Por:
Martín Cabrejonández
“El imperio se ha roto, quedan montes y
ríos;
Marzo, verde marea, cubre calles y
plazas.
Dureza de estas horas: lágrimas en las
flores,
Los vuelos de los pájaros dibujan
despedidas.
Hablan torres y almenas en las flores,
Los vuelos de los pájaros dibujan
despedidas.
Me rasco la cabeza, cano y ralo mi pelo
Ya no detiene el tenue alfiler del
bonete”
Poema:
“Primavera cautiva”
Autor:
Tu Fu.
Introducción
En
su trabajo “Los Chinos en Hispanoamérica” el Dr. Diego L. Chou nos da a conocer
que los primeros chinos llegaron al Perú en tiempos coloniales a través de
México. En 1613 existían en Lima 38 chinos dedicados a zurcir medias y a la
costura, siendo maltratados por mestizos y negros libres. En el Perú eran
conocidos como “indios chinos” o, simplemente, “chinos”. Se apreciaba su
rapidez en trabajos artesanales y oficios humildes. El Virrey Ambrosio
O´Higgins (gobernó entre 1796 y 1801) tuvo la idea de poblar los valles de la
costa con culíes, al enterarse que en Manila (a cambio de un contrato
razonable) los chinos tenían mayor rendimiento que los negros esclavos.
Entre
1849 y 1874 arribaron al Perú entre 80 mil y 100 mil culíes. Inicialmente, el
motivo fue la crisis de mano de obra agrícola por la manumisión de esclavos
decretada durante el gobierno de Ramón Castilla. El Congreso aprobó la “Ley General
de Inmigración” el 17 de noviembre de 1849, iniciándose la importación de
chinos a Lima y La libertad; concesión otorgada en exclusividad a Don Domingo Elías
y Don Juan Rodríguez.
Los
chinos eran hacinados en barcos y transportados en una infernal travesía que
duraba 120 días. Luego de pasar por cuarentena, muchos de ellos, eran expuestos
ante clientes que pagaban entre 350 y 500 soles por el contrato de un culí. Los
importadores ganaban entre 200 y 250 soles por individuo colocado. Los destinos
y, por lo tanto la calidad del trabajo, podían ser las islas guaneras, las
plantaciones azucareras y algodoneras de la costa y las zonas de la costa o la
sierra en que se construyeron ferrocarriles.
La
vida de los culíes fue lamentable. Se les entregaba ropa solo dos veces por
año. Diariamente, para su alimentación, recibían libra y media de arroz sin
carne. En las islas guaneras debían extraer 5 toneladas de guano por día, los
siete días de la semana. En las haciendas de la costa laboraban entre 10 y 12
horas al día y, luego, eran encerrados en galpones vigilados (para evitar las
fugas). Al interior de los galpones, así como se producían amistades y
nostalgias con respecto de la tierra natal, destacaban el hacinamiento, la
promiscuidad, las enfermedades y el consumo de opio. El Perú promovió la compra
de opio a Inglaterra, la cual aumentaba proporcionalmente al aumento de los inmigrantes
chinos. Meagher (citado por Pablo Macera) señala que en un periodo había no
menos de 50 mil fumadores de opio en el Perú.
La
mala situación provocó reacciones: el cimarronaje o fuga de las haciendas, lo
cual motivó que 5 a 10 personas tuvieran como única responsabilidad perseguir
chinos cimarrones en varias haciendas. Los tumultos y rebeliones, de influencia
local. Los suicidios entre los inmigrantes chinos: algunos se arrojaban al mar
desde las islas guaneras, otros tragaban opio, otros se ahorcaban de algún
árbol en las plantaciones. Lo cierto es que los culíes veían en el suicidio una
forma de escape a la situación desesperada. Algunos pensaron que al suicidarse
resucitarían en su país.
El
incidente del barco “chinero” de bandera peruana María Luz, ocurrido en Yokohama
(Japón) en 1872, fue un catalizador decisivo para el término del tráfico de culíes.
