lunes, 10 de julio de 2017

Trato a los Chinos en Cayaltí: Sobre las Colinas de Arena

Una Comunidad China en la Costa del Perú
(S/a - S/f)

Según Fernando de Trazegnies (1994) “de manera genérica, no puede decirse sin matices que los chinos estuvieron mal tratados en las haciendas donde cumplieron sus contratas: hay casos de buen trato y casos de mal trato”. Sin embargo, hubo quejas del maltrato recibido por los chinos en muchas haciendas de la costa, lo cual motivó que el 27 de enero de 1885 el Comisionado General chino en el Perú, Ghiu Chi Yeung en carta dirigida al Diario “El Comercio”, manifieste: “¿Por qué es que los chinos se prestan a contratarse para ciertas haciendas y no para otras? Tomen ustedes un intérprete chino y vayan al distrito en que habitan los chinos y encontrarán ustedes que existen listas de las haciendas a donde reciben buen trato y lo contrario, y naturalmente se oponen a contratarse para ser maltratados”.
En 1887, una comisión del gobierno chino integrada por los diplomáticos Moore Chan Fan y Ling Y You y asesorada por el militar peruano, representante del Ministerio de Gobierno, Tte. Crnl. Emilio Escobar y Bedoya; visitó las haciendas del litoral peruano entre ellas las ubicadas en Chiclayo y Lambayeque. Su objetivo fue observar in situ la condición de los trabajadores chinos llegados al Perú desde 1849 bajo el sistema de “contrata” y la de aquellos que habiendo concluido su contrato iniciaba la “recontrata”. En el expediente de archivo sobre estas averiguaciones ubicado en la Biblioteca Nacional no se encuentra la versión de los diplomáticos chinos pero sí la de Emilio Escobar quien afirmó “el resultado general de la inspección ha sido satisfactorio, salvo excepciones que han encontrado remedios conciliadores con intervención de mi autoridad… me felicito que se haya conocido de manera auténtica el estado de prosperidad en que se encuentra la colonia asiática y el buen trato que reciben los individuos de ella…” y sobre lo observado en Cayaltí, mencionó “…la comisión china quedó sumamente complacida del buen trato que reciben sus compatriotas como igualmente el que suscribe, del orden y exactitud en todos los trabajos de la hacienda indicada…”.
Trazegnies afirma que el “buen trato” recibido por los chinos en Cayaltí fue debido a que los señores Aspíllaga “fueron particularmente humanitarios y considerados con sus trabajadores chinos…” aunque reconoce que “el trato era estricto pero ordenado y sujeto a reglas”, lo cual es contradicho por la afirmación del historiador Michael Gonzales en su investigación “La experiencia china en Cayaltí: 1865 – 1900” en la que afirma “la vida en Cayaltí fue dura y muchas veces cruel para los chinos… los Aspíllaga se prepararon bien para la inspección cubriendo todas las cosas e impresionando a los comisionados con sus buenos modales” mientras Humberto Rodríguez Pastor, sostiene que las observaciones favorables de la comisión en Cayaltí se deben a que se entrevistó a “chinos libres” es decir a quienes ya habían concluido su contrata y trabajaban como peones libres o arrendatarios de parcelas.
Los Aspíllaga, expropietarios de Cayaltí
Foto de Cudelio Córdova (s/f)


Perú, el país de las colinas de arena fue el nuevo hogar de los hijos del celeste imperio; así lo vio  Juan de Arona que en “Inmigración en el Perú” (1891) dedicó a los chinos los siguientes versos “No hay donde al chino no le halles/ desde el ensaque del guano/ hasta el cultivo en los valles/ desde el servicio de mano/ hasta el barrido de las calles/ Aún de la plebe es sirviente/y no hay servicio ¿lo oís?/ que él no abarque diligente/ ¿Y la gente del país?/¡Está pensando en ser gente!//”

Lambayeque y Fernando VII: El Fidelismo de los Indios Privilegiados

Retrato de Fernando VII pintado por Goya para
el ayuntamiento de Talavera en 1808 .

