viernes, 17 de febrero de 2017

Apuntes históricos sobre los carnavales en Chiclayo


Según el historiador Miguel Díaz Torres, los carnavales de antaño, los viejos carnavales constituían una de las más bellas y atrayentes fiestas de la euforia y el jolgorio popular. Era tiempo de chisguetazos, alegría y  retretas en las plazas y el parque principal, de las máscaras y antifaces, de las comparsas y el desfile del corso con reinas y carros alegóricos, del Rey Momo y los jueves de compadres, de las aventuras amorosas, de los baldazos de agua, de los polvos perfumados. Era la fiesta de la alegría, del alborozo, del buen humor, del jolgorio y la diversión.
Comparsa "El Rey Momo" Carnavales de Chiclayo 1920

¿Qué es el origen de los Carnavales?
Las fiestas de carnaval son “una continuidad de los antiguos Saturnales, las festividades romanas que se celebraban en honor al Dios Saturno” (López, 2012). Con el avance del cristianismo esta festividad tomó auge y se expande con el nombre de Carnavales, término que deriva de las voces latinas “Carnem levare” o “Abandonar la carne”. Esta “despedida” a la carne se refiere al inicio del tiempo litúrgico denominado Cuaresma, tiempo de conversión y arrepentimiento, que se inicia el “Miércoles de ceniza” y concluye el “Jueves santo” con una duración de 40 días.
Carnavales de Chiclayo 1914

Esta “despedida a la carne” implicó de tres a cuatro días de gran celebración. Todo estaba permitido, por eso, los participantes se disfrazaban tapándose el rostro para salvaguardar su anonimato. Hay evidencias que las máscaras y disfraces ya existían desde hace más de 5000 años en sumeria.
 ¿Cómo se celebraran en Chiclayo?
Carnavales de Chiclayo 1958

El insigne chiclayano Miguel García Puémape aporta con sus recuerdos una respuesta a la interrogante: “Era tradicional la elección de "reinas de las carnestolendas" como soberanas por los días del calendario sábado, domingo, lunes y martes, que cumplían actividades sociales programadas por el Concejo Provincial, con acento festivo. Su mandato se expresaba en el Corso Carnavalesco estructurado para disfrute visual de la población, con la participación de pintorescos y simpáticos carros alegóricos participantes de un desfile muy animado cumplido en el circuito Calle Real - Calle San José - Palacio Municipal - Calle San José -Calle Real. Las reinas, sus cortes y lacayos derrochaban simpatía y jugaban carnaval con el público, uno de ellos el lanzamiento de serpentinas de colores. Creo recordar que el Desfile Carnavalesco se efectuaba los martes, porque el día siguiente era el Miércoles de Ceniza”.
Carnavales de Chiclayo 1920

La alegría del carnaval se veía, también, en las celebraciones organizadas por instituciones de diversas épocas: Casino de Pimentel, Aero club de Chiclayo, Casino de Lambayeque, Club de tiro Chiclayo 77, Club Árabe, Club de la Unión, Jockey Club de Chiclayo, entre otras.  En los bailes los asistentes mostraban bellos disfraces y utilizaban chisguetes de éter perfumado y las serpentinas de conversación con sus elegantes mensajes sugerentes. Muy poco alcohol y en abundancia, alegría desbordante.
Carnavales de Chiclayo 1921

Se elegían cinco  reinas: Reina del Trabajo, Reina del Estudio, Reina de Simpatía, Reina Infantil, y Reina del Deporte. El primer día de Carnaval se coronaba a las reinas y se organizaba, el mismo día, una fiesta en honor de cada una. Al segundo día se elegía entre ellas a la Reina de la Ciudad, que vestía de blanco y era coronada por el alcalde de la ciudad. Era acompañada por un precioso séquito de damitas de honor y por las otras reinas quienes vestían de color similar. Las demás noches de carnavales se hacían fiestas en distintas instituciones algunos asistentes vestían elegantes vestidos y smoking, otros (los más jóvenes) asistían en comparsas temáticas disfrazados. Las fiestas las organizaba la Municipalidad, el Colegio San José, los clubes y otras instituciones. Las elecciones más recordadas fueron las de Bertha Moreno Aurich y Elizabeth Sime, ambas en la primera mitad del siglo XX.
Carnavales de Chiclayo 1929

