martes, 12 de enero de 2016

Apuntes Históricos sobre el Rio de la Leche o la Leche

Actualmente se afirma que “El río La Leche se origina en Incahuasi, teniendo como afluente el Río Sangana que constituye su afluente más importante. Su cuenca colectora se calcula en 1,609 km2. Confluye con el río Motupe en el lugar denominado Las Juntas, formando el río Mórrope, que atraviesa el distrito homónimo, llevando agua sólo en los años de mucha lluvia. Ordinariamente, al Oeste de Batán Grande el cauce del río La Leche permanece seco la mayor parte del año y en algunos casos aún en épocas de lluvia no tiene agua, rellenándose de arena y desechos, en partes hasta desaparecer” este río, por lo general, no llega hasta el mar salvo en tiempo de abundantes lluvias; está ubicado a 109 metros sobre el nivel del mar. ¿Es una corriente natural? ¿Por qué recibe este nombre?
Río La leche o de La leche

León Barandiarán, en “Mitos, leyendas y tradiciones lambayecanas” (1938) afirma “en las ordenanzas sobre irrigación de las tierras de Lambayeque, de que fue autor D. Gregorio Gonzáles de Cuenca, de fecha 3 de marzo de 1567…no se hace mención ninguna del Río de la Leche, ni de las tierras que riega”; luego añade “…el referido río no existió en la época de las referidas ordenanzas, ya que fue abierto por la mano del hombre tres años después” es decir, en 1570. ¿Por qué se abrió ese cauce?
León señala que en Mórrope, por aquel tiempo, existió un único pozo de agua para sus habitantes y ganado; sin embargo, no había aguas de regadío. Por lo cual Don Luis Quijano, cura de Mórrope “reunió a todos los naturales del lugar y procedió a abrir un cauce que nacía de los cerros de Penachí y Salas” la corriente llegaría hasta Mórrope después de recorrer 27 leguas o 125 Km. (aproximadamente). El trabajo duró cuatro años. Participaron todos los naturales con mano de obra, víveres, vestuario y el pago de un tributo al Cacique de Penachí “… consistente en sal, ají y algodón”. El trabajo realizado “consistía en desviar las aguas naturales de las altas sierras, para llevarlas a la costa por el cauce abierto…”
Los morropanos creyeron que la apertura del cauce sería la solución esperada a la falta de agua, sin embargo “a pesar del trabajo, de las lluvias y vertientes, apenas llegaba agua a las entecas tierras”. Al no encontrar explicación natural al hecho, decidieron consultar al párroco y, con él, buscar una solución espiritual y sobrenatural a la escases. El cura Quijano manifestó que “si se había terminado la obra de los hombres, no se habían cumplido las obligaciones para con el cielo y que, por lo tanto, era preciso realizar una procesión por todo el cauce, desde su nacimiento a manera de bautismo”.
El 12 de junio de 1570 partió la comitiva desde la iglesia de Mórrope con dirección a Penachí. Salió el pueblo entero. Cargaron las andas de San Pedro y San Pablo, siendo presididos por el cura Quijano y el religioso franciscano Francisco Ambrosio Tasón junto a los ayudantes Luis Solórzano de la Torre y Toribio Castañeda. Ya en Penachí, el 21 de junio, realizaron las “ceremonias de consagración, dedicación, bendición y bautismo…” lo cual produjo un aumento notable del caudal, pero insuficiente para llegar hasta Mórrope. Decidieron volver en procesión por el interior del cauce y, el 29 de junio, al llegar a Mórrope, todos los pobladores llenos de fervor se sumergieron en el agua junto con la imagen de San Pedro, patrón de Mórrope, después de lo cual una gran corriente de agua llenó el cauce que hizo a todos retirarse rápidamente sin haber podido hacer ingresar la imagen de San Pablo, patrón de Pacora.
León Barandiarán, afirma “hasta ese instante las aguas habían tenido el color natural de todas las aguas de regadío, pero súbitamente tomaron un color blanquecino, casi lechoso, de dónde provino el nombre que se le dio Río de la Leche
Sin lugar a dudas es mejor, primero conocer nuestra tierra, su historia y sus costumbres, para luego conocer el mundo, interactuar con personas de otras culturas y realidades. Conocer lo nuestro genera identidad, empatía y autoestima. No perdamos la oportunidad de interiorizar lo nuestro, lo más cercano, nuestra herencia, lo que nos pertenece.


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