martes, 14 de enero de 2014

El Chiclayo Chiquito

     
  
Toma aérea de Chiclayo en 1943. Al extremo izquierdo
en la parte baja, el Barrio de Chiclayo chiquito.
 Chiclayo es una ciudad con historia. Cada uno de sus barrios y sectores no son resultado de un surgimiento casual o espontáneo. Es sencillo comprobar, después de un breve recorrido, que las razones diversas de su origen nos pueden trasladar, imaginariamente, al Chiclayo del ayer con sus costumbres, calles, personajes y tradiciones que merecen ser conocidas por los ciudadanos de hoy. Uno de aquellos lugares tradicionales de nuestra ciudad es el antiguo sector de Villa del Sol, también llamado, antiguamente, Chiclayo Chiquito y que, actualmente, conforma (en términos legales) la urbanización Cercado de Chiclayo, en los alrededores del parque obrero.

     La antigua zona del Chiclayo Chiquito ocupó el espacio ubicado entre las actuales cuadras 11 y 12 de la avenida Pedro Ruiz (antes “Miraloverde”) las cuadras 11,12 y 13 de la calle “7 de enero” (antiguamente llamada “Ortiz”) y la actual calle 8 de octubre donde se ubicó, a inicios del siglo XX, el Barrio Barsallo. A la cuadra 11 de la actual avenida Pedro Ruiz se le llamó, hasta 1947 aproximadamente, el “Barrio de las latas” debido a que los techos y puertas de las viviendas tuvieron latas como material principal. También es digno de destacar la presencia en esta antigua zona de la ya destruida Huaca de Chiclayo chiquito.
Demolición del antiguo Barrio de Las latas, actualmente en la
cuadra 11 de la Av Pedro Ruiz, antiguo Miraloverde.

     La zona de “Chiclayo chiquito”, “Miraloverde” y el “Barrio Barsallo” constituyeron el límite norte de la ciudad; tal como puede leerse en la información proporcionada por Don Ernesto Ganoso Ugaz en “Breve Reseña Histórica de la Provincia de Chiclayo y Sus Distritos Desde el año 1896 Hasta Nuestros Días” (1975) y Don Teodoro Rivero Ayllón en “Lambayeque, Sol, Flores y Leyendas” (1976). 

     Sobre el origen del “Chiclayo chiquito” Jorge Lazo afirma que se produjo poco tiempo después de la abolición de la esclavitud decretada por Ramón Castilla en su segundo gobierno. “(los negros) comenzaron a emigrar abandonando Luya, capote y Picci para ubicarse en el poblado de Chiclayo. Los indígenas chiclayanos consideraron un peligro tal éxodo, y los caciques de Cintu y Collique optaron por detener la ola negra. Ningún negro o mulato podía avanzar al seno de la población y sus viviendas se circunscribían a los terrenos de afuera” (Lazo, 2007).

     A la zona de “Miraloverde”, una vez ocurrida la llegada de los negros, entre diciembre de 1854 y enero de 1855, se le comenzó a llamar formalmente “Villa del sol” e informalmente la “Forastería” tal como se puede leer en el artículo “Los negros de Lambayeque”: “Administrativamente Villa del sol era la parte forastera, por eso el chiclayano de a pie llamaba al negro Forastero y a Chiclayo chiquito La Forastería”. Además se cuenta que en dicha zona, eventualmente, “se producían sangrientos enfrentamientos entre negros e indígenas; a decir de algunos estudiosos La sangre corría como ríos. Se dice que una de las razones era el hecho que los indígenas por extraños motivos relacionaban a los negros con el mismo diablo, aunque ésta no fue la única razón” (Cabrejos, 2008).

   
 A los negros les costó mucho ser aceptados por los indígenas y blancos de Chiclayo. Hicieron esfuerzos por lograr aceptación desde el campo de la fe y mediante su participación en la Revolución del Coronel José Balta. Fueron los negros los iniciadores de la tradicional fiesta religiosa de la “Santísima Cruz de Chiclayo chiquito”. La “Revista Centenaria” (1935) indica que la Cruz salía en procesión dos veces por año. La Cruz fue diseñada en 1863. Por tradición oral se sabe que fue una de las tres cruces traídas, en aquel tiempo, por los padres franciscanos. No se conoce el o los lugares donde se encuentran las otras dos cruces, aunque en “Música, poesía y religiosidad popular en Lambayeque”, Don Pedro Delgado Rosado adjunta una fotografía en la que se aprecia una Cruz, actualmente ubicada en Monsefú, que muestra detalles similares a la Cruz de Chiclayo Chiquito. La Cruz, materia de nuestro estudio, fue restaurada el año 2003 no sale más en procesión por sugerencia del restaurador.

     La Cruz de madera mide aproximadamente 2,60 m de ancho por 2,20 de alto. Está cubierta por pintura de color verde. Tiene en la parte inferior el diseñor de un cráneo y sobre el la leyenda “año 1863”. En la parte superior muestra el diseño de un manto que posa sobre el madero horizontal junto a varios símbolos de madera: un hábito franciscano, una mano, un cuchillo que cortó una oreja, una vasija de color marrón con el número 30 y una pinza similar a un diseño metálico. Mas arriba se nota en el lado izquierdo el sol y en el derecho la luna.

