miércoles, 25 de febrero de 2009

A propósito de peruanismos: "La vela verde y la zamba canuta"



En la Obra “Peruanismos” (1994 – Biblioteca nacional) la lingüista Martha Hildebrandt Treviño indica que “En el habla familiar del Perú decirle a uno vela verde o zamba canuta es insultarlo gravemente”.
Empecemos con un antecedente: El verde es un color que hemos ligado desde antiguo a la primavera, la vegetación y la esperanza que es, a su vez, una virtud teologal. El color verde en la casulla de los sacerdotes se usa durante todo el año en el llamado “Tiempo ordinario”. Sobre la “Vela verde” diré que su origen se remonta a la Santa Inquisición. Verde era el color del Santo Oficio: la gran cruz ceremonial, el campo central del estandarte, la cruz en la medalla usada por los inquisidores, la carroza en que se llevaba al acusado y los cirios a los lados del gran crucifijo colocado sobre un mantel de terciopelo dentro del ambiente del tribunal; todo era verde.
El tradicionalista Ricardo Palma comenta que, para 1760, los penitentes del Santo Oficio salían vestidos con sambenito (Túnica de los reconciliados), coroza (Cono de papel en la cabeza), soga al cuello, mordaza (Instrumento en la boca para impedir hablar) y vela verde en la mano. No había escena más humillante que esa.
Otra forma de insultar o agredir verbalmente es decirle a alguien "zamba canuta”. Se cree que la frase proviene de Chile donde afirman que la expresión alude a una mujer de origen africano llamada “Canuta” por ser evangélica y que solía gritar sus pecados en público. Entonces decir la “Zamba canuta” es mencionar al otro sus verdades.
Los peruanos insultamos popularmente desde hace mucho tiempo. Según Jorge Paredes (Diario “El Comercio”) los tópicos recurrentes en nuestra sociedad son: la madre, el sexo, la raza y lo escatológico (Creencias religiosas).
Si se trata de términos locales: El peruano no vigila sino “Aguaita”, no se casa sino se “Amarra”. El soldado es “Cachaco”, el desnudo es “Calato”, el que se molesta “Se pone liso”, el hombre de baja estatura es “Chato”, el ambulante es “Canillita”, la sarna es “Caracha”, el pupitre es “Carpeta”, la mugre es “Carca”, una vivienda pobre es un “Rancho” y podríamos seguir en una lista interminable que solo debo cerrar por motivo de espacio.
El nuestro es un país de riquezas sorprendentes. Las tradiciones populares, el arte, la belleza y originalidad lingüística, el sincretismo religioso, las danzas, poesías… dan forma a una cultura original y que se recrea con un dinamismo sin igual con el paso del tiempo.
En Argentina Sergio Bufano y Jorge Perednik publicaron en 2006 el “Diccionario de la injuria”. No incluyeron peruanismos en dicha obra pero el “Arte” del insulto popular acriollado tan propio de nuestro país debe también ser sistematizado. ¿Sistematizar el insulto? ¡No! Sistematizar las ideas, las palabras, las tradiciones y creaciones populares para salvaguardarlas. Eso también es cultura.

domingo, 15 de febrero de 2009

La Virgen Purísima de Túcume


Un mar humano inunda las calles de Túcume. Las miradas extasiadas y, a lo mejor, una lágrima. Corazones latiendo al ritmo del amor hermoso, contemplando la célica escultura… Un mar de almas puras que, enamoradas de la reina del cielo apartan de sí mismas las cosas terrenas para cantar loores profundamente emocionados a la Señora Purísima, a la Virgen Madre y a su Concepción Inmaculada y Santa.
Miles de latidos dirigidos al unísono a la virginia flor, al oro mas puro extraído de la tierra inerte, a la perla mas fina, a la rosa mística que por privilegio concibió fruto de vida abundante que abrió el paraíso para que nadie se pierda. Brilla con luz propia en medio de las tinieblas con tan Divina lumbre que el sol mismo no la iguala. Brilla en el cielo de Túcume nuestra Madre Virgen cual aurora soberana.
¡Mira Madre Pura! Cómo a las puertas del templo se agolpa el pueblo por pedirte amparo, reconociéndote cual madre cariñosa, patrona generosa, su luz, su guía y su perpetuo faro.
En su presencia todo es luz y pureza, ante ella el mal sus ímpetus retira al no poder derribar tan prodigiosa muralla. La multitud canta su ternura como diciendo: ¡Señora mía! ¡He aquí a tu hijo! Un pueblo entero clama a su Dios, a través de la “Mamita más linda”, cuyo semblante de bondad y lleno de gracia jamás le ha sido negado.
Madre de Cristo, Túcume es el bello lauro que tu sien decora. En este y otros venturosos días de plácida alborada, contempla el pueblo tu mirar sereno y confía en la protección intemporal de su destino.
Siempre tus hijos te tenemos a bien: En la noche sombría, como luz pura y celeste faro. En nuestra debilidad, amparo. Y en nuestra tristeza, alegría. Aunque dura sea la travesía y pedregoso el sendero, nuestro afán al caminar no se podría superar sin la ayuda singular de nuestra madre del cielo.
Quiero entonar un himno de ternuraA la mujer más pura,A la Reina inmortal de cielo y tierra
A nuestra Virgen de Túcume bendita En cuyo ser palpita Lo grande, lo sublime y lo divino; Que, creada por Dios para consuelo Del mortal peregrino, Con sus alas de amor nos lleva al cielo.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Llamados a la Unidad

