A manera de Introducción
La ocupación chilena de
la región de Lambayeque se produjo en dos ocasiones: la primera desde el 26 de
setiembre de 1880 y la segunda entre el 12 de abril de 1881 y abril de 1883. Según
Miguel Ángel Díaz Torres, en su relato “Nosotros también luchamos en Chiclayo”
(2014), durante la segunda ocupación, el mando de las fuerzas de ocupación fue
ejercido por los oficiales Eulogio
Robles y, más adelante, José Umiel Urrutia; mientras en la alcaldía de la
ciudad dejaba el gobierno Don Belisario Arizola para dar paso a Don Ángel
Gonzales “hombre de edad que con su barba blanca, sombrero en mano y bastón con
puño de oro imponía respeto, siendo el quien ordenó el embanderamiento general
por fiestas patrias” (Díaz, 2014). El 13 de mayo de 1882 asume la jefatura de
la junta política y militar el oficial chileno coronel Demetrio Carvallo, en
reemplazo de José Umiel Urrutia, fallecido víctima de fiebre amarilla “… al
arrojarse a la calle desde el balcón de su casa de Chiclayo, en un acceso del
delirio causado por las fiebres. La enfermedad se manifestaba en sus diferentes
formas; en ocasiones, la fiebre amarilla
iba acompañada de parálisis. También falleció en Lambayeque el Capitán
comandante de las fuerzas chilenas allí
destacadas; su cadáver fue llevado a la bóveda de la Iglesia por ocho hombres del pueblo, obligados a
hacerlo, ya que los soldados chilenos tenían miedo a contraer el mal” (Díaz,
2014).
Se estima que la fiebre
amarilla causó, en la fuerza de ocupación chilena, la muerte de casi cien
soldados, cinco oficiales y dos médicos[1].
Las condiciones de higiene y ornato en la ciudad contribuyeron a la propagación
del mal que varias veces había azotado en forma de epidemia a la población. Sin
embargo, los chiclayanos, a diferencia de los chilenos, tenían defensas
orgánicas contra dicho mal que no les era desconocido. Ya en el pasado diversas
zonas del Perú, incluyendo Chiclayo, habían sido afectadas por el mal que, desde
tiempos coloniales, adquirió denominaciones diversas como “´vómito negro´, ´grasó´,
´fiebre ardiente´ (entre otras)” (Neyra, 1998)
El propósito del presente
artículo es determinar cuáles fueron las condiciones de higiene y ornato de la
ciudad de Chiclayo durante el tiempo de la Guerra del Pacífico (1879 – 1883) que,
a juicio de las autoridades chilenas, provocó la propagación del mal con los
antes mencionados resultados en las fuerzas de ocupación. Además, las medidas
adoptadas por el jefe político militar durante la segunda ocupación chilena de Chiclayo,
Don Demetrio Carvallo, su motivación real y las consecuencias de ellas en
nuestra ciudad. No se trata, entonces, de tocar enfrentamientos bélicos
producidos debido a la resistencia de la población a la ocupación chilena en nuestra
región, sino analizar el ornato e
higiene de la ciudad en dicho tiempo histórico.
Para la publicación del
presente artículo he revisado, entre otros, dos documentos que me parece
importante destacar: el relato “Nosotros También Luchamos en Chiclayo” (2014) y
“Los Médicos y el Nuevo Hospital de Chiclayo” (2014) del investigador,
recopilador de fuentes documentales y hemerógrafo chiclayano Miguel Ángel Díaz
Torres y la “Segunda Memoria que el Contralmirante Don Patricio Lynch, General
en Jefe del Ejército de Operaciones en el Norte del Perú, presenta al Supremo
Gobierno” (Volumen I – 1883).
La Ciudad de Chiclayo en tiempos de la Guerra
En el propósito de ser lo
más exacto posible al describir la ciudad de Chiclayo entre 1879 y 1883, usaré
pasajes escritos por Ernst Middendorff[2]
durante su visita de un mes a diversos
pueblos de la región de Lambayeque el año 1885. Considerando dos años después
de concluida la ocupación chilena en nuestra ciudad es casi seguro que vio in
situ muchas de las condiciones de ornato e higiene de la ciudad que son materia
de nuestro estudio:
a Las casas eran, muchas de ellas, chozas de caña y
casas mal construidas que formaban calles irregulares. Vio también residencias
de personalidades bien hechas en el centro de la ciudad.
b Una ciudad, en parte, ruinosa debido a los estragos
de la Guerra del Pacífico y las inundaciones de 1828, 1871 y 1875.
