miércoles, 4 de enero de 2017

La Caleta de Santa Rosa y su Crónica Sencilla

Caballitos de Totora en Santa Rosa, 1908.
Fotografía de Enrique Bruning

Así se denomina el cuarto capítulo de la obra “Aspectos Criollos” publicada en 1937 por José Mejía Baca y que, a mi juicio, merece mayor atención y estudio por sus aportes a la Historia Regional. Mejía Baca, en sus propias palabras, quiso legar una “sencilla contribución al folklore nacional…” sin embargo, su aporte se relaciona a la corriente historiográfica denominada historia de la vida cotidiana que documenta hechos concretos de la vida de las personas sencillas y de a pie en un periodo determinado mostrándonos como era la sencillez de su día a día en los aspectos económicos, sociales, religiosos, políticos… en todos o en algunos de ellos. En este caso particular, Mejía Baca remarca su deseo de observar en el habitante santarroseño “la emoción vital del cholo; del cholo como exponente de tipismo; del cholo que antes que pescador es cholo, es decir, personificación del alma criolla”. A continuación una breve reseña:
Sobre las características generales de la caleta en la tercera década del siglo XX, Mejía Baca aporta: “(después de) un pesado camino de arena que parece interminable… (Se ve) como escondidas detrás de una loma, tres o cuatro manzanas de casas. De caña y totora unas; de madera pintada de colores chillones, otras… angostas callejas de arena (que llevan) a una bajada que conduce a la playa. Todas las playas son hermosas. La de Santa Rosa es típica”. El pueblo se instaló en la parte sur bajo la loma en la que se ubica la antigua iglesia del distrito. Hoy el distrito se ha dividido, por tradición, en dos sectores. Al sector norte se le denomina “de morropanos” pues en dicho espacio se instaló desde 1945 gente forastera proveniente de tal lugar.
"Bote" varando en playa de Santa Rosa (S.a/S.f)

Mejía Baca dicta sentencias muy estimables sobre el cholo santarroseño: “… es de una capacidad emocional en mucho superior al de Eten y Monsefú…El cholo pescador siente la emoción de las empresas arriesgadas. En pequeños botes, en "caballitos de totora" y entre inmensidades de agua, vive tanto los peligros de las bravezas, cuanto la bonanza de las mansedumbres. Esta lucha diaria, ha contribuido a darle, una mayor fortaleza física, un sólido temple… El cholo campesino no ama la tierra con la intensidad que el santarroseño ama el mar…”
Con respecto a la pesca, principal actividad económica de la caleta (hoy distrito) indica: “Hacia el lado de Eten (al sur), alineados, los botes esperan ser lanzados al mar… (A las cinco de la tarde) un pescador examina las amarras de un bote y en rápida ojeada, efectúa la inspección… saldrán a la una o dos de la mañana para aprovechar la marea…En la despedida ni lloros ni abrazos… Van con la seguridad del que ya es vencedor”.  
Algunas costumbres del antiguo poblador santarroseño son resaltadas por Mejía baca: “…la botija de chicha está sustituida por la chicha embotellada. La guitarra y el arpa han conservado toda su prestancia y dignidad. El piajeno no ha perdido su condición de imprescindible. La "carne salada" y el pellejito de chancho han sido relegados a segundo término, ante la primacía del toyo, el robalo, la cachema, la chita, etc., que constituyen los elementos primordiales del piqueo santarroseño. (Destaca el) chilcanoLevanta muertos es el calificativo mayor que habla de la bondad del alimento”.
Nos cuenta la manera en la que se inició el proyecto de construcción del parque en la caleta: “Tropezamos con una simpática y modesta maestra de escuela. Conversamos un momento y luego nos pregunta: - Han venido a divertirse, ¿verdad?… La simpática maestra nos habla del proyecto de un parque para Santa Rosa y con tal objeto nos coloca en la solapa un pequeño y ovalado cartón, en cuyo centro se lee: Obolo pro parque de Santa Rosa. Le entregamos algunas monedas… hoy el parque es una realidad”. Refiere también su experiencia con el “Limari”, embarcación chilena encallada frente a las costas de la caleta en 1919: “…a cien metros de la playa un trozo de casco del Limari desde hace cerca de un cuarto de siglo vive una agonía que parece ser eterna.
Portada de la Obra de José Mejía Baca publicada en 1937
y reeditada en 1988 por la Biblioteca Nacional.


Pienso que el buen cholo llega lejos, llega alto, no se deja vencer fácilmente. Ser cholo es un verdadero estilo de vida y confieso con orgullo que mi condición de cholo me hace sentir singular. Antes de retirarse a Pimentel, Mejía Baca, declara sobre los cholos santarroseño: “Ellos sí son verdaderamente libres. Ellos en sus caballitos y en sus botes, los verdaderos triunfadores”. Suscribo, también, estas palabras con las cuales rindo homenaje al cholo de nuestra tierra.

