viernes, 13 de febrero de 2015

Mejoremos la Formación Histórica de los Jóvenes


¿Por qué los jóvenes mantienen, en general, una visión acrítica y estereotipada sobre el pasado? ¿Por qué muestran una escasa capacidad de justificar cómo saben lo que saben y de tomar conciencia de la complejidad de dicho pasado?… los resultados inmediatos de la formación histórica en los niveles escolar y superior, tan plagada de vicios y errores metodológicos, han sido, entre otros, no solo la despreocupación, sino el debilitamiento en la tarea de construir nuestras identidades (personal, local, regional, nacional…en general, identidad cultural); el desinterés, generado por la ausencia de métodos y estrategias que privilegien a cada persona en particular, entendiendo que cada cual aprende su historia, y la historia, de manera distinta; la formación memorística, que atrasó aquella que forma nuestras habilidades de historiadores (investigar, comunicar, comparar, explicar, sintetizar, analizar y, especialmente, argumentar); la creación de una corriente que promueve la repetición sin sentido de una multitud de datos, que por ser inadecuadamente presentados y manejados, carecen de pertinencia y contradicen el sentido reflexivo de la historia, haciéndola descender a una simple colección de nombres, lugares y fechas; la descontextualización, que ha impedido relacionar el presente y el futuro con el pasado. Estas, entre otras, son las consecuencias de una versión deshumanizada, rígida, fría y manipuladora de ver el pasado… los peruanos miramos nuestra historia de lejos, pues no tenemos los medios para acercarla, conocerla, recrearla, imaginarla, contextualizarla y recuperarla de manera significativa para nuestras personas y comunidades.
¿Hasta qué punto es posible enseñar y aprender nuestro pasado reciente de forma crítica y razonada? ¿Permiten los actuales sistemas y métodos que los jóvenes realicen nuevas interpretaciones y propuestas alternativas a problemas reales? Y, en tercer lugar, ¿Qué visión dispone el joven de a pie de ese pasado reciente como problema histórico desde los contenidos escolares y universitarios y por tanto, qué visión podrá construir sobre ese pasado reciente?
Los contenidos muestran una imagen poco crítica y estereotipada de nuestro pasado, nuestros alumnos apenas explican, no argumentan ni critican el pasado, no lo relacionan con el presente. Los contenidos históricos han sido ordenados solo de manera cronológica, siendo esta una debilidad cuando no se ordena a los intereses presentes de la persona, de las comunidades locales y regionales y del país.
El recurso más importante para la enseñanza de la historia no es el libro, mucho menos los documentos y archivos (estas son fuentes de la historia); es la afición y el compromiso del maestro; su conocimiento y capacidad para crear y recrear métodos y estrategias; su deseo sincero de formar en habilidades históricas que permitan la reflexión contextualizada de los hechos más que la repetición sin sentido de los datos.  Necesitamos maestros de historia investigadores, inquietos, libre pensadores, capaces de filosofar y reflexionar con mente abierta; maestros que promuevan y compartan la investigación sobre temas históricos diversos; hombres y mujeres enamorados de su pasado pero con los pies en el presente y su compromiso con el futuro.
Hoy más que nunca se necesita espacios de reflexión y de análisis acerca del tratamiento que recibe la delicada tarea de la formación histórica de nuestros compatriotas. Se requiere revisar la estructura y el planteamiento didáctico, contraponiéndolo a las necesidades de este nuevo tiempo histórico.
El mundo ha cambiado, también nuestra forma de percibirlo. El hombre de hoy, inmediatista, veloz, individualista… necesita con urgencia una aproximación de calidad con su pasado. La educación histórica debe aportar este componente.