La plaza principal de la ciudad luce hoy mas bella que nunca. Una lluvia de luces cayó y llenó las calles de color. Las palabras: paz, esperanza, amor, bendición, compartir; están en boca de todos los hombres que, además, desean y piensan en ser mejores.
Los cantos navideños lo indican: ¡Dios está con nosotros! a nacido el Salvador. Esta noche de paz y amor solo interesa dirigir la mirada al pequeño niño de Belén. ¡Dios existe y es real! Y ha sido invitado a posar en el hogar de los hombres y mujeres de buena voluntad que entonan villancicos alrededor de una mesa mientras en el cielo los ángeles de Dios entonan alabanzas según nos recuerda un texto bíblico.
Dios se ha hecho hombre en Jesús. Esa es la buena noticia. Su origen y naturaleza divina no lo separó de la comunidad que le rodeaba y tampoco lo separa de nosotros, por el contrario, nos vincula, nos une, nos acerca. Jesús no habitaba en las nubes, en las alturas místicas, ni en un monasterio contemplativo. ¡Tomó residencia en la tierra!. Su vida humana fue una constante y profunda relación con los demás, con los que quiso compartir en lo más profundo toda la realidad de nuestra vida. En Cristo, Dios quiso estar más cerca de nosotros.
«Nunca te permitas a ti mismo encerrarte tanto en tu propio mundo, que pases por alto lo que Dios quiere que encuentres en el suyo». Debemos reconocer que en estos tiempos hemos reducido la espiritualidad a breves momentos de nuestra vida reservados para ese fin. Para muchos navidad es uno de esos momentos. Esperamos que si Dios quiere decirnos o mostrarnos algo lo haga en esos lapsos cortos de nuestra oración o de las celebraciones en la Iglesia. El resto del tiempo la mayor parte de la gente vive desconectada de Dios. En navidad todos debemos unirnos al pequeño de Belén que, rodeado de sencillez, toma la iniciativa y se acerca a nosotros.
La imagen del pesebre choca con nuestras aspiraciones. Pensamos: Para un Rey un palacio, no un lugar entre animales. Sin embargo, el acontecimiento mas importante de nuestra historia ocurrió en medio de la pobreza y las privaciones.
Belén nos recuerda que solamente unos pocos perciben los eventos más significativos del obrar de Dios y que esos pocos deben proclamar que Jesús nació a quienes no lo creen, aquellos que no pueden decir que Dios está con nosotros. El Señor está, y obra conforme a sus propósitos. Esta certeza debe servir de ancla para nuestras vidas.
Los cantos navideños lo indican: ¡Dios está con nosotros! a nacido el Salvador. Esta noche de paz y amor solo interesa dirigir la mirada al pequeño niño de Belén. ¡Dios existe y es real! Y ha sido invitado a posar en el hogar de los hombres y mujeres de buena voluntad que entonan villancicos alrededor de una mesa mientras en el cielo los ángeles de Dios entonan alabanzas según nos recuerda un texto bíblico.
Dios se ha hecho hombre en Jesús. Esa es la buena noticia. Su origen y naturaleza divina no lo separó de la comunidad que le rodeaba y tampoco lo separa de nosotros, por el contrario, nos vincula, nos une, nos acerca. Jesús no habitaba en las nubes, en las alturas místicas, ni en un monasterio contemplativo. ¡Tomó residencia en la tierra!. Su vida humana fue una constante y profunda relación con los demás, con los que quiso compartir en lo más profundo toda la realidad de nuestra vida. En Cristo, Dios quiso estar más cerca de nosotros.
«Nunca te permitas a ti mismo encerrarte tanto en tu propio mundo, que pases por alto lo que Dios quiere que encuentres en el suyo». Debemos reconocer que en estos tiempos hemos reducido la espiritualidad a breves momentos de nuestra vida reservados para ese fin. Para muchos navidad es uno de esos momentos. Esperamos que si Dios quiere decirnos o mostrarnos algo lo haga en esos lapsos cortos de nuestra oración o de las celebraciones en la Iglesia. El resto del tiempo la mayor parte de la gente vive desconectada de Dios. En navidad todos debemos unirnos al pequeño de Belén que, rodeado de sencillez, toma la iniciativa y se acerca a nosotros.
La imagen del pesebre choca con nuestras aspiraciones. Pensamos: Para un Rey un palacio, no un lugar entre animales. Sin embargo, el acontecimiento mas importante de nuestra historia ocurrió en medio de la pobreza y las privaciones.
Belén nos recuerda que solamente unos pocos perciben los eventos más significativos del obrar de Dios y que esos pocos deben proclamar que Jesús nació a quienes no lo creen, aquellos que no pueden decir que Dios está con nosotros. El Señor está, y obra conforme a sus propósitos. Esta certeza debe servir de ancla para nuestras vidas.
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