"La ejecución del Emperador Atahualpa" de Guamán Poma de Ayala (1533) |
“Muertos
los dioses, destrozados/ Sus ejércitos, abatida su resistencia, Perdido su
gobierno, la conquista fue/Algo más que una tragedia: fue un/ Trauma para el
pueblo indígena”.
Don Francisco Morales Padrón
Introducción
La
conquista española de América es, también, una historia de guerra. El hecho
histórico de la conquista ha sido conocido a partir de la mentalidad del
vencedor, muy poco se ha investigado sobre la del vencido. Es posible afirmar
que “la historiografía que solemos manejar es la del europeo descubridor –
conquistador, donde consta su curiosidad, su admiración, su estupor y su
victoria sobre un mundo nuevo”[1]. Se puede inferir que la
curiosidad, admiración, estupor, pasmo y sorpresa existió, también, de parte de
los aborígenes americanos ante la llegada de un nuevo tipo de personas llegadas
desde un mundo desconocido.
Morales
Padrón se ha preguntado “¿Qué pensaron los indios al ver llegar a sus costas a
los descubridores y conquistadores? ¿Cuáles fueron las primeras actitudes? ¿Qué
sentido dieron a su lucha? ¿Cómo concibieron su propia derrota?” puedo agregar
otra: ¿Por qué fue imposible que miles de aborígenes hicieran frente y
derrotaran a un puñado de descubridores y conquistadores? El mexicano Miguel
León Portilla enunció “rara vez se piensa en la admiración e interés recíproco
que debió despertar en los indios la llegada
de quienes venían de un mundo igualmente desconocido”[2]. Es posible llegar a
vislumbrar en medio de los textos, mitos y tradiciones (poemas, tradiciones, crónicas, etc.) las
características de la mentalidad del conquistado, objeto de nuestro estudio.
1.
El Mito
de Viracocha
Según
Antoinette Molinié “Los españoles que invaden los andes, tienen el honor de
recibir el título de Viracocha, el
nombre del dios andino que ellos identificaban como el hacedor o dios supremo”[3]
los cronistas españoles enfatizaron en aquel nombre dado a los conquistadores
por los vencidos; así, podemos encontrar referencias en las crónicas de Cieza
de León, Betanzos, Molina, Sarmiento de Gamboa, Cobo, Santa Cruz Pachacuti,
Ramos Gavilán, Gutierrez de Santa Clara y Acosta[4]
Un
apunte indispensable, los textos de la conquista, especialmente los referidos
al mito de Viracocha, interpretado como el retorno de los dioses; deben ser
utilizados con sumo cuidado. Las alteraciones a los datos históricos, en
algunos casos, resulta impresionante. No significa que dichos textos no deban
ser utilizados. Pienso, como Gerardo Ramírez Vidal, que es necesario
someterlos, primero, a “un control histórico, filológico y retórico que los
haga confiables”[5]
En
“El Reverso de la Conquista”, Miguel León Portilla afirma “los quechuas, al
igual que sus hermanos aztecas y los pueblos mayas de las tierras altas de
Guatemala, pensaron en un principio que los extraños hombres barbados que
llegaban a su tierra eran los dioses que regresaban. En el mundo quechua se les
tomó por el legendario Huiracocha (Viracocha) y sus acompañantes. Pero, aún
cuando durante muchos años se les siguió llamando Huiracochas a los españoles,
en realidad bien pronto se descubrió el error inicial”[6]
Molinié
indica, también, que fueron varias las características de los españoles que les
permitieron ser vistos por los aborígenes como “seres divinos”: las barbas de “diferentes
colores”, los animales “con pies de plata” (herraduras), el idioma y su forma
de comunicarlo en “trapos blancos” (papel), los arcabuces “que contenían a Illapa,
dios del trueno”.