En su artículo “Volverán los viejos carnavales” (La Industria: 30/01/87) el recordado periodista José Arana Cuadra, dice: “Con (el presidente) Leguía se trató de darle mayor calidad social al juego. Eran dos partidos: el verde y el encarnado… En el Parque se formaba como un colchón de casi un metro de alto de serpentinas, no se podía ni caminar, era un mes de locura 
Una fiesta del Pueblo: Carnavales de “El Porvenir”
Los carnavales de Chiclayo fueron siempre la fiesta del pueblo. En el Barrio “El Porvenir”, por la década de los 50, el Entierro de Ño Carnavalón provocaba el entusiasmo y participación todos. Era la clásica diversión el lanzamiento a peatones de "globos de agua" desde techos y balcones de casa, así como las alegres y húmedas batallas a baldazos de agua entre vecinos. Se instalaba  el “Palo encebado” embadurnado con grasa, y se esperaba el momento del concurso de ascenso para alcanzar el billete que estaba al final en lo más alto.
Carnavales del Barrio "El Porvenir" de Chiclayo - 1985

En las calles había bandas de músicos y actuaciones convocadas en honor a la Reina. Durante el día se jugaba con agua, globos o bombas de agua. Generalmente se hacía por equipos, una familia contra otra, y había guerras de agua.  Al atardecer ya terminaba el juego y todos se iban a casa para cambiar la ropa e ir a las fiestas. El último día había el corso donde desfilaban todas las candidatas, y la Reina de la ciudad.  También salía el Ño Carnavalón acompañado por algunos personajes que danzaban con los Bailes mamarrachos.
Un comentario final
Desde antiguo han sido muchos los historiadores, tradicionalistas y viajeros extranjeros (Middendorff, Mellet, entre otros) que han destacado el carácter alegre de nuestra ciudad. Alguien se animó a calificarla diciendo “vive de noche y duerme de día”. Lo cierto es que si el sello distintivo del chiclayano es la amistad, sus valores relacionados: alegría, afecto y camaradería estuvieron y están presentes en nuestras actitudes sociales.
Bien haríamos en rescatar la belleza, vistosidad e integración de estas celebraciones. Pues cuando se celebra el pueblo se hermana y se une. ¡Cuánta unidad nos falta en procura de los objetivos comunes!


miércoles, 8 de febrero de 2017

Juan Bautista Lastres y Quiñones: Médico e Historiador Chiclayano


El médico e historiador chiclayano Juan Bautista Lastres Quiñones, nació el 02 de enero de 1902 y falleció en Lima el año 1960. Sus padres fueron los señores Andrés Vicente Lastres (hijo del prócer de la independencia lambayecana Andrés de Lastres y Martínez Tejeda) miembro de la Beneficencia de Lambayeque en 1876, y Dominga Quiñones. Realizó estudios escolares en el Colegio Nacional de San José y “el año de 1918, se trasladó a Lima e ingresa a la Universidad de San Marcos, realizando sus estudios preparatorios en la Facultad de Ciencias Naturales; después de dos años, en 1920, ingresa a la Facultad de Medicina. Luego en 1928, opta el grado de Bachiller en Medicina con la tesis titulada: Consideraciones sobre los fundamentos de las principales clasificaciones de nefropatías, en especial de la alemana de Volhard Fah; en marzo del mismo año se recibió como Médico-Cirujano. Como Doctor en Medicina se graduó en 1935 con la tesis Investigación histórica del pasado nervioso peruano” (Gonzales, 2010). El Dr. Orlando Aurazo agrega que realizó estudios premédicos en la Universidad de Trujillo y de Postgrado en Europa.Fue un reconocido y prolífico investigador de la primera parte del siglo XX. Habiendo publicado 64 títulos entre libros y folletos, 163 artículos y ensayos, 33 discursos y 5 memorias.

En 1946, se creó una Comisión para la redacción de la Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en su cuarto centenario de fundación, presidida por el Dr. Luis Antonio Eguiguren quien convocó a un selecto grupo de intelectuales de la época, entre ellos el Dr. Lastres a quien se le encomendó la redacción del Tomo V: Historia de la Medicina Peruana. El trabajo fue presentado en tres volúmenes: Historia de la Medicina Incaica, Historia de la Medicina en el Virreinato e Historia de la Medicina Republicana; donde ofrece diferentes temas, propios del desarrollo histórico de la medicina peruana. Esta es la obra sintetiza sus indagaciones realizadas desde 1930 cuando, como cirujano asimilado al Ejército Peruano, pudo recorrer todo el país adquiriendo gran conocimiento del Perú profundo y la Realidad Nacional.

