Me impacta de inicio, la siguiente afirmación de
Halkin: “la historia ayuda a conocer al hombre…conocer al hombre no significa
separarlo de sus raíces, no significa convertirlo en un hijo sin padre. Ningún
hombre se ha hecho a si mismo… la historia está presente ante nosotros como la
tierra misma. Todo se recibe de ella, se vive de lo que ella aporta, en ella
terminaremos” (Halkin, 1968). El anterior texto reafirma la propuesta, la
primera etapa de esta secuencia natural es la Historia Personal. En un acto
connatural, la persona, deseosa de conocerse y conocer, necesita respuestas
sobre su presente y sobre su origen, al menos el más próximo. Necesita una base
sobre la cual iniciar la construcción de su propia historia. Requiere
respuestas sobre su genealogía, la tierra de sus ancestros, sus tradiciones y
costumbres, sus características físicas, su forma de pensar y de ser. Es en
base a este conocimiento de su historia personal que, en adelante, la persona
será capaz de iniciar la tarea de encontrar significado contextual a los hechos
de la historia local, regional, nacional, continental y universal.
Esta Secuencia Natural es un todo, es un ente, y
las etapas son los niveles, los escalones obligados por los que la persona debe
transitar para encontrar las razones de su ser personal y social; de su
pertenencia regional y universal; de su identidad homogénea, en cuanto a sus
raíces, su origen, tradiciones, costumbres e historia particular; y heterogénea
en cuanto a su pertenencia a una sociedad globalizada en la cual ninguna
cultura es superior a otra y no merecen, por lo tanto, ser marginadas,
excluidas y minimizadas. Una persona sin herramientas para interiorizar los
valores de su historia personal termina identificándose con lo extraño antes
que con lo propio; pues, siendo un “homus tecnológicus” aceptará y dará por
válidas las costumbres, formas y valores de otras culturas que invaden sus
inteligencias a través de diversos medios de comunicación; no por su necesario
uso de las tecnologías sino por su escasa reflexión de los contenidos. Un gran
número de jóvenes, especialmente, da por válidas las afirmaciones, usos y
costumbres propuestos a través de esos medios. La reflexión histórico cultural
no es realizada por quienes dan ni por quienes reciben los contenidos.
Creo que la reflexión sobre la historia, que
permite descubrir y hallar a otras personas como seres capaces de generar
cultura e integrantes de un espacio cultural, contribuye al fortalecimiento del
espíritu crítico y terminaremos descubriendo quienes y como somos. Me adscribo a
la idea que “la historia es humana. Bien que mal, la historia ilumina a través
del tiempo y del espacio a los hombres…” (Halkin, 1968)
El primer nivel de la “Secuencia Natural de la
Historia” (Historia Personal) me permite la reconstrucción de mi pasado siendo
conciente de la continuidad de tal pasado en mi presente. No se trata de hacer
una lista de hechos importantes; se trata de encontrar sus conexiones vitales,
empatizar con los dramas y logros de mi ancestro, para reflexionar sobre ellos
de manera crítica, para sabernos herederos concientes, resultado presente, pero
no “producto terminado” y responsable de mi porvenir. Desde esta reflexión
personal seremos capaces de dar el salto a la Historia Social y los otros
niveles de la categoría propuesta.
Henri Marrou en “El Conocimiento Histórico” (1968)
afirma: “¿Quién osaría decir que es inútil que hayamos encontrado a esos
hombres, que hayamos tratado de conocerles, de comprenderlos, de amarles? La
Historia, que es también encuentro del otro, nos revela infinitamente más
aspectos sobre todo del ser de la vida humana, que los que nosotros solos
podríamos descubrir en nuestra única vida y, con ello, fecunda nuestra
imaginación creadora y abre mil caminos a nuestro esfuerzo mental y a nuestra
acción”. (Marrou, 1968)
Entonces, es útil e indispensable encontrar a “esos
hombres y mujeres” de mi pasado personal; aquellos cuyos genes me dieron forma
y que definieron las bases de mi ser. Es útil indagar sobre su espacio y su
tiempo, sobre sus relaciones y actividades, sobre su fe, tradiciones y
conocimientos. Luego, es útil es indispensable definirme como ser histórico,
ser conciente que soy heredero, pero no estoy atado y, por lo tanto, soy capaz
de corregir, evolucionar, progresar, cambiar.
En lo personal, entre mis ancestros encuentro
agricultores, maestros y hasta un peluquero, mi abuelo Manuel Cabrejos Quezada,
hombre de bien, amante de la matemática y de la lectura y las buenas
conversaciones. Mi sangre es chola y serrana. Mi piel y mi estatura, mi amor
por la tierra y la familia… es en mi Historia Personal en la que he basado mi
amor por el presente y mi compromiso con el futuro. En las escuelas, esta es
debe ser la primera preocupación. Si no encuentro en sentido de mi Historia
Personal, no seré capaz de encontrar significado a la historia de los otros,
aunque, en parte, sea mia.