Experimentamos con mucha esperanza (porque así es todo proceso educativo)nuevos escenarios, adaptaciones y extraordinarios cambios de actitud en tiempos de crisis |
Y ahora resulta que en medio de esta crisis (Una verdadera oportunidad educativa) los maestros ingresamos al campo de las "escuelas virtuales" haciéndonos parte de la solución esperanzada como en otros tiempos de la historia. Sí, portadores de mucha esperanza en días de una experiencia
educativa de tal magnitud que bien podría cambiar nuestra forma de ver la educación y la vida misma.
¡Estemos atentos y seamos muy proactivos!
Las experiencias retadoras, aquellas que
nos han exigido al máximo para la solución de problemas con innovación y
creatividad, han ocurrido en todos los tiempos y los maestros: líderes
educativos, motores de cambio y transformadores consistentes del mundo, siempre
hemos estado al frente y en acción desde la escuela. El desafío de hoy, afirma Fracois Valleys, no tiene
que ver con la economía, la tecnología o el trabajo; tiene relación con el
sentido de humanidad, con la necesidad de educar en virtud y en resiliencia
(como forma de ser) para promover la constante adaptación a tiempos cambiantes
por el deterioro del medio ambiente y por las acciones humanas últimamente tan
individualistas y economicistas. Antes, entonces, necesitamos volver a una
verdad deontológica: para educar bien es necesario el liderazgo de maestros
virtuosos (no perfectos) y resilientes. ¡Nosotros lo somos!
Educar en este tiempo de crisis tiene
como impronta la construcción del sentido de futuro, el respeto a la dignidad
personal y, como consecuencia, tareas hacia la interioridad: sentido de
superación, adaptación al cambio, inteligencia y renovada vocación de servicio
por cualquier medio, incluyendo el virtual. Educar para la virtud en este
tiempo es desterrar el egoísmo, egocentrismo y la idolatría básica del deseo y
ansia de poder que tanto daño ha hecho a toda la humanidad. Y, para colmo, lo
hacemos todos a través del hilo virtual. Nos confrontamos, entonces, con
nuestras inquietudes primerizas y nuestras limitaciones, temores a lo
desconocido (o nuevo) y, finalmente, a los éxitos cada vez más sostenidos y que
fortalecen una nueva capacidad.
Nuestros alumnos viven en un mundo
más caliente (calentamiento global) en movimiento constante (migraciones) en
estado de vulnerabilidad (violencia e ideologías nocivas) y, ahora, pandemias… las
amenazas son constantes y notorias. En ese entorno se requiere educar para la
solución de problemas, la caridad, la compasión, la esperanza y la alegría como
un estado a normalizar entre los estudiantes para garantizar una sociedad y un
mundo mejor. La sociedad material sigue siendo necesaria, pero no solo de pan
vive el hombre y, hoy en día, el pan de la esperanza y del amor son necesarios
y deben partirse en nuestras manos con generosidad. Esta crisis llegará a su
fin más temprano que tarde. Pero la experiencia y los aprendizajes quedan.
Somos maestros vencedores de este y no de otro tiempo. Estamos dando soluciones y trayendo
luces en medio de la ansiedad social.
Veo por doquier escuelas cerradas y procesos educativos abiertos y dinámicos en las nuevas "escuelas virtuales". Hemos sintetizado al mundo en nuestra nueva escuela (literalmente en la nube) y lo
estamos cambiando a través de ella. Nos hemos convertido en un solo cuerpo
decidiendo difuminarnos en la virtualidad para tocar con nuestras manos y
consciencias, a través de nuestros alumnos y sus familias, a una región, un
país y la humanidad entera que con nuestra ayuda no perderán la esperanza.
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