En 1679, dos años después del fallecimiento del Venerable Siervo de Dios Nicolás de Ayllón o Nicolás Puycón Faxollem, el Procurador general de indios Don José María Estela, presentó ante el Provisor del Arzobispado de Lima Don Pedro de Villagómez, la solicitud para el inicio de las informaciones (según las normas del “Non Cultu” de Urbano VIII) sobre la vida y virtudes de Nicolás de Ayllón. La aceptación de la solicitud se produjo en 1683, en 1684 Bernardo Sartolo presenta la hagiografía del Siervo de Dios y en 1689, bajo la supervisión del fiscal de la fe Don José de Lara y Galán se inicia el proceso de sustentación de la causa con la recopilación de testimonios que garanticen la santidad del venerable chiclayano. En 1690 las informaciones sobre las virtudes de Nicolás concluyeron de acuerdo a los plazos establecidos. Era Arzobispo de Lima Don Melchor de Liñán y Cisneros.
¿Por qué demoró tanto el inicio de la causa del Venerable Siervo de Dios? El historiador Manuel Mendiburo en su “Diccionario Histórico Biográfico” (Tomo VII, 1931 – 1934) indica que Don Melchor de Liñán y Cisneros recibió del Papa Clemente X la Bula de beatificación de San Francisco Solano el 25 de enero de 1675; posteriormente la Bula de beatificación de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo el 17 de abril de 1680. Infiere Mendiburo que fueron estos los motivos por los cuales se retrasó por espacio de dos años la apertura de la causa de Nicolás de Ayllón. Debo agregar a esta versión que durante tres años y cuatro meses, entre 1678 y 1681, Don Melchor de Liñán fue nombrado Virrey del Perú (interinamente) luego de la destitución en el cargo de Don Baltasar de la Cueva y Enríquez de Cabrera “Conde de Castellar” por una serie de calumnias de las que finalmente fue absuelto en juicio de residencia el año 1680. Pienso que otro de los motivos de la demora del inicio de la causa fue el cumplimiento de las obligaciones propias del cargo del Virrey del Perú por parte de Don Melchor de Liñán.
En el Archivo Arzobispal de Lima (AAL, Beatificaciones, Proceso del Siervo de Dios Nicolás de Ayllón, Expediente Nº 1) se encuentra la relación de testigos que brindaron información sobre Ayllón, entre los que se encuentran: su esposa María Jacinta, compañeros de trabajo y clientes de Nicolás. También las principales autoridades locales, los caciques del cercado de Lima y del Cuzco y los superiores de diversas órdenes religiosas colaboraron con la causa. Pruebas de la intervención directa en la causa de beatificación se encuentran en diversas cartas dirigidas directamente al Rey de España: Carta de los Jesuitas (4 de noviembre de 1690); Carta de los Mercedarios (1 de noviembre de 1690); Carta de los Agustinos (12 de noviembre de 1690); Carta de los Dominicos (28 de noviembre de 1690).
En su carta, los jesuitas piden al Rey de España: “sea servido de interponer su soberana autoridad con Nuestro señor padre Alejandro Octavo para la pronta expedición del Rotulo y Remisoriales en causa de Beatificación a favor del Venerable varón Nicolás de Dios de cuyas heroicas virtudes y milagros conseguidos por su intercesión se envían al presente Informaciones autenticas por le Ordinario de esta
Metropolitana. De que resultara grande gloria y servicio de Dios Nuestro Señor, y de Vuestra Majestad y singular aliento a la virtud y confirmación en la fe en los neófitos Indios naturales de este Reino que tanto promueve el piadoso Celo de Vuestra Majestad”.
Los caciques del cercado de Lima, por su parte, dirigieron una carta al Rey de España en la que manifestaron su apoyo a la causa dejando entrever el particular significado de la causa para los pobladores indígenas del virreinato: “Si hasta el tiempo presente por más de centenar y medio de años nuestros mayores antepasados han atribuido con (reverentes) obsequios y lealtad muy segura abundantes tesoros de oro y plata a Vuestra Majestad Augusta, desentrañando a costa de sus vidas y los que vivimos a su imitación y de las nuestras los formidables riscos rígidos peñascos y elevados montes en paramos inhabitables, sacando sus preciosos corazones a ponerlos a los pies de vuestra majestad católica hoy mejorando la oferta estas indias occidentales y especial esta corte del Perú, Lima tributa en un pobre indio humilde el mas estimable tesoro a quien la divina misericordia enriqueció de calidad con el lleno de vuestra virtudes en grado heroico que en el celo de las mayor gloria y honra de Dios exaltación de la fe (deseo) de la conversión de los infieles y pecadores y caridad con los pobres puede, sin que aparezca ponderación afectada la darse con muchos de los que gloriosamente ocupan las Aras sagradas según consta del proceso que por autoridad ordinaria se ha actuado en esta ciudad remite a la corte Romana en esta ocasión presente compuesto de cincuenta y dos testigos los remite sacerdotes, los mas calificadas letras y costumbres, que lo conocieron y comunicaron vivo”.
Un caso de intervención a favor de la causa que debe merecer nuestra atención es el de Juan Núñez de Vela. Según el historiador Pablo Macera en su artículo “El Inca Colonial”, este personaje era un mestizo que “Por el lado español, descendía de un primo del Virrey Blasco Núñez Vela. Por el lado indio sus antepasados eran don Francisco Comar y Don Felipe Carlos Sinchi Puma Inga, testigos y actores de la conquista española”. Esta persona solicitó al Rey “pasar a Roma a solicitar la Beatificación del Hermano Nicolás de Dios de su nación para convenir mucho al servicio de nuestro señor, y a que se aumente como debe la fe católica, en esas provincias lo cual se ha experimentado desde que murió”. Su solicitud no fue aceptada “se a acordado que por ahora no ha lugar a lo que pide el dicho Don Juan Núñez Vela de su pasaje a Roma por no estar en estado la causa que pretende solicitar”.
La intervención de estos y otros personajes en beneficio de la causa pasará a un segundo plano cuando, en Lima, interviene la Inquisición con argumentos que son materia de nuestra próxima entrega.
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