Isla flotante de los Uros en el lago Titicaca |
La actual nación peruana es una
estructura diseñada en un tiempo histórico distinto, con definiciones y
convencionalismos, inspirados por los ideólogos de la Revolución francesa de
1789, que evolucionaron al presente. El pensamiento de las culturas
particulares subsumido en la antigua definición abarcadora y homogenizadora
resulta ser, hoy, una falacia o una idea en discusión por decir lo menos. Es
una idea y como tal abstracta, dotada de características teóricas que son
interpretadas socialmente de manera distinta en cada comunidad cultural de
acuerdo a sus creencias, tradiciones, lengua, vínculos, creaciones e historia; la
cual, junto al concepto de nacionalidad, han cambiado en el tiempo y,
actualmente, se aúnan a su propia identidad resistiendo a la uniformización en
virtud a sus cualidades propias que hacen decidir por un vínculo intercultural
que respete su origen “matrio”[1]
(y no patrio).
Al respecto, Josep Ernest Renan[2],
afirma ““Una nación es un alma, un principio espiritual…una nación es una gran
solidaridad creada por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y que
está dispuesto a hacer en el futuro. Supone un pasado: pero se retoma en el
presente mediante un acto tangible: el consentimiento, el deseo claramente
expresado de continuar la vida en común. La existencia de una nación es un
plebiscito cotidiano, así como la existencia del individuo es una afirmación
perpetua de vida…” (Renan, 1882). La idea de una sola nación peruana hoy está
en discusión.
En su acepción cultural para unos no
existe y para otros es un cúmulo de buenas intenciones pues no se ha dotado de
sentido ético ni de políticas de estado consensuadas adecuadamente a las diversas
y notables manifestaciones históricas del pensamiento, la originalidad y la
creatividad. Esto es, no se ha establecido el respeto a las manifestaciones
particulares en un territorio de realidad diversa: variopinta, multirracial y
pluricultural. Hay culturas en busca de respeto y reconocimiento y, más allá de
las presentaciones vistosas y coloridas (anecdóticas carecer de significado al
no ser integradoras ni tener base en el conocimiento), no es posible frenar la
ola de occidentalización que cubre que cada vez más agresivamente a las
culturas andinas y amazónicas, de formas, lenguas y creencias distintas; mucho
más si consideramos que aquella tendencia “civilizadora” cuenta con la
tecnología y la comunicación en tiempo real como sus aliados.
Es débil en su acepción jurídica pues
su soberanía no personifica de manera pacífica a toda la población aunque sirva
de base al estado. En Perú debe considerarse la necesidad de reflexionar sobre
los conceptos de cultura, civilización, sociedad, individuo y ciudadano (entre
otros) pues las concepciones sobre los elementos naturales, el origen, sentido
y fin de la vida; son tan diversos como las tonalidades de su piel, sus idiomas
y dialectos, sus comportamientos y su visión del mundo.
Sector de la ciudad de Iquitos (Perú) |
Es indispensable, a poco del
bicentenario de la independencia (ese es otro debate: independencia o
independencias) reaperturar el debate en torno a la nación peruana (el último
realizado con seriedad fue a inicios del siglo XX). Reflexionar debe ser uno de
los objetivos comunes permanentes en nuestro país.
En el debate anterior González Prada,
afirmó “el Perú no es una nación sino un territorio habitado donde vegetan
rebaños de siervos”. Javier Prado, positivista, consideró que la manera de unir
a los peruanos era elevando su calidad moral “No hay nada que mejor eleve el
carácter de los hombres hoy en día, nada que los intereses más efectivamente en
el futuro de este país, que educarlos para ser prácticos y prudentes, y desear
la riqueza por medio de su propio esfuerzo”. Para José Carlos Mariátegui, el
esfuerzo por construir la nación, implica “conocer el Perú y construir en él
una sociedad humana y justa”. Carlos Lucas Arias, interpretando el pensamiento
de Víctor Raúl Haya de la Torre, menciona “(Sobre los “pueblos del Perú”)… sus
vivencias, sus frustraciones, sus luchas, inclusive sus anécdotas, no son
recogidas en los libros de historia: son las vivencias de nadie, las experiencias de ninguno,
las luchas de los que no tienen voz”.
Según Ricardo Cubas[3], Víctor
Andrés Belaunde (recordado y destacado intelectual), al concluir su discurso en
la ceremonia de apertura del año académico de 1914 en la Universidad Nacional
mayor de San Marcos, exclamó: “¡Queremos patria!”. Con ello, “enunciaba algunas de las
inquietudes que acompañarían apasionadamente su labor intelectual, política y
existencial a lo largo de toda su vida: la reflexión en torno a los problemas
más agudos del Perú, pero también la valoración de las tradiciones que formaron
a nuestro país”. Francisco Reluz Barturén, en “Prolegómenos para una nueva
peruanidad” (2015), invoca a un cambio de mentalidad “para que cambie nuestro
entorno social contextual, pues la manera de pensar deviene en una manera de
actuar…” pienso, como Reluz, que “los peruanos somos creativos, imaginativos e
innovadores pero estas cualidades sin educación integral y conciencia nacional
de recto amor a la patria, conduce a la viveza criolla y a la mediocridad
nacional”. Para definir al Perú se necesita mentes lúcidas y educadas.
Un debate intelectual rico en
argumentos y en medio de un ambiente de paz y apertura es lo que requerimos con
urgencia para labrar nuestros destinos. Se necesita compartir las ideas que nos
constituirán como un gran país o una gran república. Compartir las visiones de
diversidad, integración, objetivos comunes…
De seguro, la universidad es el
espacio ideal para este encuentro.
[1]
El término “Matria” (o) es un neologismo que reconstruye el término patria y que
desde el siglo XVII se usa como una aproximación a “propia tierra”, “naturaleza
madre” y “tierra más cercana”.
[2]
Josep Ernst Renan (1823 – 1892) Francés. Fue filólogo, filósofo, arqueólogo e
historiador. El texto presentado está incluido en su conferencia “¿Qué es una
nación?” (1882) dictada en la Universidad de La Sorbona-
[3]
Ricardo Cubas Ramaccioti, es historiador de la Universidad de los Andes
(Chile). Es autor del artículo “Víctor Andrés Belaunde y el debate intelectual
en torno a la realidad peruana”. Disponible en file:///C:/Users/ccabrejos/Downloads/Dialnet-VictorAndresBelaundeYElDebateIntelectualEnTornoALa-5613020.pdf
1 comentario:
La visión centralista de la realidad peruana muy alejada de los Siete Ensayos de Mariátegui ha gobernado y menospreciado nuestra condición de connacionales. Utilizando la educación y los medios de comunicación como medios de control cultural y político de las menguadas mentes de nuestros coterráneos. El maltrato laboral a los trabajadores generando una esclavitud voluntaria frente a la ironía de las vidas pérdidas en la lucha por el reconocimiento de la jornada laboral de las 8 horas. La geografía accidentada que aísla a los compatriotas del resto de las experiencias de vida en las diferentes regiones naturales de nuestro país. Conocer y valorar esa plurinacionalidad y multiculturalidad transforma la percepción holística y holográfica de cualquier ser humano conciente de su labor en esta trashumante vida.
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