sábado, 2 de diciembre de 2023

Desórdenes religiosos: La expulsión de curas franceses en Chiclayo, 1919.

 

Parque principal de Chiclayo, año 1919.

A propósito de la llegada de sacerdotes franceses a Chiclayo en 1913, el Periódico chiclayano "La Abeja" del 08 de junio de 1913, publica la nota titulada "¡Alerta!, Sacerdotes extranjeros como párrocos de Chiclayo" en la que sale en defensa de los sacerdotes peruanos salientes; Villavicencio y Torres. Culpan al Obispo de Trujillo (Manuel Santiago Medina y Bañón) y reclaman acción a las autoridades "Como lo hizo el Dr. Leguía y Martínez cuando fue Prefecto de Piura, que no dejó ejercer el ministerio a los Redentoristas" (Ver: "Disturbios en Chiclayo" de Miguel Díaz T.) Desde el 18 de abril de 1919, se producen disturbios en la ciudad debido a los "cambios" ejercidos por tres sacerdotes franceses respecto a costumbres y tradiciones católicas de la ciudad. Los hechos concluyen con la muerte de tres manifestantes y la huida, por el Puerto de Eten, de los sacerdotes Cipriano Casimir, León Bon y Dionisio Jonneretop. El 28 de abril de 1919, Se abre, de oficio, un juicio por lesiones y maltratos en perjuicio de los sacerdotes franceses como víctimas en los disturbios en Chiclayo en viernes santo. Fue juez del crimen Don Augusto Llontop. Ya, desde el inicio, el año 1919 se mostró convulsionado en lo político con una mayoría (entre la población) proleguiísta, antipardista y antiaspillaguista; y por la exigencia de la población del cumplimiento del decreto de exhumación y homenaje a los restos de los próceres de la Independencia de Lambayeque.


Inicio de los deslucidos oficios de Semana Santa de 1919 en Chiclayo

La Revista Variedades de Lima, fechada en 10 de mayo de 1919, afirma "Los desórdenes religiosos en Chiclayo. Ha sido tema de vivos comentarios los desórdenes religiosos ocurridos en la ciudad de Chiclayo hace una quincena, más o menos, y de resultas de los cuales han tenido que abandonar esa ciudad los curas franceses a quienes se había confiado los servicios parroquiales. Los desórdenes, que culminaron en un conflicto entre la tropa y el pueblo en el que hubo dos muertos y muchos heridos, se debieron a que la autoridad secundó a los curas franceses en su propósito de impedir la salida de una procesión nocturna de Semana Santa. La idea en sí es excelente, pues toda fiesta religiosa nocturna debe abolirse, pero parece que se tropezó ante la fe y el apego a la tradición inquebrantables de las clases populares de Chiclayo y hay que notar también que la autoridad estuvo muy precipitada ante el temor de que la procesión degenerara en manifestación antigobiernista, como se afirmaba".

Disturbios en Chiclayo, 1919

                                                         Manifestaciones cerca del Parque principal


El 31 de mayo de 1919, el periódico satírico “El diablo predicador” de Chiclayo, publica una sátira sin autor tras la expulsión de los curas franceses en Chiclayo. La sátira narra los hechos en parte: “Plegaria de una Beata. Canción triste de moda - ¡Que triste vida nos vamos pasando/ las ovejitas de este redil/ desde aquel día de viernes santo/ en que perdimos a Casimir// Era un curita de los que hay pocos/ con más virtudes que Jesucristo/ ¡Que lo regrese, pedimos locos/ hoy de rodillas a taita obispo// El pobrecito que es muy buenmozo/ el, nos amaba con amor santo/ y nos quería con sumo gozo/ que era el encanto de mis encantos/ el, nos sabía corresponder/ y era el consuelo de mi sufrir/ ¡cuándo, curita, te podré ver!/ ¡Curita mío, mi Casimir!// triste es la vida sin los curitas/ que les contaba la vida ajena/ con mi carita de alma contrita/ me siento triste como alma en pena/ Padre Dionisio, Padre León Bor/ pasamos tristes el mes de mayo/ consuelen pronto mi corazón/ regresen pronto, pronto a Chiclayo// Soy pajarillo que vivo triste/ de rama en rama, vivo llorando/ ¡Oh que tremendo! Cura, te fuiste/ en cruel angustia yo me he quedado/ ya no resisto tanto sufrir/ que se ha secado mi corazón/ ¡Mi padre amado, mi Casimir! / ¡Padre Dionisio, Padre León Bon! // Padres franceses, padres jesuitas/ no nos olviden ¡Ay no, por Dios! / no olviden nunca a sus ovejitas/ vengan prontito, vengan veloz/ Señor Obispo, su señoría/ a vos pedimos de corazón/ que venga pronto mi Casimir/ a consolarme de esta aflicción// Vengan prontito de cualquier modo/ vengan prontito con sumo gozo/ y los herejes muérdanse el codo/ con mi Cipriano, que está buenmozo/ que no resisto tanto sufrir/ que se ha secado mi corazón/ ¡Mi padre amado, mi Casimir! / ¡Padre Dionisio, Padre León Bon! // ”

 

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