Hay formas diversas
de interpretar el Perú y su situación. A lo largo de la historia, diversos
pensadores juzgaron las diversas coyunturas y emitieron conceptos melancólicos,
románticos, negativos, pesimistas, realistas, espiritualistas, entre otros.
Particularmente, mi comprensión visión es propositiva: realista pero
esperanzada. Estimo que la crítica negativa sin labor reconstructiva es dañina;
lamentablemente, el negativismo es común y contagioso. A continuación presento
algunos conceptos extraídos de la obra “prolegómenos para una nueva peruanidad”
(2015) del filósofo Francisco Reluz Barturen.
De manera
melancólica, José de la Riva Agüero, diría en la segunda década del siglo XX “a
cada paso que damos en estas tierras lucientes y calladas, surge en la paz del
campo un lejano recuerdo histórico, feroz y fúnebre como un cráter extinto…”
luego, añade “…el Perú ha sido siempre el país de las vicisitudes trágicas”.
Según Reluz, Riva Agüero “asume con sentido trágico los acontecimientos históricos
del país… (Pero expresa) confianza en el progreso del país a través de una
íntegra vivencia moral de la clase política sustentada en ideas sólidas”.
En el epílogo de
“Peruanidad”, en la década de 1940, Víctor Andrés Belaunde, afirma “la
peruanidad es una síntesis comenzada pero no concluida. El destino del Perú es
continuar realizando esa síntesis. Ello da un sentido primaveral a nuestra
historia. Todo lo que conspira contra esa síntesis es condenable por ser
contrario a nuestra clara vocación”. Para Belaunde, el Perú es una síntesis
viviente, un país no acabado.
En los años 20, para
José Carlos Mariátegui, “el Perú es todavía una nacionalidad en formación, lo
están construyendo sobre los inertes estratos indígenas, los aluviones de la
civilización occidental”. Mariátegui resalta la idiosincrasia pasadista y sin
visión de futuro, junto a la pereza mental, incapaz de analizar y solucionar
sus propios problemas.
Según Víctor Raúl
haya de la Torre, en carta dirigida a Rabindranath Tagore, en agosto de 1924 “el
Perú es una república trágico – cómica con manchas de sangre y de
ridículo…ridículo de los políticos vestidos de frac…”. Considera la negativa
actuación de los líderes políticos que históricamente causaron “…las peores
desgracias del Perú republicano, o las están suscitando…” (Reluz, 2015).
Luís Alberto
Sánchez, afirma “…para mí es un país paradójico, donde coexisten
anacrónicamente todos los estados, o estadios, sociales; todos los paisajes,
todas las estructuras, todas las pasiones y casi todas las ideas…” califica al
Perú como un país en adolescencia complicada, indica el mal del desconocimiento
de los peruanos sobre el Perú, de sus valores, de sus riquezas, de sus
personas.
En las décadas de
los 70 y 80, Alberto Flores Galindo, afirma que el Perú no es una nación,
carece de identidad pues esta no se ha construido, solo se ha pensado. Sostiene
“el Perú pareciera ser un país disgregado. La imagen de un país al bode del
abismo, donde todo amenaza con arruinarse… país a la deriva… país aluviónico.
Hasta se lo ha calificado de abortivo…”.
Percibe al Perú como un país en crisis permanente, donde existe sensación de
desgobierno y desorden.
Javier Pulgar Vidal,
también en la cuarta parte final del siglo XX, indica “Mi patria, el Perú,
tiene un nombre que significa abundancia. Su edad se pierde en los milenios de
la prehistoria, más allá de los 20 mil años; su riqueza se basa en la
biodiversidad vegetal, animal y humana”. Manifiesta una valoración positiva de
nuestra patria, del mestizaje y sus recursos diversos.
Francisco Reluz
Barturen, invoca a un cambio de mentalidad “para que cambie nuestro entorno
social contextual, pues la manera de pensar deviene en una manera de actuar…”
pienso, como Reluz, que “los peruanos somos creativos, imaginativos e
innovadores pero estas cualidades sin educación integral y conciencia nacional
de recto amor a la patria, conduce a la viveza criolla y a la mediocridad
nacional”. Para definir al Perú se necesita mentes lúcidas y educadas.