Catalina de Erauzo La "Monja Alférez" Oleo de Hans Van Der Hamen |
El historiador Teodoro Rivero, en “Lambayeque:
Sol, flores y leyendas”, afirmó “… Saña albergará caprichos y desenfados de la
Monja Alférez, cuyos escándalos motivan su excomunión por parte del Obispo de
Trujillo, Fray Jaime de Mimbela…” (Rivero, 1976). Se ha escrito que por su comportamiento
extraño y escandaloso fue rechazada por la población sañera, pero ¿Quién fue la
“monja alférez”? y ¿Qué se conoce de su paso por Saña? Su nombre real fue Catalina
de Erauzo, nació en la villa de San Sebastián de Guipúzcoa (España) el año 1585
(aunque su partida bautismal original registra el año de 1592). Hija del
capitán Miguel de Erauzo y de María Perez de Galarraga. Vestía de hombre, como
un militar, y se comportaba de manera contraria a lo que, socialmente, se
solicitaba de una dama. A la edad de 4 años fue internada en el Convento de las
Dominicas de San Sebastián cuya Priora fue Úrsula de Unza y Sarasti, prima
hermana de su madre; Miguel de Erauzo hizo un voto “… a la Virgen de Atocha, consistente
en contraer matrimonio y dar sus hijos varones al Ejército, para sacrificarlos
en defensa de su Patria, de su Religión y de su Rey. Sus hijas mujeres irían al
convento para adorar a Nuestro Señor, en caso de devolverle Dios la salud”
(Gana, 1960). Catalina fugó a los 15 años luego de golpear a la religiosa Catalina de Aliri por
haberla “maltratado de manos”. No llegó a recibir los hábitos de la Orden. Fuera
del convento se hizo llamar Francisco de Loyola.
En 1829, en París, Joaquín María de
Ferrer presentó ilustrada y con notas la autobiografía de Catalina de Erauzo
titulada “Historia de la Monja Alférez, Doña Catalina de Erauzo, escrita por
ella misma”. De esta versión y la contrastación con otras fuentes históricas es
posible reconstruir la breve historia del paso de tan original personaje por
nuestras tierras lambayecanas.
Sobre su llegada a Saña, entre 1604 y
1605, Erauzo refiere “De Panamá partí con mi amo Juan de Urquiza en una fragata
para el puerto de Paita…a lo último con las últimas cargas, yo partí de Paita y
llegué a Saña". Se acomodó a trabajar con el próspero comerciante Juan de
Urquiza, de quien refiere “…Púsome en una tienda suya…dejóme dos esclavos que
me sirviesen, y una negra que guisase; y tres pesos señalados para el gasto de cada
día: y se fue de allí a la ciudad de Trujillo…Yo me quedé en Saña con mi tienda:
fui vendiendo conforme a la pauta que me quedó: fui cobrando y asentando en mi libro”.
Los antecedentes del incidente sangriento
ocurrido en Saña y por el cual es recordada es narrado por ella misma con las
siguientes palabras: “Estábame un día de fiesta y sin más atención, un fulano
Reyes vino y me puso otro tan delante y tan arrimado que me impedia la vista.
Pedíle que lo apartase un poco, respondió desabridamente, y yo a él: y dijome que
me fuese de allí, que me cortaria la cara. Yo me hallé sin armas más que una
daga, salíme de allá con sentimiento: entendido por unos amigos me siguieron y
sosegaron”.
El lunes siguiente por la mañana,
estando en la tienda, Reyes “hijo del alguacil mayor de Saña” (Andrés, 2014)
pasó por la puerta. Catalina de Erauzo cerró la tienda y fue a un barbero para
afilar la espada, buscó a Reyes y lo encontró frente a la iglesia con un amigo.
Se puso al frente diciendo “esta es la cara que se corta” ocasionándole una
profunda herida en el rostro. A la reacción del amigo, Erauzo respondió dándole
una estocada “por el lado izquierdo, que lo pasó y cayó”. La “monja alférez” se
refugió en la iglesia y, entrando el corregidor Mendo de Quiñones, la sacó
arrastrando y la encarceló. Juan de Urquiza, enterado, volvió a Saña habló al
corregidor y logró la libertad de Erauzo tres meses después.
Con el propósito de acabar con el
problema y creyéndolo varón, Juan de Urquiza propuso a Catalina Erauzo contraer
nupcias con Doña Beatriz de Cárdenas, con cuya sobrina era casado Reyes. Erauso
dedujo quererlas a ambas “a mí para servicio y a ella para gusto”. Erauzo
rechazó el matrimonio a pesar que Urquiza “me prometió montes de oro”. Más
adelante, ya en Trujillo, Erauzo tendría un nuevo incidente con el mismo Reyes
y su amigo a quien hirió de muerte siendo nuevamente encarcelada. En la obra
teatral, “La monja alférez” de Domingo Miras Molina el personaje de catalina
rememora sus aventuras y termina, con justicia diciendo: “¡Me han pasado tantas
cosas...!”