Caballitos de Totora en Santa Rosa, 1908. Fotografía de Enrique Bruning |
Así se denomina el cuarto
capítulo de la obra “Aspectos Criollos” publicada en 1937 por José Mejía Baca y
que, a mi juicio, merece mayor atención y estudio por sus aportes a la Historia
Regional. Mejía Baca, en sus propias palabras, quiso legar una “sencilla
contribución al folklore nacional…” sin embargo, su aporte se relaciona a la
corriente historiográfica denominada historia de la vida cotidiana que
documenta hechos concretos de la vida de las personas sencillas y de a pie en
un periodo determinado mostrándonos como era la sencillez de su día a día en
los aspectos económicos, sociales, religiosos, políticos… en todos o en algunos
de ellos. En este caso particular, Mejía Baca remarca su deseo de observar en
el habitante santarroseño “la emoción vital del cholo; del cholo como exponente
de tipismo; del cholo que antes que pescador es cholo, es decir,
personificación del alma criolla”. A continuación una breve reseña:
Sobre las características
generales de la caleta en la tercera década del siglo XX, Mejía Baca aporta: “(después
de) un pesado camino de arena que parece interminable… (Se ve) como escondidas
detrás de una loma, tres o cuatro manzanas de casas. De caña y totora unas; de
madera pintada de colores chillones, otras… angostas callejas de arena (que
llevan) a una bajada que conduce a la playa. Todas las playas son hermosas. La
de Santa Rosa es típica”. El pueblo se instaló en la parte sur bajo la loma en
la que se ubica la antigua iglesia del distrito. Hoy el distrito se ha
dividido, por tradición, en dos sectores. Al sector norte se le denomina “de
morropanos” pues en dicho espacio se instaló desde 1945 gente forastera
proveniente de tal lugar.
"Bote" varando en playa de Santa Rosa (S.a/S.f) |
Mejía Baca dicta
sentencias muy estimables sobre el cholo santarroseño: “… es de una capacidad
emocional en mucho superior al de Eten y Monsefú…El cholo pescador siente la
emoción de las empresas arriesgadas. En pequeños botes, en "caballitos de
totora" y entre inmensidades de agua, vive tanto los peligros de las
bravezas, cuanto la bonanza de las mansedumbres. Esta lucha diaria, ha
contribuido a darle, una mayor fortaleza física, un sólido temple… El cholo
campesino no ama la tierra con la intensidad que el santarroseño ama el mar…”
Con respecto a la pesca,
principal actividad económica de la caleta (hoy distrito) indica: “Hacia el
lado de Eten (al sur), alineados, los botes esperan ser lanzados al mar… (A las
cinco de la tarde) un pescador examina las amarras de un bote y en rápida
ojeada, efectúa la inspección… saldrán a la una o dos de la mañana para
aprovechar la marea…En la despedida ni lloros ni abrazos… Van con la seguridad
del que ya es vencedor”.
Algunas costumbres del
antiguo poblador santarroseño son resaltadas por Mejía baca: “…la botija de
chicha está sustituida por la chicha embotellada. La guitarra y el arpa han
conservado toda su prestancia y dignidad. El piajeno no ha perdido su condición de imprescindible. La
"carne salada" y el pellejito
de chancho han sido relegados a segundo término, ante la primacía del toyo, el robalo, la cachema, la chita, etc., que constituyen los
elementos primordiales del piqueo
santarroseño. (Destaca el) chilcano… Levanta muertos es el calificativo mayor
que habla de la bondad del alimento”.
Nos cuenta la manera en
la que se inició el proyecto de construcción del parque en la caleta: “Tropezamos
con una simpática y modesta maestra de escuela. Conversamos un momento y luego
nos pregunta: - Han venido a divertirse, ¿verdad?… La simpática maestra nos
habla del proyecto de un parque para Santa Rosa y con tal objeto nos coloca en
la solapa un pequeño y ovalado cartón, en cuyo centro se lee: Obolo pro parque de Santa Rosa. Le
entregamos algunas monedas… hoy el parque es una realidad”. Refiere también su
experiencia con el “Limari”, embarcación chilena encallada frente a las costas
de la caleta en 1919: “…a cien metros de la playa un trozo de casco del Limari desde hace cerca de un cuarto de
siglo vive una agonía que parece ser eterna.
Portada de la Obra de José Mejía Baca publicada en 1937 y reeditada en 1988 por la Biblioteca Nacional. |
Pienso que el buen cholo llega
lejos, llega alto, no se deja vencer fácilmente. Ser cholo es un verdadero
estilo de vida y confieso con orgullo que mi condición de cholo me hace sentir
singular. Antes de retirarse a Pimentel, Mejía Baca, declara sobre los cholos
santarroseño: “Ellos sí son verdaderamente libres. Ellos en sus caballitos y en
sus botes, los verdaderos triunfadores”. Suscribo, también, estas palabras con
las cuales rindo homenaje al cholo de nuestra tierra.
2 comentarios:
Mi fascinante tierra, antes caleta hoy distrito, Pueblo de grandes condiciones para emprender proyectos gastronómicos y turísticos, volveremos como siempre a ser protagonistas de tu futuro...orgulloso de ser cholo descendiente e hijo de la sencillez y valentía de pescadores...seasap!!!
Mi tierra querida extraño estar allí que Dios bendiga a toda mi familia y proteja de esta pandemia a todo mi pueblo.
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