El maltrato a bordo fue revelado por la prensa japonesa y difundido luego al mundo;
esto hizo que la autoridad portuguesa en Macao, bajo la presión internacional, promulgara
un decreto que prohibía el comercio de culíes en esa colonia. De tal manera, a
partir de 27 de marzo de 1874, cuando entró en vigor el decreto, el Perú perdió
su fuente del abastecimiento de brazos. Terminó así el tráfico de chinos, que
había durado casi 27 años. Esto, sumado a la caída del precio del azúcar
provocó una mayor explotación de los culíes, quienes en represalia,
participaron apoyando a las fuerzas chilenas durante la Guerra del Pacífico. A inicios
del siglo XX se reinició la inmigración de chinos al Perú hasta 1930. Se estima
que en 1925 había cerca de 50 mil chinos en nuestro país.
La
información anterior, proporcionada por Diego Chou, será ampliada con
información local, de la ciudad de Chiclayo y la Región de Lambayeque, con la
finalidad de descubrir las penurias, proceso de asimilación y mestizaje,
desarrollo, habilidades y contribución a nuestra cultura de los ciudadanos
chinos en nuestra tierra.
Debo
admitir que la redacción del presente ha significado para el autor una
enseñanza de vida, un motivo de reflexión y el convencimiento de una identidad
mestiza que incluye a los ciudadanos chinos y sus descendientes como parte de
nuestra cultura. La información que brindo, a continuación, ha sido obtenida en su gran mayoría por indagaciones de la joven investigadora Sofía Chávez Melendrez quien prepara con mi asesoría una tesis referente a la Inmigración de chinos a Lambayeque entre los siglos XIX y XX; a quien deseo dar el crédito de una búsqueda sistemática de información sobre el tema que se trata en este artículo, y otra de indagaciones particulares.
1.
Tiendas
y Negocios de Chinos en Chiclayo hasta mediados del siglo XX
La
Guía Comercial e Industrial de Chiclayo del año 1947[1] registra información sobre
los importadores, exportadores, mayoristas e industriales de nuestra ciudad
hasta mediados del siglo XX. En ella se puede notar que se registró a 25 centros
comerciales de ciudadanos chinos residentes en Chiclayo, de los cuales 18 eran
bazares (venta de ropa, telas, “novedades” y zapatos para damas y caballeros);
05 eran tiendas de abarrotes (alimentos, productos de primera necesidad,
conservas, licores, cristalería); 01 era una tienda de compra y venta de
productos del país y 01 era una panadería y pastelería (“El Pacífico”). Los negocios
antes mencionados se ubicaron principalmente en las calles Alfredo Lapoint (13);
Lora y Cordero (04); Vicente de la Vega (02); Elías Aguirre (04) y José Balta
(02).
Sobre
los ciudadanos chinos dedicados al comercio minorista, artesanía y pequeñas
industrias, en el documento se registra 40 centros comerciales, de los cuales
22 eral pulperías, 03 eran bares, 02 eran chifas, 02 eran panaderías, 02
peluquería, 09 eran hostales, hospedajes o pensiones. Se ubicaron en la Calle
José Balta (12); Vicente de la Vega (05); Juan Cuglievan (04); Siete de Enero
(05); Lora y Cordero (04); Alfredo Lapoint (03); Elías Aguirre (01); Saenz Peña
(01); Cristobal Colón (01); Parque Obrero (01); Torres paz (01); Dallorso (01);
Francisco cabrera (01).
Los
negocios de chinos en la región no solo se instalaron en la ciudad de Chiclayo.
En Lambayeque se instalaron 12 negocios: 05 pulperías, 04 tiendas de abarrotes
y 03 bazares. Mientras en Ferreñafe se instalaron 07 negocios: 05 tiendas de
abarrotes, 01 peluquería y 01 pulpería[2].
2.
El
arribo a Lambayeque y la integración de los inmigrantes: Contrata de Chinos en
las Haciendas y estilos de vida en la Región.