Viracocha
era, para los antiguos peruanos, el hacedor y organizador del universo. En las
crónicas de la conquista de Betanzos, es descrito como “un hombre alto de
cuerpo y que tenía una vestidura blanca que le daba hasta los pies que traía
ceñida; traía el cabello corto y una corona hecha en la cabeza a manera de
sacerdote…traía en las manos cierta cosa que a ellos les parece al día de hoy
como estos breviarios que los sacerdotes traían en las manos”.
Según
el mito, Viracocha, en el inicio de los tiempos, sale del lago Titicaca, crea
el sol, la luna y las estrellas en Tiahuanaco, petrifica a una humanidad
anterior y manda una nueva en las diferentes provincias de los andes. Se multiplica
en dos Viracocha más, uno tomó la ruta del Contisuyo, otro la del Antisuyo. El
mismo se dirige hasta el Cuzco y después de varias aventuras llega a la costa
norte y desaparece en el mar. Es posible inferir que los aborígenes creyeron
que los españoles eran “hijos de Viracocha” o Viracocha mismo pues llegaron por
el mismo mar en el que el antiguo dios había desaparecido. Además la impresionante
e impactante parafernalia española, con elementos desconocidos para aquellos
pobladores contribuyó a fortalecer en ellos dicha creencia. Bien podemos
afirmar que los españoles eran una suerte de “Viracocha blancos”.
No
era raro, entonces, el sometimiento de los aborígenes a los blancos
conquistadores, Viracochas blancos o hijos de Viracocha. El mismo Manco Inca,
hijo de Huayna Capac fue uno de los primeros en someterse al invasor convencido
que se trataba de dioses o enviados de su dios. Sin embargo, poco tiempo
después, ocurre con él lo mismo que con el resto de su pueblo: llegan al
convencimiento de que se trata de hombres y no de dioses, de invasores y no de
enviados o salvadores; “cerca de la capital incaica, lsa tropas de Pizarro
hacen presos a unos mensajeros de Callcuchima, uno de los generales de
Atahualpa. Ellos estaban encargados de anunciar a Quizquiz un descubrimiento
importantísimo: que los españoles eran mortales”[7] Comienzan, entonces, las
revueltas y sublevaciones. Todas ellas derrotadas.
En
1560, una nueva revuelta, la de Titu Cusi Yupanqui, se inspiraría en una
ideología milenarista basada en la creencia en Viracocha. El llamado “Taqui
Oncoy” significó la posibilidad de un nuevo ciclo, un nuevo mundo y una nueva
humanidad. Según su creencia “el dios de los blancos ha creado España y todo lo
que es español, pero son las Huacas quienes han creado a los indios, el imperio
y todo lo andino… los dioses andinos fueron derrotados momentáneamente y van a
tomar revancha. Las Huacas van a exterminar a todos los indios que acepten el
bautismo y la religión cristiana. Las Huacas van a provocar la restauración del
Imperio Inca”[8]
El
triundo de los españoles significó para los aborígenes, en base a su creencia
en Viracocha, un nuevo ciclo; un tiempo en el cual todo se puso al revés. Se pasó
de la prosperidad y la expansión al sometimiento y servidumbre. Las enfermedades
y epidemias no hiceron más que confirmarles esta visión. Ellos ingresaron desde
el mar y apoyaron, convenientemente, a Huáscar. Luego fueron descubiertos. No eran
dioses, eran los opresores, los invasores…el error de los antiguos peruanos al
relacionarlos con Viracocha no fue permanente, duró poco tiempo, sin embargo,
fuer el tiempo suficiente para la derrota, el Imperio había caído.
2.
