se realizara. Nixa, refiere “había que verlo quedarse extasiado mirando cómo se abría la rosa de colores del cohete en su marcha hacia el cielo, o como repercutía el grito atronador en el espacio”.

El “Chisco”, una especie de ayudante, iba siempre al lado de “Yorulo”; pues también gustaba de “presidir los desafiles” en Chiclayo de inicios del siglo XX. Él era quien llevaba en una mano los cohetes y en la otra el tizón.