c Una ancha calle principal que conduce a la plaza
principal, José Balta, que era “La mejor de la ciudad”.
d Una plaza
no muy grande dividida en dos por la calle principal y una Iglesia nueva a
medio construir (hace referencia a la Catedral actual).
e Sobre los chiclayanos, su comportamiento e
higiene indica “parecen
ser gente alegre a la que le gusta gozar la vida… cuatro quintas partes de la
población son indios que viven en casas desprovistas, sin muebles, andan
descalzos y fuera de su sencilla comida no sienten más necesidad que la de
chicha y tabaco… rara vez se sientan en sillas o bancas, y generalmente lo
hacen en el suelo, sobre esteras… si se enferman no llaman nunca al médico… usan
hierbas medicinales recogidas en la región, o se abandonan a su suerte, sin
probar remedio alguno, salvo la quinina. El uso de esta se ha generalizado y se
la toma sin consulta médica y sin dosificación”.
A lo anterior podemos
agregar algunos pasajes de la descripción por Demetrio Carvallo al Coronel
Patricio Lynch en 1883 y que son sintetizadas por Miguel Díaz en los siguientes
términos: “Las casas albergaban corrales de aves y ganado y se habían
convertido en nidos de roedores y bichos diversos; empezaba a notarse con
claridad la relación de las enfermedades estomacales con el consumo de agua de
acequia y de esa observación surgió la advertencia de hervirla y colarla en
piedras porosas para despojarla de sus ´partes
groseras´ y así evitar la disentería, la tifoidea y otras enfermedades
diarreicas agudas. Otra mala costumbre era la de quemar la basura en la calle
favoreciendo sin quererlo la propagación de enfermedades respiratorias y alérgicas
como bronquitis, tuberculosis pulmonar y asma. Por otra parte, el hábito de
defecar y orinar en las calles complicaba la salubridad pública; muchas
viviendas carecían de un cuarto especial para esas necesidades, falta que era
suplida principalmente con el uso de bacines. Como es de suponer, se reclamaba
a las autoridades municipales por quienes debían procurar un aire sano a toda
la población evitando las ´emanaciones
miásmicas´ “
En estas condiciones, la
fiebre amarilla, “enfermedad vírica aguda,
hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados”[3] tuvo el caldo de cultivo
para propagarse en la ciudad.
La Fiebre Amarilla y sus Estragos en las
Fuerzas de Ocupación
Al momento de la ocupación chilena de Chiclayo, la fiebre amarilla hacía
estragos en medio de la población que, “acostumbrada” al rebrote de la enfermedad
debido a epidemias anteriores (1852 – 1854), tomaba con cierta naturalidad el
tratamiento de la misma. Usaba, entre otros medios curativos, la quinina
(conocida desde tiempos ancestrales) y plantas medicinales autóctonas.
Sobre el inicio de la gestión como jefe político y militar de Chiclayo,
Patricio Lynch refiere que Demetrio Carvallo “(asumió el cargo) en
circunstancias difíciles, pues aún no se había extinguido la epidemia de fiebre
amarilla… ha llenado una ruda y pesada tarea”. Entre los chilenos,
desacostumbrados a este tipo de eventos, las bajas fueron notables, conduciendo
a la muerte al antecesor de Demetrio Carvallo, Don José Umiel Urrutia.
Lynch (1883) afirma: “Como era natural, Carvallo, se dedicó con mayor
empeño a implantar hábitos de aseo e higiene, dictando, al mismo tiempo,
medidas conducentes a poner término a la epidemia de fiebre y evitar mayores
males para lo sucesivo. Comenzó por hacer destruir los muladares y formar
cómodos y espaciosos hospitales y cuarteles, distribuyendo además
convenientemente el servicio sanitario”.
Es muy claro que las medidas aplicadas por los chilenos en cuanto al
ornato e higiene en la ciudad de Chiclayo tienen estrecha relación con la
epidemia de fiebre amarilla y las bajas producidas en su propia fuerza militar.
Sin embargo, es innegable que las medidas tomadas, aunque generaron el rechazo
de los ciudadanos por las obligaciones generadas (trabajo forzado y pago de
tributos) concluyeron resultando, también, positivas para controlar y evitar la
propagación de la enfermedad.