Información Histórica de la antigua Caleta de Santa Rosa

Enrique Bruning en casa del compositor Carlos Ramírez Montalvo, autor de
"La Veguera" en  la Caleta de Santa Rosa en 1905

El actual distrito de “Santa Rosa” fue creado, oficialmente, mediante ley 174 del 2 de agosto de 1920. Sin embargo, su historia, data de muchos años antes. El actual pueblo de “Santa Rosa” surge en la primera mitad del siglo XIX; sin embargo, la “Carta Topográfica de la provincia de Saña” diseñada a fines del siglo XVIII, registra que las caletas o puertos del Partido de Saña, de norte a sur, fueron: Caleta de Lambayeque, Puerto Nuevo, Puerto de Santa Rosa, Puerto Chérrepe, Puerto de Pacasmayo y Puerto de Malabrigo. Aunque el nombre es similar, ese antiguo puerto de “Santa Rosa” no corresponde al actual distrito. La tradición oral indica que sus primeros pobladores fueron oriundos de Huanchaco (Trujillo).
Durante el siglo XIX fue un anexo del distrito de Monsefú y una de las dos Caletas de la provincia de Chiclayo (la otra era Chérrepe). “Santa Rosa”, en la ubicación actual, ya existía en 1835.
La leyenda original indica: "Fiesta de Santa Rosa, danza de los gigantes,
30 de agosto de 1908"
Don Antonio Raymondi, en “El Perú” (1956), indica que en la década de 1870 se autorizó el reparto de terrenos en la caleta de Santa Rosa. Mendoza afirma: “… gente, en su mayoría, de Huanchaco, Monsefú y de Eten vinieron a poblar este puerto”.
Mendoza (2008) refiere el informe de José M. Arbulú, subprefecto de Chiclayo en 1874, quien describe a “Santa Rosa” como “… puerto de pescadores y balneario de esta provincia, el pueblo constaba de seis cuadras de largo por cuatro de ancho, conteniendo 175 ranchos que albergaba a trescientos habitantes. Existía una escuela de instrucción primaria en la que se impartía la educación a los niños. Una capilla en regular condición, en la que se administraba los sacramentos” (Mendoza, 2008). Dicha escuela es la denominada, actualmente, Institución Educativa N° 10017.
Danza de "La vaca loca" delante de la procesión de Santa Rosa
30 de agosto de 1908

En la segunda mitad del siglo XIX los diversos movimientos caudillistas que tuvieron eco en el norte del Perú, fueron sin duda percibidos en la antigua “Santa Rosa” cada vez que, para nutrir los ejércitos rebeldes o gobiernistas se hacían “levas de hombres de mar” en los diversos puertos y caletas de toda la región. En 1879, al estallar la Guerra del Pacífico, las autoridades, en el deseo de preparar a los ciudadanos para la defensa de la patria, dividieron el departamento de Lambayeque en 9 zonas. “Santa Rosa” fue ubicada en la zona 6, a cargo del sargento mayor Don Germán Cáceres.
En “Aspectos Criollos”, José Mejía Baca, refiere haber llegado caminando en la década de 1930, desde Pimentel; describe la Iglesia en su ubicación actual, las faenas de pesca, su admiración por la destreza de los hombres de mar, las labores de las mujeres, las rústicas casuchas y a una maestra pidiendo colaboración económica para la construcción de un parque. Por este mismo tiempo, el distrito, fue considerado en la inspección de la campaña sanitaria debido a la epidemia de peste que se prolongó en toda el antiguo Departamento de Lambayeque hasta la década de 1940.
Barco chileno "Limari" encallado frente a la Caleta de Santa Rosa
en 1919
Otros datos “sueltos”: “Santa Rosa” fue cuna del héroe Eliberto Casas, quien participó en la Guerra del Pacífico. Frente a las costas se encuentran los restos de la embarcación chilena “Limarí” hundida en la década de 1960. Hasta la década de 1980 solo había tres colegios: 10017, 10018 y “José Olaya B.” (Secundario) hoy se cuentan casi veinte de los diversos niveles. A poca distancia, al suoeste del distrito se encuentran las minas de sal usada para salar caballa y jurel. Hace mucho no se ve la abundancia de peces y son pocas las lanchas (ellos las llaman “botes”) que varan en la caleta. Dos personajes tradicionales del pueblo, ya fallecidos, fueron “la chagua y papelito”. Los conocí, fueron personas nobles y buenas pero por su compartamiento y fisonomía “merecieron” pocas burlas y mucho cariño de la gente.
Santa Rosa es el distrito que cuenta con la mayor cantidad de comunidades evangélicas de toda la Región. En la década de 1990 circuló en el distrito el “Semanario Expresión”, dirigido por el Prof. Luis Alberto Ramón Vidaurre, medio en el cual colaboré. El distrito cuenta, actualmente con casi 20 mil habitantes, la mayoría son mujeres.
Pescadores de Santa Rosa en 1980. Fotografía de
Efraín Huamanchumo Effio.

El primer asentamiento humano, surgido en 1990, a partir de una invasión de terrenos aledaños al antiguo cementerio, fue la zona de “Los Balsares”. Una anécdota: hasta 1988, llegaban al distrito dos unidades de ENATRU PERU, las paisanas al verlas decían: “ya viene el TRU”. En la zona norte del distrito se asentaron pobladores de Mórrope que llegaron a laborar como pescadores desde 1975. Personajes recordados: Erland Rodas Díaz, Feliciano Chanamé… familias reconocidas: Sipión, Huamanchumo, Custodio, Bernal, Effio, Núntón, Uchofen, Llontop, entre otras.