El periódico “La Estrella
del Norte” fechado en Lambayeque el 16 de diciembre de 1849[3] indica que, cuando Lambayeque
formaba parte del Departamento de La libertad, los responsables del traslado,
por contrata, de ciudadanos chinos a esta parte de Perú fueron los señores
Elías y Rodríguez. Un aviso publicado por ellos en el periódico indica lo
siguiente: “Habiendo obtenido los que suscriben un privilegio exclusivo del
Soberano Congreso para la internación de colonos chinos en los departamentos de
Lima i la Libertad, hemos autorizado al Sr. D. José Sevilla para que en
representación nuestra pueda celebrar contratas sobre el particular en el
departamento de la Libertad. Las personas que quieran o necesiten algún número
de dicho colonos, podrán dirigirse al referido Sr. Para tratar sobre las condiciones de dicha
colonización, no siendo de más indicar que los chinos son mui laboriosos, inteligentes
i dóciles, que sus contratas son por cinco años de servicio, i que el salario
mayor que disfrutan es de cuatro pesos mensuales, siendo de la obligación de
los patronos alojarlos, mantenerlos i curarlos en sus enfermedades cuando estas
no son causadas por vicios suyos. Lima 17 de Noviembre de 1849. Domingo Elías -
J. Rodríguez”.
Según Teodoro Rivero Ayllón[4] “Los primeros chinos
arribaron al Perú por 1849. Para 1853 ya había más de 1 500. Sólo entre 1861 y
1872 desembarcaban 58 646. Venían todos
ellos de Cantón, desde las apacibles orillas del Si-Kang. Se adaptaron con
facilidad al Perú. Procrearon, se amestizaron. Tomaron, muchos de ellos, por
apellido, los de sus amos y padrinos. Gran parte de aquella ola inmigratoria se
estableció en estos valles lambayecanos y en el vecino valle de Chicama. En la
Hacienda Tulape (después Roma) un letrero anunciaba Se paga mil soles por cada chino
cimarrón”
Afirma Rivero Ayllón que “En
Lambayeque la primera hacienda fue importó chinos fue Pátapo. Hacia 1891, solía
verse a estos infortunados, en condición miserable. Trabajaban como esclavos,
encadenados, al pie del conductor de la
caña de trapiche. Otros se instalaron en Chiclayo y abrieron tiendas de
comercio, bares, chifas. Tenaces, laboriosos, hicieron alguna fortuna y
volvieron a Cantón, a las nostálgicas riberas del Si Kiang, o radicaron
definitivamente en Chiclayo. Para su diversión se presentaban con periodicidad
compañías de teatro chino: Pon You Tin, nombre que el público, que acudía todas
las noches, deformó graciosamente en Tu Tu Chang por el sonido monótono de los
instrumentos de la orquesta”.
En “El Chiclayo que se fue”
de Don Miguel Díaz (1973); el autor indica que: “Los emigrantes chinos que
vinieron a trabajar en las haciendas se concentraron en la calle Santa Catalina entre Balta y
Teatro en la cuadre del Mercado Central y dado la cantidad de chinos le
pusieron calle Cantón, allí hubo fumaderos de opio, además hicieron casas de
juego donde se jugaba La charada. En una
Esquina de la calle Francisco
Cabrera había una pulpería de un chino. Un grupo de inversionistas extranjeros
y peruanos se dedicaron a este gran tráfico humano logrando entre los años 1847
y 1879 traer al Perú 100 mil chinos culíes. La justificación para la llegada a
nuestro país de estos obreros, era la mano de obra barata. Muchos de estos
chinos llegan a trabajar a Pomalca, en condiciones muy duras”.
Las condiciones de la
contrata de culíes es narrada por el historiador Juan Candela en el artículo “La
Contrata de los culíes”: La contrata no empezaba en Perú, sino en la propia
China, a través de un enganchador o reclutador que buscaba chinos “dispuestos”
a venir a Perú… Los culíes que se embarcaban hacia nuestro país recibían un
adelanto, el cual se les descontaría de sus pagos a lo largo de la aplicación
de la contrata; si las condiciones del contrato decían que el culie debía pagar
su pasaje, y éste era pobre, quien lo habilitaba era el empresario contratante
y con esto lo enganchaba por más tiempo, debido a que la deuda se hacia más
grande y podía seguir creciendo con otros adelantos que le podrían dar.