Los chilenos culparon de la epidemia a las antiguas autoridades peruanas “las epidemias han tomado un carácter endémico
en esta región de las costas del Perú por el culpable abandono en que se han
mantenido a los pueblos”
Carvallo destaca que “la policía de aseo no era conocida y los
desperdicios orgánicos de las poblaciones se amontonaban en los suburbios o en
los sitios eriazos, convirtiéndolos así en repugnantes muladares… los sembríos
de arroz que llegaban hasta sus murallas, por su especial cultivo, envolvían a
los pueblos en una sábana de agua estancada durante los meses más fuertes del
calor, colocándolos así bajo la mortífera influencia de sus emanaciones” luego concluía diciendo “…no es extraño,
entonces, que en los primeros meses del año último recibiéramos el tremendo
azote que tantas y tan sensibles bajas ocasiono en estas guarniciones”
En una cronología es posible apreciar las medidas más importantes tomadas
por el jefe político y militar chileno:
a)
El 15 de mayo de 1882, luego de un mes de
permanecer postrado debido a la misma enfermedad, ordenó a la población las
siguientes medidas de higiene:
1.
Blanqueo y friso de alquitrán en las casas.
2.
Fumigación con azufre u otra materia
desinfectante.
3.
Desinfección periódica de escusados.
4.
Dar cuenta por los vecinos de los atacados de
fiebre que hubiese en sus casas.
5.
La misma medida por médicos en ejercicio de sus
funciones.
6.
Nombrar una comisión vigiladora de la higiene
interior y exterior de las propiedades.
b)
El 22 de mayo se conforma una junta de
facultativos para que visiten los centros de expendio de drogas (medicinas)
para determinar su eficacia y el conocimiento sobre las mismas que tengan los
responsables o encargados de dichos establecimientos. Médicos chilenos que
prestaron servicio en esta coyuntura fueron: Dr. Alberto Zenteno Barros y Dr.
David Perry.
c)
El 31 de mayo se ordenó que todos los días lunes
de cada semana se reunieran los indios en cada comunidad llevando herramientas
necesarias para la erradicación y traslado de los muladares existentes dentro
de la población y sus alrededores.
d)
El 11 de octubre se prohibió la siembra de arroz
en todo el departamento hasta dar cuenta del estado de las acequias.
Un hecho digno de resaltar es la pavimentación y empedrado de más de sesenta cuadras en las calles de Chiclayo y el traslado en "carretadas" de la basura acumulada en la ciudad a una zona en las afueras, posiblemente en la que hoy en día es la Urbanización Patazca.
Un hecho digno de resaltar es la pavimentación y empedrado de más de sesenta cuadras en las calles de Chiclayo y el traslado en "carretadas" de la basura acumulada en la ciudad a una zona en las afueras, posiblemente en la que hoy en día es la Urbanización Patazca.
Conclusiones
1. Las fuerzas de ocupación chilena en Chiclayo
fueron víctimas de la fiebre amarilla debido a las condiciones de ornato e
higiene en la ciudad y, fundamentalmente, a su falta de defensas orgánicas ante
tal enfermedad.
2. Las medidas tomadas por Demetrio Carvallo,
jefe político y militar en la segunda ocupación de Chiclayo, fueron realizadas
primero para evitar más bajas en el ejército de ocupación y, luego, solo por
extensión en beneficio de los pobladores de la ciudad. Ese fue el orden lógico que
motivó la dación de las ordenanzas.
3. La fiebre amarilla, como enfermedad
epidémica, atacó Chiclayo y la región de Lambayeque en varias oportunidades,
desde tiempos coloniales hasta las primeras décadas del siglo XX. Solo con el
mejoramiento de las condiciones de ornato e higiene se ha convertido en una
enfermedad, literalmente, inexistente en nuestra ciudad y región.
[1]
Ver en vídeo de presentación del relato “Nosotros también luchamos en Chiclayo”
la participación de Miguel Díaz quien hace referencia al hecho. Dicho video
puede ser recuperado en http://www.youtube.com/watch?v=thAR_F3bkcE
[2]
Médico e investigador alemán radicado en Lima y que realizó visitas a diversas
zonas del Perú luego sintetizadas en la Obra “Perú” (1894). Para el caso de Lambayeque
se ocupó en describir los pueblos y ciudades, estudiar sus costumbres, idioma,
entre otros menesteres. Su obra es vital para la comprensión de la historia
lambayecana de finales del siglo XIX. Más información al respecto en http://historiacienciadevida.blogspot.com/2012/04/ernest-wilhem-middendorf-observaciones.html
[3]
Definición de la Organización Mundial de la Salud en su nota informativa N° 100
de Mayo del 2013. Sobre el término “amarilla” que alude a la ictericia que
presentan algunos pacientes.
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