La región
geográfica de Lambayeque, por su ubicación costera, tiene playas innumerables
que, a lo largo de nuestra historia reciente, han sido puntos de atención de
paisanos veraneantes. Ante el mar, como ante Dios, todos somos iguales. A
continuación, muestro crónicas y reportes de prensa local y nacional sobre las
temporadas de verano entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX. Les
invito a disfrutar en estas líneas de las costumbres (casi extinguidas) que el
verano traía consigo en las playas de Pimentel, Eten, Santa Rosa y San José que
eran los puntos de encuentro de lambayecanos deseosos de aire puro, sol radiante,
buena comida, diversión y relaciones sociales.
En diciembre de 1913, el periódico El
Progreso de Chiclayo del 23 y 26 de diciembre, anuncia el inicio del verano o temporada
de baños 1914. Un aviso de Luis Navarrete Guzmán ofrece en venta diversos y
necesarios productos a los veraneantes de Eten, Pimentel, Santa Rosa y San
José. Otro aviso hace mención al tren de baños, servicio especial del ferrocarril
de Eten que se iniciaba el día 1 de enero a costo reducido y con servicio de
ida a las 8 de la mañana y regreso a las 11 de la mañana por dicha temporada de
sol.
En 1917, la Revista
Variedades de Lima indica que “la temporada en Eten es intensísima en vida
social… llena de paseos, de fiestas, de atractivos, es realmente encantadora y
en ese puerto se pasan ratos realmente agradables”. La revista menciona los
nombres de algunos distinguidos lambayecanos que fueron asiduos veraneantes:
Augusto León; así como las familias Barandiarán, del Castillo, Laca, Noya, entre
otras. En 1918, la Revista Variedades (fechada en 09 de marzo de dicho año)
afirma que distinguidas familias de Chiclayo y Lambayeque han acudido con mayor
animación que otras temporadas a la playa de Eten organizándose frecuentes bailes,
paseos y fiestas, como las realizadas los días 10 y 12 de febrero. Una de
ellas, la más sonada de aquel año, fue la del 10 y concluyó en la caleta (llamada
así por aquel tiempo) de Santa Rosa con un origina banquete realizado a mitad
de la calle. Afirma que el lugar al que acudía la crema innata de la sociedad
lambayecana fue Eten. Esto no fue casual, existen fotografías de Noya (1916) que
muestran comparsas, fiestas de máscaras y otras demostrando que Eten fue el
balneario de moda desde, por lo menos, el año 1910.
Para 1921, la
Revista Mundial de Lima presenta imágenes del fotógrafo Rómulo Menchola
(afincado en Chiclayo) y afirma que los principales centros de veraneo del
departamento fueron Eten y Pimentel. Destaca la presencia fluida de “caras bonitas”. En la Revista Mundial, de Lima, fechada 07 de abril de 1922;
se publicó el artículo "Impresiones del viaje del señor Luis José de
Orbegoso" en dicho artículo se hace referencias a Eten y Pimentel. Sobre
Eten, menciona “no ha cambiado absolutamente nada la fisonomía y prácticas en
este antiguo puerto del departamento de Lambayeque”; y, sobre Pimentel, “cuando
conocí por primera vez esta antigua caleta, era un lugar completamente desolado…hoy
ha cambiado completamente (destaca su modernidad”.
Hacia inicios de
la década de 1930, el balneario de moda fue Pimentel. El periódico Ahora de
Chiclayo del 11 de diciembre de 1933, afirma: “La temporada de verano en Pimentel
se inicia – no obstante, la variación del tiempo, la temporada de verano se ha
iniciado en el vecino puerto de Pimentel. El día de ayer se notó gran
concurrencia de veraneantes, numerosas chicas se bañaron ofreciendo con la
diversidad de los colores de sus vestidos animación y alegría”. A inicios de la temporada de verano
de 1934 en Pimentel, el periódico Ahora de Chiclayo del 18 de diciembre de
1933, critica el mal estado del camino a dicho puerto, se anuncia la apertura
del Hotel Comercio y del salón de Juanito León (sic) "ubicado donde quedó
el salón de Finetti Paz" y se hace énfasis en la dificultad del tránsito
para los ómnibus (góndolas) del señor Orderique que hacían servicio entre
Chiclayo y dicho distrito. Sin embargo, sobre la expectación por la temporada,
indica “la temporada veraniega que se avecina cobra especial animación en
Pimentel, muchas familias han tomado casa, se ha notado cierto número de bañistas
y la vida nocturna en el puerto es alentadora…”
Mientras tanto en Chiclayo, según
reportó el periódico El Bien Agrícola del 19 enero de 1939, al inicio de la
temporada de verano (como solía ocurrir por esas fechas) la municipalidad de
Chiclayo ordena limpiar las letrinas, corrales, establos, pesebres, chicheríos,
panaderías, dulcerías, heladerías, salones, restaurantes, bodegas,
establecimientos de venta de mortadela, jamón, carne, mantequilla... Se pidió
adecuada limpieza y refrigeración por el inicio de la temporada de verano.
Lo cierto es que, contra el mar
infinito, como contra el hombre y la historia; el tiempo inexorable en su dinámica
infinita, tampoco puede. Las personas, buscamos en el mar la paz, imágenes
preciosas para el deleite y, a lo mejor, el encuentro reflexivo con si mismo,
con Dios, con la eternidad. Que tu vida siempre sea verano.