Los trabajadores chinos al
llegar al Perú eran traspasados a terceros que necesitaban su mano de obra… los
precios para su comercialización variaron desde 250 pesos en un inicio hasta
450 pesos en 1874, en este momento es cuando los “empresarios” recuperaban sus
inversiones y los culíes se convertían prácticamente en un producto que se
podía vender… debían de trabajar por 8 años en la actividad que hubiese
acordado (mayormente agrícola), además el patrón debía de pagarle al chino un
peso cada mes, también debía de darle ropa (dos veces al año) y una frazada al
año. La alimentación del chino también corría por parte del patrón. El pago al
culí era con efectivo, en especies (ropa, comida) o en servicios (salud y
vivienda)…luego de los ocho años de contrato el chino debía de quedar libre,
sin embargo los hacendados se ingeniaron la recontrata para no perder
drásticamente su mano de obra; según Rodríguez Pastor si hubiese sido por los
hacendados nunca hubiesen liberado a los chinos, sin embargo conocían que los
culíes conocían sus derechos”[5].
En documento fechado en
Cayaltí el 01 de Junio de 1874[6], se indica: “Contrata de
asiáticos: Treinta contratas por el término de uno y medio años. Ciento treinta
y cinco por el término de un año. Treinta y uno por el término de dos años. Treinta
y siete por el término de cuatro años. Setenta por el término de cinco años. Sesenta
y cuatro por el término de seis años. Ciento cincuenta por el término de ocho años”.
El trabajo de José Gómez
Cumpa e Inés Bazán Alfaro, titulado “Capitalismo y Formación Regional: Chiclayo
entre los siglos XIX y XX” indica las cantidades de trabajadores chinos en las
haciendas de la región en 1874:
·
Hacienda Samán: 30 culíes.
·
Hacienda la Otra banda: 10 culíes.
·
Hacienda Calupe: 30 culíes
·
Hacienda Casa Blanca: 20 culíes
·
Hacienda San Bartolo: 00 culíes
·
Hacienda Palomino: 60 culíes
·
Hacienda San Antonio y Salitral: 12 culíes
·
Hacienda Almendral: 40 culíes
·
Hacienda Pucalá: 64 culíes
·
Plantación Pomalca: 255 culíes
·
Plantación Cayaltí: 530 culíes
·
Plantación Pátapo: 420 culíes
·
Plantación Tumán: -----
·
Plantación Úcupe: 192 culíes
El Semanario “El Taymi” en
su edición del 06 de noviembre de 1890 indica una de las actividades a la que
se dedicaron los ciudadanos chinos en Ferreñafe: “Todos conocen la costumbre
que han adoptado algunos asiáticos residentes en esta localidad, de situarse
todas las noches en uno de los lados de la plaza de armas con una especie de
tendejones ambulantes, en que depositan
los útiles necesarios para el expendido de bebidas refrescantes. Nada
tendríamos que censurar de esta costumbre, si aquellas bebidas ofrecieran las
garantías necesarias para la salud pública; pero es el cado: que son tales los
ingredientes con que coloran sus bebidas, que los consumidores se ven en
grandes apuros para lograr que desaparezca el tinte que les deja en los labios.
Bueno sería que la H. municipalidad tome cartas en este asunto, velando así por
la salubridad pública. Hágase la inspección del caso, y no se consienta la
venta de esas bebidas sin previo el examen correspondiente”[7].
Una costumbre traída por los
chinos a nuestra región, al inicio del proceso migratorio, fue la práctica de
juegos de azar y el consumo de opio. Dichas costumbres no eran extrañas en el
país asiático; sin embargo, en el Perú fueron prohibidos por ley al
considerarlos reñidos contra la moral y las buenas costumbres. Diversos medios
de comunicación de inicios del siglo XX dan cuenta de dichas prácticas:
La Revista Centenaria (1935)
editada por Don Nicanor de la Fuente refiere que: “Cantón, Se llamaba así a lo
que más tarde fuera la calle santa catalina y que, en la actualidad, es Lora y
Cordero, porque en esa calle habitaban la mayor parte de los chinos de la
ciudad y en donde estaban ubicados los fumaderos y casa de juego de los
asiáticos”.
