miércoles, 25 de marzo de 2015

Apuntes Sobre la Memoria Histórica


Aunque no sea propiamente un espacio, la memoria histórica es el lugar interior, y también social, de los recuerdos y hechos significativos; sencillos y trascendentes. Es, ante todo, la capacidad personal de recordar; sin embargo, es innegable que los hechos históricos, aunque tengan interpretaciones personales, implican connotaciones  y, consecuentemente, recuerdos sociales.
La memoria es, según Platón, el lugar de unión o de dispersión a nivel personal y social; afirma que “hay en nuestras almas una tablilla de cera, la cual es mayor en unas personas y menor en otras, y cuya cera es más pura en unos casos y más impura en otros, de la misma manera que es mas dura unas veces y más blanda otras, pero en algunos individuos tiene la consistencia adecuada” (Platón en el Teeteto) Para él, la memoria es un don por el cual si queremos recordar algo que hayamos visto, oído, o pensado, lo podemos actualizar o recobrar de aquella “tablilla de cera” en la cual grabamos las más significativas experiencias y recuerdos.
Es, además, el conjunto de hechos históricos que están escritos o no. Cuando  se escriben se basan en los recuerdos y conocimientos de quien los registra. Los hechos significativos registrados se convierten en documentos considerados fuentes históricas. Para el registro de un hecho histórico son válidos los recuerdos en fuentes escritas y, también, las tradiciones orales en forma de anécdotas, poemas, frases. Estas versiones contienen una riqueza singular que confirma o niega, que resta o exagera, que apoya o ataca. Las versiones orales deben ser registradas aunque no  se constituyan, de inicio, en fuentes confiables pues también manifiestan en grado mayor o menor la creatividad de su autor, casi siempre desconocido y su manera particular de recordar.
Para Petar Ramadanovic, la memoria, es una proto escritura, una escritura primaria, y se pregunta “O es que la escritura ofrece un modelo o una manera de pensar la memoria, que de otro modo permanecería impensable, porque la mayoría, si no todas las teorías de la memoria (incluyendo la de la neurociencia) concibe los recuerdos como impresiones? …se escribe para refrescar la memoria” (Ramadanovic, 1999) La memoria es como un archivo donde se ordenan y clasifican los recuerdos recientes y distantes.
Existen experiencias, lugares o personas que activan y actualizan los recuerdos personales y sociales sobre los hechos históricos antiguos y más recientes. También es posible ingresar a dicho espacio gracias a las fuentes (documentos, monumentos, tradiciones) y podemos, además, incorporar elementos que ayudan en nuestra labor de recreación e interpretación histórica: inferir e imaginar (ya que la memoria no tiene límites internos) comparar y contrastar, relatar, empatizar, etc.
Hay un pasado, pero la memoria se proyecta desde un momento posterior. Es entonces la memoria, la que hace posible la distinción del antes y el después, por tanto del presente, pasado y futuro. En el pasado está lo que recuerdo, el presente es el momento en que recuerdo y el futuro es aquello que no puedo recordar. Antiguamente se creía que la memoria congela el tiempo.
La memoria histórica aporta el recuerdo y, con el, nos trasladamos a lugares desconocidos y nos permite configurar una realidad compuesta por lugares donde no estuvimos y personas a las que no conocimos. Nos  ata a lo que nunca volverá y nos aferramos a ella como  si fuera el futuro mismo que consideramos prometedor a partir de una comprensión visión optimista y esperanzada del nuestra historia patria.
En “la Genealogía de la Moral”, Nietzche afirma “el dolor es lo que mejor ayuda a recordar”. Creo que exageró. Nuestra memoria histórica nos une (en los niveles personal, local, regional y nacional) por recuerdos que resaltan la grandeza de nuestro ancestro y testimonian la creatividad y originalidad de nuestro pueblo.
Una tarea aún pendiente: sistematizar los recuerdos de nuestra memoria histórica local y regional.




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