Según fuentes históricas estudiadas por Scarlett O´Phelan, Víctor Peralta y Susana Aldana, el hecho que a continuación
narro ocurrió por la aplicación de las Reformas Borbónicas el siglo XVIII que trajo
consigo el aumento de alcabalas (impuesto a la venta de mercancías) y la libre
comercialización de algunos productos, con lo cual acabó el monopolio de determinadas comunidades. El pleito por el control del
comercio de lejía entre las comunidades de Mórrope y Sechura se inició el año
1773.
En Lambayeque las casas – tinas existieron
primero en las haciendas y, luego, en los alrededores de las ciudades. Eran fábricas
de jabón con sebo animal, donde se beneficiaban los animales, procesando sus pieles
separando de ellas el sebo. En este proceso, la lejía era el principal insumo
por su propiedad cáustica.
En 1773 Juan Chapilliquén, procurador
de los indígenas sechuranos, exigió a las autoridades la libre comercialización
de las lejía en los corregimientos piurano y lambayecano. Hasta esa fecha los
indígenas de Mórrope ejercían el monopolio comercial de dicho producto. Chapilliquén
presentó a Mórrope como una comunidad próspera con ingentes productos minerales
(yeso, también cal y sal), ganado y agua; agregó contar con el apoyo de los
tineros de Piura y Lambayeque, pues la lejía de Mórrope les llegaba siempre
adulterada. Pedro Estela, diputado de comercio, calificaría a los morropanos de
“…muy agudos y pícaros (vendedores de) lejía
de pampa, mezclada con la yerba que llaman cheque o de gallinazo, que cuaja
famosamente por lejía de Caboverde y afloja el material del jabón muchísimo
porque no vale nada”.
Don Francisco Santisteban, procurador
de los morropanos, argumentó que su comunidad tuvo derecho de comercialización
por casi dos siglos, sin razón alguna para terminar con dicho beneficio;
además, la comunidad de Sechura, tenía el monopolio de la comercialización del
pescado otorgado por el gobierno virreinal y Mórrope jamás contravino dicha
disposición. Agregó que sin este monopolio su comunidad perecería al no contar
con actividad agrícola. Además, como consecuencia de esta actividad, han pagado
puntualmente todos los impuestos al gobierno virreinal y las demás obligaciones
locales.
El pleito duró hasta el siglo XIX
cuando las autoridades dispusieron el libre comercio de lejía, fallando a favor
de los sechuranos. Sin embargo, esto motivó la participaron en el comercio de
las comunidades de Lambayeque, Monsefú y Eten con lo cual el precio bajó
desfavoreciendo a los sechuranos como al resto de comunidades lambayecanas.
El golpe de gracia al comercio de la
lejía ocurrió a inicios del siglo XIX con el cierre progresivo de tinas en la
costa norte del Perú por el desarrollo del comercio agrario que disminuyó el
comercio de lejía hasta convertirlo en insignificante.
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