Por mucho años creí que la unidad de la iglesia se lograría sólo en el cielo; pero he llegado a comprender que el Señor quiere que la unidad de sus hijos sea visible: “... así en la tierra como en el cielo”.
Cuando la Biblia se refiere a la Iglesia lo hace como a un cuerpo cuya meta es ser sal y luz en medio del mundo. La Iglesia no es un cuerpo monstruoso de muchas cabezas, es un solo cuerpo cuya única cabeza es Cristo. Solamente cuando la iglesia funcione como un cuerpo podrá lograr su meta y cumplir con su responsabilidad. No es suficiente la unidad mística, es imprescindible la armonía visible.
La Iglesia Católica tiene clara su responsabilidad sobre este tema a la luz del Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio y la Encíclica Ut Unum Sint, que definen este proceso como uno de sus propósitos principales para el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos.
RELACIONES
La Iglesia es un cuerpo, Cristo es la cabeza y nosotros somos sus miembros. Sin embargo, saberlo es distinto a poseerlo. Me alegro de que mi cuerpo físico no se encuentre dividido. Mi boca no habla contra mis oídos y mis extremidades escuchan a mi cerebro.
Las distintas reuniones de creyentes no significan un cuerpo. Mi cuerpo necesita que sus partes estén en relación continua. Ser un cuerpo significa estar relacionados de manera adecuada. Existe una gran diferencia entre un montón de piedras y un edificio. La Iglesia desunida es un conjunto de brazos y piernas. Solo la conexión con la cabeza y los demás miembros nos constituye en un cuerpo. Es oportuno recordar las palabras del Cardenal Lluis Martínez, Arzobispo de Barcelona (España - 2007): “Todos los cristianos hemos de trabajar para conseguir la plena comunión que Dios nos pide”.
El Cardenal Walter Kasper, Secretario del Pontificio Consejo para la unidad de los cristianos, añade:" Hoy ya no hablamos tanto de ·Cristianos separados· o de "Hermanos y hermanas separados" sino de "Otros cristianos" y de "Otros bautizados"... los cristianos de las diversas iglesias ycomunidades eclesiales ya no se ven hoy en día como adversarios; ya no se ponen los unos enfrente a los otros con actitudes de antagonismo, de competencia o de indiferencia, sino que se consideran mutuamente como hermanos y hermanas que han emprendido juntos el camino hacia la unidad plena"
FUNDAMENTOS DE LA UNIDAD
Muchos cristianos católicos creemos que tenemos unidad por compartir las mismas ideas sobre la organización de la iglesia o la liturgia o porque estamos de acuerdo con la doctrina. Pero si TODO lo que nos une es la Doctrina no podremos acercarnos a cristianos que piensen de manera diferente de la nuestra. El fundamento de unidad insustituible lo encontraremos en Jesucristo, al reconocer la voluntad de Dios a través de su palabra.
Cuando comenzamos a relacionarnos como miembros de un cuerpo, hay ciertos principios que entran en juego:
1.- Aceptar la autoridad de Cristo.
Entrar en una relación de cuerpo requiere la existencia de una cabeza visible. Es una cuestión de autoridad. Si uno va a incursionar en alguna área, se dirige al principal responsable. No sólo es importante que todos estén relacionados adecuadamente con Cristo sino que resulta esencial que los miembros del cuerpo se relacionen adecuadamente a las autoridades humanas.
Las autoridades humanas son establecidas por Dios y su propósito es bendecir. Su primera responsabilidad es HACER la voluntad de Dios por encima de sus propios planes. El Ecumenismo es parte de la voluntad de Dios.El Cardenal Kasper nos dice: "En la base de los diálogos ecuménicos hay la común confesión de la fe en la Santísima Trinidad y en Jesucristo, único y universal Salvador y Redentor, y el reconocimiento mutuo del único bautismo a través del cual todos los bautizados entran a formar parte del único cuerpo de Cristo y se encuentran, por lo tanto, desde ahora, en una comunión real y profunda, aunque no completa".
2.- Reconciliación para la unidad.
