En Lambayeque colonial,
el mes de diciembre, ha sido festivo. Según Sandra Negro (2013) “por influencia
española, coloquialmente (…) es frecuente señalar esta fiesta con el apelativo
de Pascua, que hace referencia al tiempo desde la Natividad de Nuestro Señor
Jesucristo hasta la Epifanía. En el Perú virreinal, el 25 de diciembre era el
primer día de la Pascua de Navidad… [En todas las ciudades del Perú virreinal]
la fiesta comenzaba el 08 de diciembre con las celebraciones de la Inmaculada
Concepción; es notorio el énfasis con que se reseña la fiesta de la Pura y Limpia
Concepción de María Nuestra Señora, que se celebraba, ayer como hoy, el 8 de
diciembre…”.
Es posible inferir, por
extensión histórica y ya que así se realiza en todas las ciudades principales
que ingresaban por las calles de Zaña y Lambayeque en dirección a la Iglesia “ocho
carros decorados con flores. El número ocho hacía referencia al octavario
dedicado a la Virgen María… Detrás de éstos seguía un carruaje (…) que contenía
la efigie de un león, que representada al rey de España, Felipe IV. En este
carro se exhibía una gran imagen de la Limpia Concepción y una espada desnuda defendiendo
su pureza…”
Entre el 09 y el
23 se instalaban los “Belenes” o nacimientos y
después de la “Misa de Gallo” se preparaban para recibir las visitas o alternativamente
salían para “dar las buenas Pascuas” a familiares y amistades. Para los
nacimientos, desde el 13 (Día de Santa Lucía), se hacían germinar “los
triguitos” elementos indispensables para la decoración.
El tiempo de las
visitas era usualmente desde las 6 de la tarde hasta las 11 de la noche. Los
visitantes pasaban al principal (sala) o a la cuadra (comedor), no sin antes
contemplar el belén que los dueños de casa exhibían. El día 25 no se desayunaba
pues debían guardar ayuno estricto para participar de la Misa de Navidad que se
celebraba al medio día. A los licores usados como asentativos se les llamaba “los
orines del niño”. Las fiestas se extendían hasta recibir el año nuevo. Ya durante
el gobierno del Virrey Luís Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de
Chinchón, se usaban antorchas y fuegos artificiales dispuestos en “castillos”.
Sobre los alimentos tradicionales, en el trabajo “La
Navidad en el Perú” (2010) de Rodolfo Tafur Zevallos, indica “En el norte del
Perú se consumía el Yupichín que era una mazamorra de bayas de algarrobo… [Además]
Se consumía el camote en mazamorra, que de acuerdo a las clases sociales tenía
su nombre: para los pobres era ´Camote dulce´, para la clase media, ´Camotillo´
y los ricos lo llamaban ´Cabello de ángel´”. Sabemos que hubo otros platos
como “puchero” (sopa), tamales, humitas, chicharrones, escabeches… para
asentar: “mate de Paraguay” y licores diversos.
Según el historiador
Miguel Díaz Torres en el
trabajo monográfico “Del Chiclayo que se fue” y recogiendo la versión del
recordado periodista lambayecano José Arana Cuadra, en la celebración navideña
en Chiclayo de la década de 1920: "la gran novedad era la pascua, la noche
buena en el Hospital de las Mercedes se celebraba con banda de músicos, fuegos
artificiales, tómbolas; los muchachos iban a gastar su propina. Había un
cuetero famoso: el cuetero Chávez, existían dos bandas de músicos en
competencia: La Banda de Brenis y la del Sordo Gamarra".
Los ancianos recuerdan, desde la década de 1930, que se formaban, por
barrios, grupos de niños que, a cambio de una propina y disfrazados de
personajes navideños cantaban villancicos en las casas ante los nacimientos. Desde
mediados del siglo XX se hicieron muy famosos los concursos de belenes, en
especial aquel que propiciaba el Diario “La Industria”. Eran famosos los
nacimientos en la Catedral, el Asilo de ancianos, el parque principal…
En la década de 1970 e inicios de los 80, se realizaban los concursos escolares
de villancicos en los que participaban las corales de los colegios “Manuel
Pardo”, “Santa María Reyna” o “Nuestra Señora del Rosario”; eventos muy
competitivos y de altísima calidad interpretativa. Recuerdo la presencia inolvidable
del R.P José María Jubera. Un villancico chiclayano fue ganador en la edición
de 1976 “Martín invierno” interpretada por la coral del colegio “Santa María
Reyna” y de autoría de Osterli Campos.
Hoy todo ha cambiado. El consumismo materialista va acabando con
nuestras mejores tradiciones. Desde ahora compartamos, en familia, los mejores
recuerdos de un Chiclayo que se jamás se irá pues vive en nuestra memoria y se
actualiza con nuestros recuerdos y tradiciones.
1 comentario:
Interesante recuento. Me gusto la referencia a Padre Jubera, quien sé fue un gran impulsor de la JOC (Juventud Obrera Catolica) de la cual mi padre fue parte. Feliz Navidad!
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