Don Miguel Vargas Gárate en el
semanario “La Voz de Lambayeque” (1924) indica: “El 2 del presente fueron
sorprendidos en la Beneficencia china, a
las 4 de la tarde, en número de trece asiáticos, so pretesto de celebrar el año
nuevo. El sub prefecto accidental don Oscar Walter, con dos gendarmes, tomóles
en infragante delito de juego y se les decomisó la suma de $ 62 y centavos, los
cuales han pasado a la caja de la Beneficencia de Lambayeque. El juez del
Crimen Dr. Cenón Cansino les ha tomado a cada uno su instructiva y han pasado a
la reja hoy 4 del pte. Se les ha encontrado naipes chinos, fichas, botones,
piedrecillas, granos de maíz (equivalencias de dinero.) También se les han
encontrado lámparas, cachimbas, un frasquito conteniendo opio cuyo artículo
está terminantemente prohibido fumar. Por los datos obtenidos al respecto, no
nos cabe un gerónimo de duda que el señor juez ha descubierto delincuencia en
estos sujetos y cabe aplicarles castigo que la ley les impone para escarnio y
ejemplo de otros que más tarde intenten obtener dinero por los medios vedados
que la moderna civilización y la cultura de los pueblos adelantados rechaza y
repudia. Nosotros enviamos desde estas columnas un voto de aplauso a las
autoridades políticas y judiciales por las severas medidas adoptadas sin
ambages, en reprimir el crimen del juego que redunda en desprestigio de los
países que como el nuestro va cada día a la vanguardia de los civilizados”.
El diario “El Departamento”
(1916)[8] da cuenta que “El inspector
del ramo ha hecho desinfectar blanqueando todos sus compartimentos, las casas
que posee en la calle de “San Pedro” la Sociedad de Beneficencia. Idéntico
procedimiento se ha seguido con los fumaderos chinos que antes existía en la
calle Santa Catalina”.
El cuarto número de la
Revista “Integración” de julio del 2009, registra importante información sobre
los ciudadanos chinos en Lambayeque. “Los inmigrantes chinos se integraron al
entorno y contribuyeron a forjar la ciudad. Su presencia dinamizo la economía
local. Sus técnicas de venta y cobranza revolucionaron la actividad comercial. Trabajar
bajo la modalidad de crédito y la consignación sirvió a los chinos para ingresar a un mercado que
entonces era manejado por la población local. El sistema consistía en dejar sus productos
recibiendo de antemano sólo una cantidad de dinero que podía ser referencial y
al cabo de un tiempo regresar para cobrar el pago del valor total. Las ofertas
y el cobrar menos que los demás fueron sus principales armas para posicionarse
y obtener una numerosa clientela. Con el pasar de los años, el negocio creció y
se convirtió en uno de los principales de la ciudad, incluso llegó a ser
miembro importante de la cámara de comercio de la región. En la actualidad aún
funciona en Chiclayo una ferretería que pertenece a sus descendientes. Los
inmigrantes chinos hicieron del comercio una actividad cotidiana y fluida. El
trato de los comerciantes chinos con sus clientes fue más personalizado.
Convirtieron el comercio en una actividad diaria en la vida diaria de los
pobladores, quienes estaban acostumbrados a un intercambio comercial más
colectivo… Solo a partir de 1870 los chinos laicos y cristianos pudieron ser
enterrados en los cementerios civiles y religiosos. Antes de ello se los
sepultaba en las haciendas.”
3.
Otros
datos de importancia[9]
·
En 1864 se fundó la "Sociedad de
Beneficencia China Chun Wa Huy Kung" de Chiclayo, siendo Don Puy Mau su
primer presidente. Compran un local en la calle Vicente de la vega a 6500 soles
obtenidos por cuotas voluntarias de los asociados. Contaban con dos amplios
salones de recepción, departamentos para huéspedes, templo
("Guangong"), etc.
·
En 1886 en las instalaciones del actual
Teatro Municipal ("Dos de Mayo") funcionó la primera compañía teatral
china, integrada por once artistas venidos de Asia. Entre ellos "un
injerto" natural de Pacasmayo que, mientras se educaba en China, al
conocer que viajaba un conjunto artístico al perú, se enroló en el actuando con
mucho éxito. El público bautizó a la compañía como "Tu tu chan" (derivado
del sonido monótono de los instrumentos de la orquesta). Su verdadero nombre
era "Pon You Ting".
