martes, 27 de noviembre de 2018

¿Qué es hoy la nación peruana?

Isla flotante de los Uros en el lago Titicaca

La actual nación peruana es una estructura diseñada en un tiempo histórico distinto, con definiciones y convencionalismos, inspirados por los ideólogos de la Revolución francesa de 1789, que evolucionaron al presente. El pensamiento de las culturas particulares subsumido en la antigua definición abarcadora y homogenizadora resulta ser, hoy, una falacia o una idea en discusión por decir lo menos. Es una idea y como tal abstracta, dotada de características teóricas que son interpretadas socialmente de manera distinta en cada comunidad cultural de acuerdo a sus creencias, tradiciones, lengua, vínculos, creaciones e historia; la cual, junto al concepto de nacionalidad, han cambiado en el tiempo y, actualmente, se aúnan a su propia identidad resistiendo a la uniformización en virtud a sus cualidades propias que hacen decidir por un vínculo intercultural que respete su origen “matrio”[1] (y no patrio).
Al respecto, Josep Ernest Renan[2], afirma ““Una nación es un alma, un principio espiritual…una nación es una gran solidaridad creada por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y que está dispuesto a hacer en el futuro. Supone un pasado: pero se retoma en el presente mediante un acto tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida en común. La existencia de una nación es un plebiscito cotidiano, así como la existencia del individuo es una afirmación perpetua de vida…” (Renan, 1882). La idea de una sola nación peruana hoy está en discusión.
En su acepción cultural para unos no existe y para otros es un cúmulo de buenas intenciones pues no se ha dotado de sentido ético ni de políticas de estado consensuadas adecuadamente a las diversas y notables manifestaciones históricas del pensamiento, la originalidad y la creatividad. Esto es, no se ha establecido el respeto a las manifestaciones particulares en un territorio de realidad diversa: variopinta, multirracial y pluricultural. Hay culturas en busca de respeto y reconocimiento y, más allá de las presentaciones vistosas y coloridas (anecdóticas carecer de significado al no ser integradoras ni tener base en el conocimiento), no es posible frenar la ola de occidentalización que cubre que cada vez más agresivamente a las culturas andinas y amazónicas, de formas, lenguas y creencias distintas; mucho más si consideramos que aquella tendencia “civilizadora” cuenta con la tecnología y la comunicación en tiempo real como sus aliados.
Es débil en su acepción jurídica pues su soberanía no personifica de manera pacífica a toda la población aunque sirva de base al estado. En Perú debe considerarse la necesidad de reflexionar sobre los conceptos de cultura, civilización, sociedad, individuo y ciudadano (entre otros) pues las concepciones sobre los elementos naturales, el origen, sentido y fin de la vida; son tan diversos como las tonalidades de su piel, sus idiomas y dialectos, sus comportamientos y su visión del mundo.
Sector de la ciudad de Iquitos (Perú)

Es indispensable, a poco del bicentenario de la independencia (ese es otro debate: independencia o independencias) reaperturar el debate en torno a la nación peruana (el último realizado con seriedad fue a inicios del siglo XX). Reflexionar debe ser uno de los objetivos comunes permanentes en nuestro país.
En el debate anterior González Prada, afirmó “el Perú no es una nación sino un territorio habitado donde vegetan rebaños de siervos”. Javier Prado, positivista, consideró que la manera de unir a los peruanos era elevando su calidad moral “No hay nada que mejor eleve el carácter de los hombres hoy en día, nada que los intereses más efectivamente en el futuro de este país, que educarlos para ser prácticos y prudentes, y desear la riqueza por medio de su propio esfuerzo”. Para José Carlos Mariátegui, el esfuerzo por construir la nación, implica “conocer el Perú y construir en él una sociedad humana y justa”. Carlos Lucas Arias, interpretando el pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre, menciona “(Sobre los “pueblos del Perú”)… sus vivencias, sus frustraciones, sus luchas, inclusive sus anécdotas, no son recogidas en los libros de historia: son las vivencias de nadie, las experiencias de ninguno, las luchas de los que no tienen voz”. Según Ricardo Cubas[3], Víctor Andrés Belaunde (recordado y destacado intelectual), al concluir su discurso en la ceremonia de apertura del año académico de 1914 en la Universidad Nacional mayor de San Marcos, exclamó: “¡Queremos patria!”.  Con ello, “enunciaba algunas de las inquietudes que acompañarían apasionadamente su labor intelectual, política y existencial a lo largo de toda su vida: la reflexión en torno a los problemas más agudos del Perú, pero también la valoración de las tradiciones que formaron a nuestro país”. Francisco Reluz Barturén, en “Prolegómenos para una nueva peruanidad” (2015), invoca a un cambio de mentalidad “para que cambie nuestro entorno social contextual, pues la manera de pensar deviene en una manera de actuar…” pienso, como Reluz, que “los peruanos somos creativos, imaginativos e innovadores pero estas cualidades sin educación integral y conciencia nacional de recto amor a la patria, conduce a la viveza criolla y a la mediocridad nacional”. Para definir al Perú se necesita mentes lúcidas y educadas.
Un debate intelectual rico en argumentos y en medio de un ambiente de paz y apertura es lo que requerimos con urgencia para labrar nuestros destinos. Se necesita compartir las ideas que nos constituirán como un gran país o una gran república. Compartir las visiones de diversidad, integración, objetivos comunes…
De seguro, la universidad es el espacio ideal para este encuentro.




[1] El término “Matria” (o) es un neologismo que reconstruye el término patria y que desde el siglo XVII se usa como una aproximación a “propia tierra”, “naturaleza madre” y “tierra más cercana”.
[2] Josep Ernst Renan (1823 – 1892) Francés. Fue filólogo, filósofo, arqueólogo e historiador. El texto presentado está incluido en su conferencia “¿Qué es una nación?” (1882) dictada en la Universidad de La Sorbona-
[3] Ricardo Cubas Ramaccioti, es historiador de la Universidad de los Andes (Chile). Es autor del artículo “Víctor Andrés Belaunde y el debate intelectual en torno a la realidad peruana”. Disponible en file:///C:/Users/ccabrejos/Downloads/Dialnet-VictorAndresBelaundeYElDebateIntelectualEnTornoALa-5613020.pdf

1 comentario:

Profesor Juan José dijo...

La visión centralista de la realidad peruana muy alejada de los Siete Ensayos de Mariátegui ha gobernado y menospreciado nuestra condición de connacionales. Utilizando la educación y los medios de comunicación como medios de control cultural y político de las menguadas mentes de nuestros coterráneos. El maltrato laboral a los trabajadores generando una esclavitud voluntaria frente a la ironía de las vidas pérdidas en la lucha por el reconocimiento de la jornada laboral de las 8 horas. La geografía accidentada que aísla a los compatriotas del resto de las experiencias de vida en las diferentes regiones naturales de nuestro país. Conocer y valorar esa plurinacionalidad y multiculturalidad transforma la percepción holística y holográfica de cualquier ser humano conciente de su labor en esta trashumante vida.