miércoles, 12 de agosto de 2015

Los alemanes en el Perú y Lambayeque

Karl Weiss

En Lambayeque hemos tenido el honor de contar con la presencia de ciudadanos alemanes de la talla del ingeniero y etnólogo Enrique Bruning o Kart Weiss, eficiente Director del Colegio Nacional “San José”, que prestigiaron la educación, industria, ciencia, comercio y, también, el arte. ¿Cómo llegaron los alemanes al Perú y Lambayeque? ¿Cuál ha sido su contribución a nuestra cultura?
Según Fabian Novak, en “Las Relaciones entre Perú y Alemania 1828 – 2003”, el primer alemán, con ingreso oficialmente registrado,  en el Perú fue Barthel Blumen (1532) luego, algunos sacerdotes jesuitas (1612) y, más adelante, (a fines del siglo XVIII) un grupo numeroso de mineros, encabezados por el barón Fuerchtegott Von Nordenflycht,  que llegaron contratados para modernizar dicha actividad. La migración de europeos al Perú se facilitó desde 1835 cuando Felipe Santiago Salaverry firma el decreto que indica “todo individuo de cualquier punto del globo era ciudadano del Perú desde el momento en que, pisando su territorio, quisiera inscribirse en el Registro cívico”. Esta medida no implicó la migración masiva de europeos, pero significó el inicio de la oleada. Fue en ese siglo que llegaron al Perú Humboldt y Ernest Middendorff, este último, personaje de innegable importancia para Lambayeque gracias a sus observaciones y estudio de la “lengua de Eten” (lengua yunga o mal llamada muchik), así como sus descripciones de los pueblos, sus costumbres, vestimentas, alimentos, recursos, etc.; registradas en su Obra “Perú” volumen 2.
La migración alemana adquiere importancia en la segunda mitad del siglo XIX. Un motivo fue la crisis económica y social en Alemania (por la revolución de 1848) que provocó la salida de más de 3 millones de alemanes entre 1850 y 1890, según datos oficiales. La segunda razón fue la ley de migración de 1849, firmada por Ramón Castilla, que permitió lleguen al país 1096 ciudadanos alemanes “arrendados en condiciones infrahumanas a los grandes terratenientes de la época… y sufrieron, en algunos casos, maltratos y daños corporales” de manera que para 1853 la cantidad inicial se redujo a la mitad, también debido a “el clima sofocante en las fincas de la costa, las enfermedades y el duro trabajo…”. En 1852, otro decreto migratorio y la visión racista de la aristocracia peruana, permitiría la llegada de europeos (alemanes, entre ellos) para poblar algunas zonas de la amazonía y participar de las actividades económicas y productivas. En 1871, durante el gobierno de Pardo, se formó la Comisión Consultiva de Inmigración que en 1873 se convirtió en la Sociedad de Inmigración Europea, la cual justificó el arribo de alemanes debido a “… sus cualidades de orden y progreso”. Con esto, se reparó la mala imagen de los primeros inmigrantes alemanes que, según Basadre, fueron calificados como “hombres inmorales y corrompidos que atropellaban autoridades y maltratando los pueblos desde Trujillo hasta el litoral, solo sirvieron para hacer gastos inconsiderados al erario nacional”.
Entre los más destacados ciudadanos alemanes en Chiclayo del último cuarto del siglo XIX debo mencionar a Tomas Abrahamsen, Enrique Frahüen, Eduardo Gramatky, Teodoro Alberto Grass, Federico Hack, Adolfo Hormann, Gustavo Hulsen, Enrique Jahn, Valentín Loewen, Guillermo Niebuhr, Cristian Schretmiller, Bernardo Schroeder, Alfredo Solf. Todos ellos presentaron reclamaciones por los daños físicos a sus personas, el incumplimiento de contratos por parte de estado o las pérdidas ocasionadas en sus propiedades por los sucesos de 1868, durante la Revolución del Coronel José Balta o por otros de carácter político, fruto de la inestabilidad de aquel tiempo, como los de 1873.
En 1876, según Basadre, el gobierno contrató a un grupo de maestros alemanes, entre ellos Carlos Gunther para dictar clases en Chiclayo. Los chiclayanos recordamos aún el local de la famosa “Casa Gildemeister” ubicada en el centro de nuestra ciudad, dedicada al rubro automotriz.
Durante el siglo XX, el aporte de los ciudadanos alemanes fue de gran importancia. La agroindustria se vio fortalecida con sus aportes; Enrique Bruning, ingeniero, llegó a nuestras tierras con esa misión. La educación ha tenido a Kart Weiss como su principal exponente. Lamentablemente, entre 1939 y 1945, los ciudadanos italianos, alemanes y japoneses sufrieron persecución por causa de su nacionalidad en el tiempo que el mundo experimentaba los desastres de la Segunda Guerra Mundial. Perú se inclinó a favor de las naciones aliadas y rompió relaciones diplomáticas con las naciones del Eje Roma – Berlín – Tokio. En “Japoneses bajo el sol de Lambayeque” el investigador Luis Roca afirma que existió una “lista negra” con los nombres de todos aquellos ciudadanos a quienes se calificó de espias, los cuales fueron perseguidos, detenidos y deportados. Muy poco pudo hacer la población de Chiclayo para evitar el hecho; sin embargo, no deja de llamar la atención la escasa cobertura de los medios de prensa de aquella época que parecieron ser silenciados para evitar dar a conocer con amplitud tamaño atentado contra los Derechos Humanos.

El periodista illimano Juan César Cabrejos Becerra afirma que Karl Weiss hijo, homónimo del connotado educador alemán, fue quien introdujo la práctica de la apicultura en dicho distrito. Este personaje tenía una casa en el sector “La Zaranda” cerca de Batan Grande y llegaba diariamente a Illimo a bordo de una antigua camioneta Volkswagen cerrada; agrega: “… le gustaba leer mucho los libritos de historietas del oeste americano (algunos ejemplares de los muchos que me regaló aún los tengo) y fumaba tabaco en pipa de carey. Lo recuerdo por el cabello blanco, su gran estatura y su risa estrepitosa. Fue él junto con don Ulderico Pretel Núñez, natural de Cascas (Trujillo) y casado con la illimana Magdalena Cabrejos Sandoval, quienes pusieron la semilla de la apicultura en tierras illimanas. Illimo tiene una deuda histórica con ambos”.
Actualmente existe en la “Casa Comunal de la Juventud” un Consulado Alemán conducido por el excelentísimo ciudadano y Cónsul honorario Armin Dietrich Bulow; es, además, la única representación extranjera en Chiclayo.