La Literatura
Inca y la Sensibilidad del Conquistado
De
tiempos anteriores a la conquista, sabemos de la transmisión de los
sentimientos en composiciones transmitidas en forma oral; sin embargo, “gracias
a la memoria y buena voluntad de algunos cronistas españoles y mestizos, a las
varias recopilaciones republicanas y al desarrollo último de las antropología y
la ciencia literaria se ha podido reconstruir un panorama de la literatura
incaica y un esquema de sus divesos géneros”[9]
Hoy
sabemos que los antiguos peruanos componían cantos colectivos de celebración y
triunfo (Haylli) cantos de amor (harawi) canciones líricas menos íntimas que el
harawi (huayno) cantos colectivos de alegría (taqui). Pero de todos los
géneros, el más usado a partir de la conquista española fue el huanca, género
semejante a la elegía. Una de aquellas composiciones dramáticas fue “Apu Inca
Atahualipaman”, compuesta pocos años después de la muerte de Atahualpa y
traducida por Don José María Arguedas. A continuación un extracto necesario del
texto en el que se llora la muerte del Inca:
“¿Qué
arco iris es este negro arco iris / que se alza? / Para el enemigo del Cuzco
horrible flecha que amanece / Por doquier granizada siniestra golpea. Mi
corazón presentía/a cada instante,/aun en mis sueños, asaltándome/en el
letargo,/a la mosca azul anunciadora de la muerte;/dolor inacabable (…)/Las
nubes del cielo han dejado/ennegreciéndose;/la madre Luna, transida,/con el
rostro enfermo,/empequeñece./Y todo y todos se esconden, desaparecen,/padeciendo(…)/Bajo
extraño imperio, aglomerados los martirios,/y destruidos;/perplejos,
extraviados, negada la memoria,/solos;/muerta la sombra que protege;/lloramos;/sin
tener a quién o dónde volver/estamos delirando(…)/¿Soportará tu corazón,/Inca,/nuestra
errabunda vida/dispersada,/por el peligro incontable cercada, en manos ajenas/pisoteada?/Tus
ojos que como flechas de ventura herían,/ábrelos;/tus magnánimas manos,/extiéndelas;/y
con esa visión fortalecidos/despídenos…/¿Permitirá tu corazón/Poderoso Inca/Que
estemos completamente perdidos/Desunidos/Dispersos, en poder de otros,/Pisoteados?...”[10]
Puede notarse la sensación de desolación
e incertidumbre, no solo del autor del texto sino también de todo un pueblo; la
reacción de los conquistados ante el “arco iris negro” que orna amargamente el
firmamento ante el sometimiento del conquistador español.
Es necesario, también, apreciar en
la magistral obra del Inca Garcilaso de la Vega, “Comentarios Reales”, el deseo del autor de expresar el sino trágico
de su pueblo, todo a partir de una serie de textos dedicado a honrar la memoria
de su madre indígena y enaltecer el recuerdo de su padre conquistador. En la
persona de Gracilaso hay una mezcla de sensaciones que significan el origen de
una nueva nación.
La sensación de menosprecio ante el
fenómeno del mestizaje, iniciado inmediatamente después de la conquista, es
asumida también por Garcilaso “A los hijos de español y de india, o de indio y
española nos llaman mestizos, por decir que somos mezclados de ambas naciones,
fue impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en indias, y por ser
nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a
boca llena y me honro con el. Aunque en indias si a uno de ellos le dicen que
sois un mestizo o es un mestizo, lo toman por menosprecio” [11]
En Garcilaso destaca también la
añoranza, el recuerdo de la gran cultura fenecida y sus costumbres. El Libro IV
Cap. XII tuvo por título “Criaban los hijos sin regalo ninguno”. Narra el
fajado a los recién nacidos, el horario de lactancia, las abluciones en agua
fría, en concordancia con una crianza rígida, espartana, tendiente a la
disciplina. Comenta Garcilaso que así hacían “por acostumbrarlos al frío y al
trabajo…”
El orgullo por sus manifestaciones
culturales destaca, también en la obra de Garcilaso. Así lo demuestra su
preocupación por el rescate de tradiciones orales y palabras quechuas en un
tiempo en el cual el castellano era impuesto en las tierras conquistadas.
