Desde la década de 1950, tiempo
en el Marshall Mc Luhan definía a las tecnologías como extensiones del cuerpo y
los sentidos del hombre, la ciencia ha desarrollado tan novedosos inventos que,
da la impresión, existe una dependencia estricta del hombre respecto de ellas.
La ciencia y la tecnología
permitieron desde siempre suplir las necesidades humanas: el remo, la rueda, la
pala, la máquina para hilar… los ordenadores, celulares, televisores, entre
otros; se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana. Las distancias son
cada vez más estrechas, el mundo se achicó con el desarrollo de las tecnologías
que nos permiten la comunicación en tiempo real. Además, un “mundo virtual” se
va desarrollando en paralelo; da la impresión que sin tecnología somos seres
expuestos, débiles y vulnerables. No ataco a las tecnologías actuales como
medios de desarrollo; sin embargo, creo, que es momento de reflexionar sobre su
uso adecuado que facilita la vida humana y su abuso que despersonaliza y crea
dependencia y adicción.
Muchos podrían prescindir de todo,
menos de las tecnologías. A tal extremo ha llegado el uso y abuso de las nuevas
herramientas de la tecnología que hay quienes se sienten menos personas sin
celular, sin computadora, sin televisión… en algún momento renunciamos al
placer de las conversaciones cara a cara para dar paso al “chat” que nos alejó
de la palabra hablada y modificó los códigos lingüísticos. Entonces, aquello
que el hombre inventó para facilitar su existencia ha originado tal dependencia
que lo va despersonalizando tan velozmente que hemos cedido a las máquinas muchas
de nuestras labores, también nuestra misión de pensar, razonar e indagar ¿Controlamos la tecnología o ella nos controla
a nosotros? ¿Será esta la característica de los próximos tiempos? ¿En qué
medida la tecnología despersonaliza al ser humano?
Sin duda alguna, nadie podría
prescindir de electricidad, vehículos, teléfonos… la tecnología, en general,
nos ha permitido superar muchas limitaciones produciendo en nosotros, los
usuarios, la sensación de satisfacción y comodidad. Pero, es innegable, que han
generado también: ruido, irritación, estrés, despersonalización de las
relaciones humanas… la tecnología dejó de ser un medio para convertirse en un
fin.
"Ambivalente" de Saban (2013) |
“Suele observarse que el
desarrollo tecnológico muestra caras ambivalentes. Por un lado, la persistente
situación de indigencia y marginación de gran parte de la población mundial,
junto con la destrucción del medio ambiente y su biodiversidad, parecieran
validar las más pesimistas visiones sobre la tecnología. Por el otro, la gran cantidad
de conocimientos, técnicas y artefactos valiosos para la humanidad que se han
desarrollado, o que prometen hacerlo, tornan necia una condena totalizante.
Esta confusa situación llama a un esfuerzo de integración en tanto que ambos diagnósticos,
optimistas y pesimistas, parecieran llevar algo de razón”.
Robert Lee Frost, célebre literato
estadounidense, escribió en la década de 1950 un hermoso poema: “Segando”. Nicholas
Carr, estudioso de esta ambivalencia de la tecnología notó en el poema el deseo
del autor por que dejemos de sentirnos amos o esclavos de la tecnología. He
aquí un fragmento: “No había ningún sonido en el bosque, tan solo/el susurrado
ritmo de mi larga guadaña/hablando con la tierra. No sé bien qué decía/acaso
comentara sobre el calor o el sol/o quizá algo acerca de aquel vasto silencio/
y por ello su voz era solo un murmullo/No le hablaba del sueño nacido de los
ocios/del oro regalado por un duende o un hada/fuera de la verdad todo resulta
endeble/para el intenso amor que alineó las gavillas/dejando algunas flores
(pálidas orquídeas)/espantando de paso a una verde serpiente/los hechos son el
más dulce sueño que el trabajo conoce/musitó la guadaña y olvidose el heno”
1 comentario:
Es importante y acertado, pero debe tomar e cuenta no a los "gurús" de la globalización sino a los científicos sociales. Le sugiero por ejemplo a los de CLACSO.
Ya Marx había caracterizado a las herramientas como extensiones del cuerpo (y creo que la idea es mucho más antigua.
Y lo que se vuelve contra los trabajadores no es precisamente ni sólo la tecnología, sino todo el producto de su trabajo: lo que es la manifestación más propia de la vida, sirve ahora para oprimir a los trabajadores. ¿Por qué?
Porque no se produce para satisfacer necesidades (como dice la seudo economía que se estudia en las universidades), sino para producir y acumular ganancia.
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