Jefe de la clínica de sintomatología en 1928. Médico en la Clínica para hombres, en 1929; Jefe de la clínica de neuropatología entre 1931 y 1934; Jefe del departamento de neuropsiquiatría del Ejército Peruano en 1939. Profesor asistente de neuropatología entre 1934-1935, y profesor de Sintomatología entre 1934 y 1938 en la Facultad de Medicina. Profesor adjunto de antropología en la Facultad de Ciencias en 1938. Representante peruano ante el Décimo Congreso Internacional de Histología el año 1943 con la ponencia “Medicina Aborigen Peruana”. Fue miembro de la Academia Nacional de Medicina, la Sociedad Peruana de Historia de la Medicina (que fundó) y miembro de la Asociación Médica Argentina.
El Amauta Jorge Lazo Arrasco lo califica como uno de los más importantes representantes de la “Vieja pluma chiclayana” y el historiador Teodoro Rivero Ayllón destaca tres de sus obras: “Las enfermedades nerviosas en el coloniajes” (1938) “Una neurosis célebre: La Mariscala” (1945) y “Lope de Aguirre, el Rebelde” (1942),
En el Distrito de Miraflores (Lima) una calle se llama Juan B. Lastres. En Chiclayo, en el Pueblo Joven Diego Ferré, una calle recibe el nombre del padre de nuestro personaje: Antonio Lastres.



martes, 7 de febrero de 2017

Los “matriculados de marina” de Santa Rosa y San José


Obreros del Muelle y Ferrocarril de Eten, 1905.

A partir de 1870 y con el propósito de dar mayor desarrollo a la industria de agro exportación, se inicia en el Departamento de Lambayeque la ejecución de ferrocarriles (en Eten y Pimentel) a cargo de la inversión privada. El primer problema por resolver, una vez concluida la construcción de muelle y línea férrea, fue el de la mano de obra especializada para tareas de mar: estiba, desestiba, manejo de maquinarias, entre otras. Así  “…el funcionamiento de los puertos de Lambayeque significó la instalación de una población laboral donde antes no había ni pescadores ni trabajadores de otras actividades...” (Gómez & Bazán, 1989).
Se recurrió a los matriculados de marina inscritos en las caletas de pescadores de Lambayeque. La “matrícula de marina” fue un sistema establecido en 1840 para la captación de mano de obra para el servicio de los buques de la armada peruana. Según Gómez Cumpa, Los pescadores se inscribían en las capitanías de los puertos solos o por cuadrillas para prestar servicios de aprovisionamiento de los buques de la armada. Sin embargo, con la implementación de los puertos y por influencia de los propietarios de dichas empresas los “matriculados de marina” sirvieron también en los muelles de Eten y Pimentel realizando labores portuarias siendo considerados, por su experiencia marina, trabajadores calificados. A cambio de sus servicios se les otorgaba la licencia de pesca, esto era lo que buscaban. Es menester recordar que Manuel Pardo, Presidente de la República entre 1872 y 1876, fue uno de los accionistas de la Empresa del Ferrocarril y Muelle de Eten.

“Inicialmente la demanda de trabajadores marítimos de la Empresa del Ferrocarril y Muelle de Eten fue cubierta por asalariados provenientes de Sechura, Pacasmayo y Huamachuco. A partir de la ocupación chilena fueron los pescadores de Santa Rosa los que se turnaban en los trabajos marítimos del Puerto Eten” (Ibídem). En el caso de la Empresa del Ferrocarril y Muelle de Pimentel, entre 1870 y 1879 los trabajadores marítimos fueron de Santa Rosa; mientras que de 1880 a 1940 fueron de San José.
En un Memorial de matriculados de la Caleta de San José de 1890, referido por Gómez & Bazán, los matriculados describen las penurias de sus servicios: “son rudos y penosos como todos los del mar especialmente en puertos desabrigados como el de Pimentel en que la vida de cada uno de nosotros se rifa a cada instante no son ni remotamente compensados con el salario que se nos paga…” los “matriculados de marina” trabajaban tres meses en los puertos quedándoles nueve meses para la práctica de la pesca artesanal.


Queda claro, entonces que siendo indispensable para el desarrollo de los muelles y ferrocarriles de Lambayeque la provisión de mano de obra calificada por su experiencia marítima, tal provisión se logró con los pobladores de las caletas pesqueras de Santa Rosa y San José.