Las Cortes de Cádiz fue “la Asamblea constituyente inaugurada en San Fernando el 24 de septiembre de 1810 y posteriormente trasladada a Cádiz hasta 1814 durante la Guerra de la Independencia Española”. En ella representantes de toda España y sus colonias de ultramar trataban de mantener la unidad en torno a la figura del exiliado Rey Fernando VII a quien juraron fidelidad. En la sesión del día 4 de mayo de 1812 ante las Cortes de Cádiz en España, se presentó “una representación (documento/carta) del cabildo, justicia y regimiento de naturales de la ciudad de Lambayeque” fechada 10 de octubre de 1811 dando gracias a las Cortes y por su intermedio al Rey Fernando VII por la eliminación a su favor del tributo indígena que “…pagaban en señal de vasallaje”. Esta fue “la primera vez que los indios habían hablado directamente al soberano” según Faliu (uno de los representantes en las Cortes); otro, el Sr. Guridi y Alcócer pidió se les reconozca como “súbditos” y no como “vasallos”. Propuesta que no se aprobó por oposición del Sr. Faliu.
Pintura de Casado del Alisal sobre el juramento de los
representantes a las Cortes

La carta contiene párrafos interesantes que comparto: “Señor el paternal amor y desvelo con que nuestro incomparable monarca el señor D. Fernando VII y en su real nombre el consejo de regencia, depositario de la soberanía, procura la felicidad de sus vasallos, difundiendo sus gracias sobre todos los de estos reinos, hace al cabildo de naturales de esta capital de Lambayeque el objeto de sus piedades, a ejemplo de los augustos católicos soberanos sus ascendientes, mirando desde esas distancias a sus miserables indios con aquella ternura paternal propia del piadoso corazón de V. M derramando sus beneficios con preferencia a los demás vasallos. Estos conocimientos, señor nuestro amo, llenan a este pobre cabildo y a su comunidad de complacencia; y que nuestra humildad y gracias que damos y exención de tributos con que nos ha distinguido, lleguen a sus oídos, porque no hay bien  que no nos desee, reconociendo que era el único derecho que pagaba la nación en reconocimiento del vasallaje debido a su soberanía y suprema protección, consultando nuestro alivio y que se haga menos molesta una contribución que por sí misma era tan corta; por lo que sumiso y rendido da este miserable cabildo, justicia y regimiento por sí y a nombre de su común las debidas gracias al consejo de regencia que hoy representa a nuestro católico monarca a quien se va a dedicar una misa solemne en acción de gracias el domingo 20 del corriente mes con iluminación de calle; pidiéndole a Dios nuestro señor dilate muchos años la real importantísima persona y el feliz reinado de vuestra majestad para amparo de la nación y demás estos vasallos" ("Diario de sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias - Tomo IV - N°559 - p. 3139)
Algunos párrafos de esta carta llaman la atención considerando que ya por ese tiempo en Lambayeque se habían producido revueltas contra la autoridad colonial: En 1785, se produjo una revuelta de chiclayanos contra los hermanos Juan José y Juan Alejo Martínez y Pinillos, propietarios de la Hacienda Pomalca, por los abusos contra los indígenas de esta tierra a quienes confiscaban ganado y castigaban duramente por, supuestamente, “invadir sus propiedades”. El 15 de enero de 1804, el procurador indígena Clemente Anto, se subleva después de una “larga y persistente actitud de defensa de sus paisanos…” (Figueroa e Idrogo, 2004). Fue apoyado por ex esclavos (zambos, mulatos, morenos) mestizos y plebe (indios forasteros). En 1784, el zambo José Patrocinio Faya (“Geraldo”) fue injustamente acusado de revoltoso y encarcelado. Junto  otros presos, logró escapar y al grito de “¡Viva el rey y muera el mal gobierno, que no hay justicia en Lambayeque!”. En 1779, se produjo una protesta de milicianos “pardos” y “morenos” del Partido de Lambayeque contra los cambios en el régimen de tributación que se inició en 1778.

Habrá que considerar que los autores de la misiva fueron indios privilegiados y acomodados al status quo de la época. Además, el lenguaje usado es propio del fidelismo motivado en el virreinato peruano por Abascal quien propició juramentos de fidelidad en las principales ciudades y dictó un bando enunciando a Fernando VII “Rey y Señor de España y Emperador de las Indias…amor al Rey y la decisión de ser inseparables de su majestad y sus órdenes…”. Los indios privilegiados de Lambayeque mostraron estar de este lado.