viernes, 13 de septiembre de 2019

Una cuestión de honor: El desafío y duelo del periodista chiclayano Pedro Ruiz Bravo a José de La Riva Agüero y Osma.

La imagen muestra el duelo entre Fernando Belaunde y Eduardo Watson Cisneros
En el aeroclub de Collique en 1957. Nos da una idea de las cuestiones de honor
en pleno siglo XX.

La práctica del duelo y los lances de honor por caballerosidad (al ser de exclusivamente masculina) y en defensa de la integridad del nombre, la sangre; persistieron hasta inicios del siglo XX en nuestro país, específicamente en Lima, según demuestra la historiadora Magdalena Chocano en su investigación “Pulsiones nerviosas de un orden craquelado: desafíos, caballerosidad y esfera política: Perú, 1883-1960” (2011) que cito como fuente y evidencia.[1]
Según Chocano, un caballero era modelo de masculinidad y estaba asociado a la práctica de una profesión liberal o su pertenencia a una familia notable de la sociedad. Un duelo no se relacionaba con cualquier tipo de violencia. Por lo general, los caballeros de la época se preparaban para dichas eventualidades. Así fue con Luis Alberto Sánchez y Jorge Basadre que aprendieron el uso de las espadas en la sala “Cavallero” de Lima. “Por esa razón, el honor mancillado se convertía en el fundamento de los desafíos, que debían restablecer la igualdad entre los varones de la comunidad”, tal como veremos en el hecho relatado a continuación.
El 13 de junio de 1918, durante una sesión de la Cámara de Diputados, el parlamentario Jorge Corbacho acusó de “germanófilo” al ex canciller del gobierno de José Pardo, Enrique de la Riva Agüero por su posición política durante la primera guerra mundial que, según Corbacho, trajo como consecuencia al país “… aislarlo del bando aliado en un momento en que eran necesarios más apoyos para solucionar de manera favorable las cuestiones pendientes con Chile”. Atacó, también, a José de la Riva Agüero y Looz Corswarem, quien fuera ministro de relaciones exteriores durante el gobierno de Manuel Pardo y Lavalle, responsable del Tratado defensivo con Bolivia (una de las causas invocadas por Chile para declarar la guerra al Perú).
La intervención del diputado Corbacho fue publicada ampliamente por el diario “El Tiempo” de Lima, dirigido por el periodista chiclayano Pedro Ruiz bravo, en una crónica de dos páginas titulada “Sensacional sesión en la Cámara de Diputados. El problema de la defensa nacional. Una sombría página de nuestra historia”. La nota mostró el discurso completo de Corbacho con su versión sobre el conflicto con Chile y su acusación al partido civil de ser responsable de dicha derrota. Además “El Tiempo publicó una carta del 20 de septiembre de 1879 dirigida al almirante Lizardo Montero, jefe del ejército del sur y también miembro fundador del Partido Civil, por su correligionario José Carlos de la Riva-Agüero, quien le aconsejaba que procurara obtener una gran victoria en Arica para hacer contrapeso a la figura de Miguel Grau, a quien los pierolistas querían lanzar como candidato. Grau era miembro del Partido Civil, pero no era el favorito del círculo de César Canevaro y de Riva-Agüero, quienes consideraban que otra victoria del Huáscar haría la corriente en favor de Grau irresistible”. Luego, el 15 y el 17 del mismo mes publicó otras cartas de Riva Agüero en las que el autor, aparentemente desprestigia a Grau, al diario El Comercio y al presidente Luis La Puerta; mencionó en su nueva crónica “Las sensacionales revelaciones del señor Corbacho en la Cámara de Diputados. El civilismo a través de nuestra historia [...] Temían que la gloria del almirante Grau contrariara tenebrosos proyectos de conquistar el gobierno” (El Tiempo - 15 de junio de 1918) y agregó “Los documentos del Sr. Jorge Corbacho. Una carta de don José de la Riva Agüero al general Lizardo Montero [...] Los planes maquiavélicos para adueñarse del gobierno”, en su edición del 17 de junio de 1918.