Para permanecer en unidad hay que caminar en la luz. "Si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1.7). Si corto un miembro de mi cuerpo o pongo un torniquete en mi brazo, la sangre deja de circular, las impurezas obstruyen el paso y no puede fluir la vida. Lo mismo ocurre con la sangre de Cristo.
Yo he sido educado como católico, y muchos católicos que conozco y que no están de acuerdo con la confesión directa a Dios que practican los protestantes y su apreciación sobre la veneración a las imágenes, tardan demasiado o simplemente no aprovechan el Don precioso de la Penitencia y hacen de las imágenes de su hogar simples adornos casi siempre ignorados.
Mientras estemos divididos no veremos la gracia de Dios obrar perfectamente entre nosotros. Si creemos lo que Dios dice, deberíamos practicar aquello de que: "Si traes tu ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano…" (Mt. 5.23). Necesitamos tomar el perdón seriamente, si no nos estamos engañando a nosotros mismos. Debemos motivar el Ecumenismo que propicia la reconciliación de la mejor manera que podamos.
El Cardenal Kasper dice: “La reconciliación reconoce al otro en su alteridad. La unidad en la caridad no se logra cuando la identidad del otro es anulada y absorbida, sino al contrario, cuando ésta llega a ser confirmada y plena"
3.- Humildad para dar fruto.
Se requiere un corazón humilde para lograr la armonía y el éxito en el camino largo y trabajoso del Ecumenismo. Sería hermoso si aprendiéramos a respetarnos y honrarnos unos a otros. Esto es difícil de practicar, Las divisiones y contiendas están directamente relacionadas al orgullo. Un cuerpo que funciona es aquél en que cada miembro sirve al cuerpo y no sólo a sí mismo.
Cuando Jesús escogió a sus discípulos, los formó desde abajo. El Ecumenismo, la Unidad del Cuerpo místico de Cristo no es solo desde arriba. Implica esfuerzo, sacrificio, entrega y deseos de hacerlo también desde abajo. Jesús envió a Pedro a recoger el dinero por los peces; encargó a sus discípulos que buscaran un asno y alistaran la habitación para la cena. Ellos sirvieron y obedecieron. Hoy nos pide preservar la Unidad de su cuerpo ¿Cuál será nuestra respuesta?
Lo que alguien recibe lo debe transmitir. "A quien mucho le es dado, mucho se le pedirá". En Juan 15, Jesús dice: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos". "Toda rama debe llevar fruto o será cortada". El cristiano que siembre Unidad tendrá que producir unidad en su momento; entonces dirá: "Señor, aquí esta lo que me diste, y aquí lo que hice con ello".
5.- Responsabilidad
¿Qué sucedería con los matrimonios si los abuelos criaran a sus hijos? La idea es que los padres eduquen a sus hijos para que ellos a su vez maduren y puedan educar a los suyos a su debido tiempo.
Algunos cristianos han llegado a los 40 años de edad y nunca han sido capaces de asumir alguna responsabilidad con respecto de temas, para muchos, incómodos como el de la unidad de la Iglesia que llamamos Ecumenismo. Una de las prioridades que deben tener los sacerdotes y los cristianos concientes de esta necesidad es preparar a los fieles para asumir su responsabilidad.
Un cuerpo productivo y maduro no es un accidente. Es el resultado de seguir cuidadosamente las instrucciones de Dios. Al observar la voluntad de Cristo, los miembros del cuerpo se relacionarán adecuadamente. Un cuerpo en funcionamiento podrá después dedicarse a hacer Su Voluntad en la tierra así como en el cielo para que la gente vea que somos uno como el Padre y el Hijo lo son. "El Ecumenismo y la unidad son un acontecimiento espiritual. Allí donde se logra un consenso ecuménico, este consenso esta experimentado como un don espiritual y como una nueva Pentecostés. De esta nueva Pentecostés habló el Papa Juan XXIII abriendo el Concilio Vaticano II con una clara perspectiva ecuménica. Estoy convencido de que si nosotros rogamos como María y los Apóstoles en el Cenáculo y si nos empeñamos en hacer todo cuanto nos sea posible, recibiremos un día este don".