·
La Colonia China contó con un moderno
hospital ubicado en la esquina de la calle Siete de Enero y la avenida Pedro
Ruiz en el antiguo barrio de "Chiclayo chiquito" que es hoy la zona
donde se ubican el "Parque Obrero" y la Capilla de la Calle Leticia,
cerca al Coliseo Cerrado. Dicho nosocomio tenía todas las comodidades, atendía
a los ciudadanos chinos en condición de pobreza y costó a la "Sociedad de
Beneficencia China" la cantidad de 7800 soles. Tenían los chinos un total
de 67 pulperías en la ciudad de Chiclayo.
·
El local actual de la Colonia China ubicado
en la cuadra 9 de la calle Vicente de la Vega, fue construído durante la
gestión de César Koo y Enrique Chu Kuong, el año 1963. La moderna construcción
fue apadrinada por Eduardo De La Piedra y Cecilia de De la Piedra.
·
Algunas de las familias chinas más
reconocidas son los Li, Fong, Yep, Wong, Chu, Mau, Kong, Sam, Loo, Chung, Lau,
entre otros.
·
En Lambayeque los chinos representaban el 34%
de la población total del distrito de Zaña; 28% de Lagunas;8% de Jayanca; 5% de
Chiclayo y menos del 5% de Lambayeque, Ferreñafe, Eten, Chongoyape, Pacora,
Motupe, Olmos, Monsefú, Mochumí, Salas, Reque, Mórrope, La Isla de Lobos y San
José.
·
Casi el 60% de chinos estuvo concentrada en
las haciendas cañeras de Lambayeque, entre ellas: Pátapo, Tumán, Cayaltí,
Chumbenique, Oyotún, Pucalá, Sipán, Úcupe, Batán Grande, Viña, Pomalca, Combo,
Samán, Capote, San Nicolás, Cascajal, Chinche, Racali, Sincapi, Sucha,
Callanca, Canchachalá, Cita, Chillama, Huanama, Huillamba, Moyán, Nocce,
Puchaca, Quipampa, Ramada, Santa Lucía, Sucho, Totoras y Yermán.
·
Los mayores beneficiarios de su trabajo
fueron los hacendados Salcedo, Larco, Gutiérrez, Buenaño, Leguía, Vértiz y
Mayorga.
4.
A manera
de conclusión
El ex ministro de Relaciones
exteriores peruano, José Antonio García Belaunde, durante una visita a China en
Marzo del 2010, recordó que un quinto de la población peruana tiene sangre
china. En Lambayeque, dicha proporción es también notoria.
Son innegables los aportes
de los ciudadanos de origen chino y sus descendientes a la cultura regional y
nacional; como lo es también la admiración que produce su disciplina, habilidad
y disposición al trabajo que les ha valido para convertirse en una comunidad
próspera en nuestro ámbito local.
Las penurias que les tocó
vivir deben ser motivo de reflexión en tiempos que demandan una cultura de paz.
Y los estudios con respecto de sus aportes no deben cesar, quedando pendiente
para el autor del presente la elaboración de un trabajo sobre la Colonia China
de Lambayeque, entidad respetable de gran antigüedad y de aporte indesmayable
en beneficio de la cultura en nuestra ciudad.
[1]
Información publicada en el documento ANUARIO DE LAMBAYEQUE 1947, editado por
la editorial MINERVA.
[2]
La información aquí proporcionada viene siendo trabajada en detalle por la investigadora
Sofía Chávez Melendrez quien prepara una tesis sobre la Inmigración China a
nuestra región.
[3]
Ver N°102 “Estrella del Norte” año II trimestre IV; en Archivo Regional de
Lambayeque.
[4]
Ver en “Lambayeque: Sol, flores y leyendas” (1974)
[5]
Ver “La Contrata de los Culíes” de José candela en http://cronicasdeperu.blogspot.com/2008/10/la-contrata-de-los-culies.html.
[6] Ver Haciendas y comunidades. Fondo documental. Sección Cayaltí. Serie 1832. Fechas extremas: 02. Archivo
Regional de Lambayeque.
[7]
Ver N°33 “El Taymi “ (publicación semanal) año I del 06 de noviembre de 1890,
en Archivo Regional de Lambayeque.
[8]
Ver diario “El Departamento” año IV N°193 del 05 de julio de 1916; en Archivo
Regional de Lambayeque.
1 comentario:
Interesante información que refleja el mestizaje en el Perú. Excelente artículo.
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