    Cuando se produjo la Revolución de Balta en 1868 los negros de Chiclayo chiquito fueron los primeros voluntarios y una suerte de “carne de cañón” en la infantería de Balta. “La mayor parte de los voluntarios enlistados en Chiclayo fueron los negros de la forastería, quienes fueron audazmente liderados por un grupo de negras entre las que destacaban: Manuela (“manonga”) Nevao, la mamá Jacoba, la “Pitonga” y la “ñata” Fidela. Los negros decidieron enlistarse como gente de infantería” (Cabrejos, 2011). Es digno de resaltar el pedido de la negra Manuela Nevao a Balta: ““Venimos donde su merced a presentarnos de soldaus. Semos mujeres pero semos muy hombres. No queremos cocinar, ni lavar, ni hacer nada de lo que hacen las flojas. Queremos echar bala y meter cuchillo. Su merced mándenos donde quiera pero a pelear”.

   
La antigua Parada, muy cerca de Chiclayo chiquito
Con el paso del tiempo los negros fueron desapareciendo. Sobre su siguiente lugar de destino hay dos versiones: “los negros desaparecieron de Chiclayo chiquito sin que nadie lo advirtierá, ignorándose inclusive el sitio al que emigraron. Y Villa del sol siguió creciendo y prosperando considerablemente” (Lazo, 2007). “Finalmente los negros decidieron irse. Nunca se sintieron en casa. Se fueron al sur la mayoría. Otros se quedaron en Zaña. En Chiclayo quedará siempre su calor, su ritmo, su sabor y su recuerdo” (Cabrejos, 2008).

     Actualmente no se aprecia la presencia significativa de personas o familias de origen negro; es más, los pobladores de la zona no conocen, los más jóvenes, o recuerdan, los ancianos, haber visto familias o comunidades de negros. Sin embargo, es un hecho que fueron los negros libertos los primeros pobladores de Chiclayo chiquito o villa del sol. 

    La zona se hizo famosa por sus picanterías y meretrices tales actividades fueron iniciadas por los negros, primeros residentes de la zona. Los hombres adinerados de la época eran asiduos concurrentes a la casa “Monteblanco” en el antiguo Barrio de las latas (actualmente cuadra 13 de la calle 7 de enero) donde hermosas jóvenes venidas, principalmente, desde la sierra eran puestas a su disposición. También era notoria la presencia, en el mismo barrio, del primer hospital de la Sociedad de Beneficencia China (actualmente en dicho espacio se encuentra una cochera).

     Aparecen los callejones con un diseño parecido al de los antiguos galpones de negros pero con características particulares: un ingreso de 1,50 o 2,00 metros de ancho, corredor de hasta 100 metros de largo, viviendas de tres habitaciones a un lado del corredor o a ambos lados frente a frente. Un referente es la actual quinta “Villa El sol”.

     
En la Quinta de los Laca se surtía de a los
aguateros de Chiclayo.
Chiclayo chiquito comenzó a ser “hermoseado”. Se construye en el lugar la Quinta Cuglievan y el sector en el que actualmente se ubica el Parque Obrero fue un hermoso jardín de girasoles. El Parque es construido en la década de 1930. La Guía Comercial e Industrial de Chiclayo (Editorial Minerva, 1947) menciona la existencia de una zona comercial llamada Parque Obrero en la que había negocios de nacionales y extranjeros, entre ellos un negocio de chinos. Durante la década de 1950 todavía era un problema la higiene y modernidad del sector: “la pavimentación de muchos jirones, ya sea con piedras o adoquines; la regularidad del servicio de luz eléctrica en casas y calles; el cuidado y adelanto de la Capilla y la higiene en picanterías, tiendas y bares son también problemas de urgente solución” (Lazo, 1952)

     El Parque Obrero es remodelado por primera vez en 1969 siendo alcalde de la ciudad Don Alfredo Montenegro de la Oliva y toma su fisonomía actual gracias a la remodelación hecha durante la gestión de Don Arturo Castillo Chirinos en 1992. En los alrededores de la zona se puede observar la Peluquería “El Arte” con más de 60 años de antigüedad, la asociación de músicos “Santa Cecilia”, la Casa del Maestro de Chiclayo, el Sindicato de Trabajadores de Construcción Civil y la Parroquia “Santísima Cruz”. Jorge Lazo afirma “el barrio creció gracias al cuidado de sus moradores, cuyo esmero y características de responsable pulcritud ponían de manifiesto en todo momento”.

     Por mi parte sostengo que dicha zona merece ser revalorada históricamente. La zona ha sido afectada últimamente durante las obras de saneamiento de agua potable y desague desarrolladas por la gestión del alcalde Roberto Torres. El periódico “Cinco” editado por la “Universidad Señor de Sipán” indica en el artículo titulado “Por ejecutar obras de saneamiento MPCH habría dañado restos arqueológicos” (Romel Ramos) que el proyecto se realizó sin el plan de monitoreo arqueológico exigido por ley, lo que pone en riesgo las seis huacas existentes en las zonas donde se desarrollan las obras. Si bien es cierto las huacas no son visibles superficialmente pero se sabe que sus bases antiguas se encuentra en el subsuelo y constituyen parte de nuestro patrimonio cultural.

     Chiclayo es una ciudad chola. Pero el cholo es mestizo, por lo cual tiene sangre de negro, de blanco, de indio, de chino, de japonés… “El pueblo cholo conserva virtudes que muchos desconocen. Es un pueblo que compró con sacrificio su presente y siembra con esfuerzo la semilla del futuro. Los mejores hijos del pueblo son cholos y son ellos los agentes de nuestra historia. Quienes quisieron vengarse de otros como yo creando el término al cual me refiero cometieron un error para sus fines. Sembraron la semilla de una cultura, dieron a los nuestros un motivo más para sentirnos orgullosos. Es bueno ser cholo, pero es mejor vivir como cholo y desear serlo siempre sin dejarse cholear” (Cabrejos, 2008).