Imagen sobre la destrucción de las huacas de Chiclayo a inicios del siglo XX |
“Torito”, “Yorulo” y su fiel acompañante el "Chisco" son tres personajes populares de inicios del siglo XVIII presentados en la Revista Centenaria (1935) por Nicanor
de la Fuente Sifuentes "Nixa". A continuación la actualización de dichas historias que hoy merecemos recordar.
“Torito”
La Revista Centenaria (1935) narra la
historia de Mercedes Millones (a) “Torito” quien durante la ocupación de
Chiclayo en la “Guerra del guano y del salitre” (1879 – 1883), asesinó a un
soldado chileno en una gresca callejera. El cuerpo del soldado quedó tirado en
la vía pública y los oficiales iniciaron una investigación que los llevó hasta
la casa de Millones. Su nuera, Carmen Larrea, fue apresada y torturada hasta
confesar. “Torito” fue condenado a muerte. El fusilamiento se produjo frente a la antigua compañía de luz en la
Huaca del Panteón que se ubicó en el
mismo terreno que hoy ocupa la Plazuela Elías Aguirre y que fue demolida el año
1894 por 50 presos de la cárcel pública de Chiclayo, que trabajaron custodiados
por la tropa de línea acantonada en nuestra ciudad.
Comenta Nixa, “el acto de la ejecución
fue presenciado por numerosos muchachos, ávidos de emociones. Producida la
primera descarga cayó fulminado el cómplice del Torito, mientras que este solo por efecto de la impresión, dio con
su cuerpo en tierra quedando allí exánime cual si hubiera sido perforado por
alguna bala chilena”. Creyendo haberlo ajusticiado, los soldados chilenos
marchaban hacia su cuartel “sin haber cumplido con el requisito de darles el
tiro de gracia”. Mientras marchaban, “Torito” comenzó a moverse y los propios
chiclayanos ingenuos gritaron “¡Está vivo! ¡Está vivo!” haciendo volver a la soldadesca
para cumplir con su funesta tarea.
Así, los chilenos mataron “al pobre
Millones dos veces, víctima de sus propios paisanos”
Antigua compañía de luz de Chiclayo ubicada frente a la actual Plazuela "Elías Aguirre" |
“Yorulo” y el “Chisco”
Pedro Arbulú, era llamado por muchos “Yorulo”
y por otros “Ñorulo”. Imitaba la oratoria de líderes políticos de Chiclayo como
el Dr. Cornejo, Lora y Cordero o a uno que otro diputado. Durante las fiestas cívicas
“Yorulo estaba atento a la mímica, el gesto, el tono y la pose del orador. Luego
los repetía en la calle ante improvisados auditorios. Era experto lanzando “cohetes
de arranque” e iba a la cabeza de las bandas y de cuanta manifestación pública
se realizara. Nixa, refiere “había que verlo quedarse extasiado mirando cómo se
abría la rosa de colores del cohete en su marcha hacia el cielo, o como
repercutía el grito atronador en el espacio”.
El “Chisco”, una especie de ayudante,
iba siempre al lado de “Yorulo”; pues también gustaba de “presidir los
desafiles” en Chiclayo de inicios del siglo XX. Él era quien llevaba en una
mano los cohetes y en la otra el tizón.
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