Otros textos que han estudiado de la
literatura peruana, aquella que rescata las creaciones incas a la llegada de
los españoles, aquella que manifiesta los sentimientos y emociones ante el
hecho de la conquista; nos pueden ayudar en el propósito de conocer la
sensación de los antiguos peruanos ante el hecho de la conquista. Propongo la
lectura de “Equivocaciones” (1928), “Historia de la República del Perú”(1939 -
1968) y “Literatura Inca” (1938) de Jorge Basadre. Además de la obra “Tarmap
Pacha Huaray” (1905) del naturalista y literato tarmeño Adolfo Vienrich.De la
Canal. Además “Mitos, leyendas y cuentos peruanos” (1947) de Francisco
Izquierdo Ríos y José María Arguedas y “Colección de textos quechuas del Perú”
(1952) de Farfán.
3. Algunas palabras finales
Sin
lugar a dudas, las mentalidades de conquistadores y conquistados muestran
características intensamente humanas, profundas y apasionadas; se juzgaron
mutuamente de manera permanente, pero terminaron fundiéndose al gestar una
nueva cultura, la cultura americana, punto de inicio y base de nuestra
nacionalidad.
La
historia peruana debe considerar el aporte de los estudios literarios de los
periodos inca y de la conquista, especialmente los mencionados en el presente
trabajo y que muestran una gran relación con las necesidades propias de los estudios
históricos.
No
podemos considerarnos sino un pueblo mestizo con una cultura que se recrea
según la dinámica propia de una multitud de ideas, costumbres, ancestros,
términos… todos ellos distintos, venidos de lejos pero interiorizados y usados
por los peruanos de hoy.
Bibliografía
·
DELGADO W. (1985) “Síntesis de la literatura
peruana”. Perú: UNMSM
·
ESPASA C. (1999) Gran Enciclopedia de España
y América”. España
·
GARCILASO I. (1986) “Comentarios Reales” Perú: UNMSM.
·
LEON M. (1959). “La Visión de los Vencidos”.
Mexico: UNAM
·
LEON M (1964). “El reverso de la conquista”.
Mexico: UNAM
·
LOPEZ – BARALT (1986) “Apu Inka Atawallpaman,
elegía quechua anónima”.
·
MILINIE A. (1983) “El Regreso de VIracoha”
·
MILINIE A. (1983). “El Regreso de VIracoha”
·
MORALES F. (1979) “La conquista del
conquistado”. España: Espasa Calpe.
·
URBANO H. (1981) “Wiracocha y Ayar”
·
RAMIREZ G (s/f). “Sobre la falsa historia del
retorno de los dioses”
·
WACHTEL N. (1971) “La Visison des Vaincus”
[1]
Ver en “La conquista del conquistado” de Francisco Morales Padrón, catedrático
de Historia de los Descubrimientos Geográficos de la Universidad de Sevilla,
España. Ver en “Gran Enciclopedia de España y América” Tomo V – pp. 26.
[2]
Ver en “La Visión de los Vencidos” pp 3 de Miguel León Portilla, historiador y
antropólogo mexicano.
[3]
Ver en “El Regreso de VIracoha” pp. 71 de Antoinette Milinié Fioravanti (1983)
[4]
Ver en “Wiracocha y Ayar” de Henrique Urbano (1981)
[5]
Ver en “Sobre la falsa historia del retorno de los dioses” de Gerardo Ramírez
Vidal (s/f)
[6] Ver
en “El Reverso de la Conquista” de Miguel León Portilla citado por Milinié
Fioravanti.
[7]
Ver en “La Visison des Vaincus” de Nathan Wachtel (1971) pp. 52 - 53
[8]
Ver en “El Regreso de VIracoha” pp. 73 de Antoinette Milinié Fioravanti (1983)
[9]
Ver e Atlas Histórico y Geográfico del Perú pp. 201: “Síntesis de la literatura
peruana” de Washington Delgado.
[10]
Ver en “Apu Inka Atawallpaman, elegía quechua anónima” de López – Baralt (1986).
[11]
Ver en “Comentarios Reales” de Garcilaso de la Vega. Libro IX Cap. XXXI
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QUE BIEN ES DELO MEJOR ESTOY 100% SEGURA
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