Por lo anterior, el historiador José de la Riva-Agüero y Osma, descendiente de los personajes mencionados por Corbacho e implicados en estas “revelaciones” del diario, envió una carta repudiando las acusaciones publicadas en el Diario “El Tiempo”. Al respecto “Luis Alberto Sánchez ha señalado que la preocupación de Riva-Agüero era extrema en lo referente a los miembros de su familia, presentes y pasados… Genealogía e historia se confundían en esta percepción. Una luz poco favorable proyectada sobre un antepasado se convertía en un problema de reputación política…” (Ibd).
“El Tiempo” responde con nuevos artículos; esta vez sobre Jose de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, primer presidente del Perú, otros de los antepasados de Riva Agüero y Osma sobre quien tanto José de San Martín como Simón Bolívar, en su momento, expresaron muy malas opiniones según mencionaba el diario. Riva Agüero y Osma notó que el diario pretendía mostrar una actividad continua por parte de los Riva Agüero (de todas las generaciones) contra los intereses del Perú.
El 21 de junio de 1918, el diario “El Comercio” a pedido de Riva Agüero y Osma, publica el artículo de su autoría “La personalidad histórica del Mariscal Riva Agüero. Acápites de un libro”; en el refiere: “…Lo que El Tiempo busca, no es la verdad, sino la sorpresa y el engaño en el bullicio, siguiendo la proterva máxima de que de la calumnia algo queda…  Y en esta maldita obra no repara en medios, atropellando el honor ajeno y hasta la sagrada memoria de los muertos. Herido en lo más íntimo de mis sentimientos familiares, y prescindiendo de toda consideración política, mancomunado con mi más próximo pariente, denuncio al desprecio público esta nueva campaña pasquinesca, inmundo amasijo de ignorancia, de impostura y de perfidia”.
Pedro Ruiz Bravo, director de “El Tiempo” responde el 19 de junio de 1918 con el artículo “El señor Riva Agüero y El Tiempo” señalando: “Nos hemos limitado a reproducir una carta… el señor Riva Agüero trata de justificar a su abuelo… nosotros no le hemos negado ese derecho. Únicamente hemos sostenido y continuaremos sosteniendo que los egoísmos y ambiciones del grupo político a que pertenecía el abuelo del Sr. Riva Agüero debilitaron nuestra defensa y contribuyeron a nuestra derrota… (Riva Agüero) acusándonos de pasquinistas, se expresa en el lenguaje menos propio de un político, intelectual y maestro, obligado a ser ejemplo de prudencia, serenidad y cultura, y no de matonería y agresividad”. Ambos personajes, como se nota, estaban seriamente ofendidos. Según Luis Alberto Sánchez “el retador fue Riva Agüero…”[2]
Al momento de la publicación del artículo en “El Comercio”, Pedro Ruiz Bravo envió a sus dos padrinos Manuel Químper y Miguel Grau, hijo del almirante Grau, quienes se reunieron con los del historiador: José María de la Jara y Víctor Andrés Belaúnde. Decidieron que Riva Agüero y Ruiz Bravo se batirían con “sable de combate, arma de punta, filo y contrafilo. El combate debía suspenderse cuando uno de los adversarios quedara en manifiesta condición de inferioridad (una herida que le impidiera continuar la lucha). El director del combate designado no se pudo presentar; por ello, asumieron el cargo, por turno, los maestros de esgrima Sarco y Fabbi” (Ibd).
Según Chocano, hubo dos asaltos. En ambos, Riva Agüero profirió insultos a Ruiz Bravo según hizo notar Miguel Grau, padrino de Ruiz. El combate fue detenido pues ambos duelistas estaban heridos impidiéndoles, según Eduardo Basadre (médico) continuar batiéndose. Al concluir el duelo debía redactarse un acta y, sin embargo, no lograron conciliar sobre el contenido de la misma.
Fue así que la caballerosidad de un mestizo provinciano, el chiclayano
Pedro Ruiz Bravo; quedó incólume ante la de José de la Riva Agüero y Osma, personaje limeño de rancio abolengo.



[1] Ver en “Pulsiones nerviosas de un orden craquelado: desafíos, caballerosidad y esfera política: Perú, 1883-1960” (2011) Revista Histórica XXXV.1
[2] Ver “Conservador, no; reaccionario, sí. Ensayo heterodoxo sobre José de la Riva Agüero, marqués de Montealegre y Aulestia”. Lima: Mosca Azul, 1985, pp. 42-43