viernes, 27 de febrero de 2015

El valor Humano de la “Secuencia Natural de la Historia”


   
 En “Iniciación a la Crítica Histórica” (1968) el belga León Halkin nos aproxima a esta reflexión ¿Cuál es el valor humano de la historia? Cual su valor práctico, su necesidad e importancia. En un texto anterior, he puesto a consideración de la comunidad académica y de las personas interesadas en el tema la categoría “Secuencia Natural de la Historia”. Deseo centrarme en la primera etapa de esta secuencia, la Historia Personal.
     Me impacta de inicio, la siguiente afirmación de Halkin: “la historia ayuda a conocer al hombre…conocer al hombre no significa separarlo de sus raíces, no significa convertirlo en un hijo sin padre. Ningún hombre se ha hecho a si mismo… la historia está presente ante nosotros como la tierra misma. Todo se recibe de ella, se vive de lo que ella aporta, en ella terminaremos” (Halkin, 1968). El anterior texto reafirma la propuesta, la primera etapa de esta secuencia natural es la Historia Personal. En un acto connatural, la persona, deseosa de conocerse y conocer, necesita respuestas sobre su presente y sobre su origen, al menos el más próximo. Necesita una base sobre la cual iniciar la construcción de su propia historia. Requiere respuestas sobre su genealogía, la tierra de sus ancestros, sus tradiciones y costumbres, sus características físicas, su forma de pensar y de ser. Es en base a este conocimiento de su historia personal que, en adelante, la persona será capaz de iniciar la tarea de encontrar significado contextual a los hechos de la historia local, regional, nacional, continental y universal.
     Esta Secuencia Natural es un todo, es un ente, y las etapas son los niveles, los escalones obligados por los que la persona debe transitar para encontrar las razones de su ser personal y social; de su pertenencia regional y universal; de su identidad homogénea, en cuanto a sus raíces, su origen, tradiciones, costumbres e historia particular; y heterogénea en cuanto a su pertenencia a una sociedad globalizada en la cual ninguna cultura es superior a otra y no merecen, por lo tanto, ser marginadas, excluidas y minimizadas. Una persona sin herramientas para interiorizar los valores de su historia personal termina identificándose con lo extraño antes que con lo propio; pues, siendo un “homus tecnológicus” aceptará y dará por válidas las costumbres, formas y valores de otras culturas que invaden sus inteligencias a través de diversos medios de comunicación; no por su necesario uso de las tecnologías sino por su escasa reflexión de los contenidos. Un gran número de jóvenes, especialmente, da por válidas las afirmaciones, usos y costumbres propuestos a través de esos medios. La reflexión histórico cultural no es realizada por quienes dan ni por quienes reciben los contenidos.
     Creo que la reflexión sobre la historia, que permite descubrir y hallar a otras personas como seres capaces de generar cultura e integrantes de un espacio cultural, contribuye al fortalecimiento del espíritu crítico y terminaremos descubriendo quienes y como somos. Me adscribo a la idea que “la historia es humana. Bien que mal, la historia ilumina a través del tiempo y del espacio a los hombres…” (Halkin, 1968)
     El primer nivel de la “Secuencia Natural de la Historia” (Historia Personal) me permite la reconstrucción de mi pasado siendo conciente de la continuidad de tal pasado en mi presente. No se trata de hacer una lista de hechos importantes; se trata de encontrar sus conexiones vitales, empatizar con los dramas y logros de mi ancestro, para reflexionar sobre ellos de manera crítica, para sabernos herederos concientes, resultado presente, pero no “producto terminado” y responsable de mi porvenir. Desde esta reflexión personal seremos capaces de dar el salto a la Historia Social y los otros niveles de la categoría propuesta.
     Henri Marrou en “El Conocimiento Histórico” (1968) afirma: “¿Quién osaría decir que es inútil que hayamos encontrado a esos hombres, que hayamos tratado de conocerles, de comprenderlos, de amarles? La Historia, que es también encuentro del otro, nos revela infinitamente más aspectos sobre todo del ser de la vida humana, que los que nosotros solos podríamos descubrir en nuestra única vida y, con ello, fecunda nuestra imaginación creadora y abre mil caminos a nuestro esfuerzo mental y a nuestra acción”. (Marrou, 1968)
     Entonces, es útil e indispensable encontrar a “esos hombres y mujeres” de mi pasado personal; aquellos cuyos genes me dieron forma y que definieron las bases de mi ser. Es útil indagar sobre su espacio y su tiempo, sobre sus relaciones y actividades, sobre su fe, tradiciones y conocimientos. Luego, es útil es indispensable definirme como ser histórico, ser conciente que soy heredero, pero no estoy atado y, por lo tanto, soy capaz de corregir, evolucionar, progresar, cambiar.
     En lo personal, entre mis ancestros encuentro agricultores, maestros y hasta un peluquero, mi abuelo Manuel Cabrejos Quezada, hombre de bien, amante de la matemática y de la lectura y las buenas conversaciones. Mi sangre es chola y serrana. Mi piel y mi estatura, mi amor por la tierra y la familia… es en mi Historia Personal en la que he basado mi amor por el presente y mi compromiso con el futuro. En las escuelas, esta es debe ser la primera preocupación. Si no encuentro en sentido de mi Historia Personal, no seré capaz de encontrar significado a la historia de los otros, aunque, en parte, sea mia.