jueves, 25 de diciembre de 2014

Breve Historia de la Navidad en Lambayeque

En Lambayeque colonial, el mes de diciembre, ha sido festivo. Según Sandra Negro (2013) “por influencia española, coloquialmente (…) es frecuente señalar esta fiesta con el apelativo de Pascua, que hace referencia al tiempo desde la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo hasta la Epifanía. En el Perú virreinal, el 25 de diciembre era el primer día de la Pascua de Navidad… [En todas las ciudades del Perú virreinal] la fiesta comenzaba el 08 de diciembre con las celebraciones de la Inmaculada Concepción; es notorio el énfasis con que se reseña la fiesta de la Pura y Limpia Concepción de María Nuestra Señora, que se celebraba, ayer como hoy, el 8 de diciembre…”.
Es posible inferir, por extensión histórica y ya que así se realiza en todas las ciudades principales que ingresaban por las calles de Zaña y Lambayeque en dirección a la Iglesia “ocho carros decorados con flores. El número ocho hacía referencia al octavario dedicado a la Virgen María… Detrás de éstos seguía un carruaje (…) que contenía la efigie de un león, que representada al rey de España, Felipe IV. En este carro se exhibía una gran imagen de la Limpia Concepción y una espada desnuda defendiendo su pureza…”
Entre el 09 y el 23  se  instalaban los “Belenes” o nacimientos y después de la “Misa de Gallo” se preparaban para recibir las visitas o alternativamente salían para “dar las buenas Pascuas” a familiares y amistades. Para los nacimientos, desde el 13 (Día de Santa Lucía), se hacían germinar “los triguitos” elementos indispensables para la decoración.
El tiempo de las visitas era usualmente desde las 6 de la tarde hasta las 11 de la noche. Los visitantes pasaban al principal (sala) o a la cuadra (comedor), no sin antes contemplar el belén que los dueños de casa exhibían. El día 25 no se desayunaba pues debían guardar ayuno estricto para participar de la Misa de Navidad que se celebraba al medio día. A los licores usados como asentativos se les llamaba “los orines del niño”. Las fiestas se extendían hasta recibir el año nuevo. Ya durante el gobierno del Virrey Luís Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón, se usaban antorchas y fuegos artificiales dispuestos en “castillos”.
Sobre los alimentos tradicionales, en el trabajo “La Navidad en el Perú” (2010) de Rodolfo Tafur Zevallos, indica “En el norte del Perú se consumía el Yupichín que era una mazamorra de bayas de algarrobo… [Además] Se consumía el camote en mazamorra, que de acuerdo a las clases sociales tenía su nombre: para los pobres era ´Camote dulce´, para la clase media, ´Camotillo´ y los ricos lo llamaban ´Cabello de ángel´”. Sabemos que hubo otros platos como “puchero” (sopa), tamales, humitas, chicharrones, escabeches… para asentar: “mate de Paraguay” y licores diversos.
Según el historiador Miguel Díaz Torres en el trabajo monográfico “Del Chiclayo que se fue” y recogiendo la versión del recordado periodista lambayecano José Arana Cuadra, en la celebración navideña en Chiclayo de la década de 1920: "la gran novedad era la pascua, la noche buena en el Hospital de las Mercedes se celebraba con banda de músicos, fuegos artificiales, tómbolas; los muchachos iban a gastar su propina. Había un cuetero famoso: el cuetero Chávez, existían dos bandas de músicos en competencia: La Banda de Brenis y la del Sordo Gamarra".
Los ancianos recuerdan, desde la década de 1930, que se formaban, por barrios, grupos de niños que, a cambio de una propina y disfrazados de personajes navideños cantaban villancicos en las casas ante los nacimientos. Desde mediados del siglo XX se hicieron muy famosos los concursos de belenes, en especial aquel que propiciaba el Diario “La Industria”. Eran famosos los nacimientos en la Catedral, el Asilo de ancianos, el parque principal…
En la década de 1970 e inicios de los 80, se realizaban los concursos escolares de villancicos en los que participaban las corales de los colegios “Manuel Pardo”, “Santa María Reyna” o “Nuestra Señora del Rosario”; eventos muy competitivos y de altísima calidad interpretativa. Recuerdo la presencia inolvidable del R.P José María Jubera. Un villancico chiclayano fue ganador en la edición de 1976 “Martín invierno” interpretada por la coral del colegio “Santa María Reyna” y de autoría de Osterli Campos.
Hoy todo ha cambiado. El consumismo materialista va acabando con nuestras mejores tradiciones. Desde ahora compartamos, en familia, los mejores recuerdos de un Chiclayo que se jamás se irá pues vive en nuestra memoria y se actualiza con nuestros recuerdos y tradiciones.





miércoles, 3 de diciembre de 2014

El Cine y su Historia en Chiclayo


Local del antiguo Cine "Tropical" ubicado en la calle
Elías Aguirre.
La historia del cine comenzó en París, en diciembre de 1895, han pasado casi 120 años. En el Perú, la primera función “se realizó en febrero del año 1897, en la Confitería Jardín Estrasburgo (hoy "Club de la Unión"), en Lima” se usó el cinematógrafo de los hermanos Lumiere. Así, Mientras en las principales ciudades del “mundo industrializado” y en Lima, nuestra ciudad capital, la “Belle Epoque” mostraba nuevos estilos de vida a partir de la aparición de impensadas tecnologías; en Chiclayo, el sétimo arte causó primero sorpresa y asombro para, luego, convertirse en una forma habitual de distracción que puso a los chiclayanos en contacto con el mundo. Tomando como base la información del trabajo “Historia del Cine en Chiclayo” (s.a) puedo afirmar que, al inicio, antes de 1918, se proyectaron películas en el atrio de la catedral en funciones vespertinas los días sábados y domingos y usando un gran telón blanco.
Los cines de Chiclayo fueron: cine Olimpo (1918) ubicado en la cuadra 9 de la calle San José. El cine y teatro “Dos de Mayo” administrado por el empresario Alejandro Lora. El cine “Pathé”, que luego cambió a cine “Royal”, para luego ser el  cine “Colonial”. En “Del Chiclayo que se fue”, del historiador Miguel Díaz Torres, se afirma: “ (a inicios del siglo XX, en Chiclayo) Había dos cines, el Pathe (Colonial) de Don Francisco Cuneo Salazar y, al poco tiempo abre el Gaumonth... el cine era mudo, eran tres funciones: Vermouth, primera y segunda tanda y noche, cada cine tenía un timbre con el que llamaban 15 minutos antes de empezar. Cada cinema tenía un piano y su pianista, me acuerdo de la pianista del Gaumonth, era una chilena llamada Rebeca Silva Renar de Cassanova…”. En 1945, fue inaugurado el cine “Tropical” de la familia Pardo.
Local del antiguo cine "Colonial" en
la Calle "San José"
Son muy recordados, además, el cine “Iris” ubicado en la calle 7 de Enero el cual era administrado por el Sr. Alfredo Ballesteros; el cine “Norte” inaugurado el 2 de Febrero de 1949, ubicado en la cuadra 13 de la calle “Vicente de la Vega”, el cine “Elba” (fundado en 1954) ubicado en el distrito de José Leonardo Ortiz, y el cine “Sur” (fundado en 1959), administrado por el Sr. Luis Cortes. El cine “Tumi” (fundado en 1960) ubicado en la cuadro 12 de la avenida Luis Gonzales; el cine “San Antonio” que luego se convirtió en cine “Oro” y que, actualmente es el auditorio episcopal “San Antonio de Padua”, de los padres Franciscanos. El año 2002 abre sus puertas el multicine “Primavera” en el local del antiguo cine “Tumi” y el año 2006 significó la apertura de la sala de cine “Planet”, en vigencia a la actualidad.
Hubo cines en Ferreñafe (cine “Motupe” administrado por José María Cabrejos) Cayaltí, Tumán, Chongoyape, Pátapo, Pomalca y Eten. En otros distritos y centros poblados se proyectaban filmes al aire libre con asistencia masiva de pobladores.
Los días domingo, en la década de 1970, era de matiné. Los niños y jóvenes, vestidos con el mejor traje (“el dominguero”) formábamos grandes colas frente a las boleterías para apreciar los mejores filmes mexicanos (recuerdo “la niña de la mochila azul”), las mejores películas de Cantinflas, Capulina y Chespirito.

Local del antiguo cine y teatro
"Dos de mayo" en la Calle Alfredo Lapoint.
Hoy, el cine, sigue formando parte de nuestras vidas. La tecnología ha permitido mejorar el color y la calidad de la imagen; sin embargo, las sesiones en los antiguos cines de Chiclayo serán inolvidables. Tal vez, esas salas, fueron testigos mudos de un primer beso de amor, de una declaración romántica o de travesuras juveniles. Ir al cine en patota, silbar cuando fallaba la imagen o reclamar cuando encendían la tímida luz de una pequeña bombilla eléctrica, son algunos de los imborrables recuerdos de un Chiclayo que vive en nuestra memoria y que no debemos olvidar.