jueves, 6 de diciembre de 2018

Abril de 1821: Cuando creímos que la independencia había sido proclamada

Don Tomás Diéguez, Vicario de Piura en 1821

La llegada del “Pacificador” español Abreu a Lima, quien propuso y logró las conferencias entre José de San Martín (Libertador del Perú) y el último Virrey (de facto) José de la Serna fue mal interpretado por los patriotas limeños como la tácita aceptación a los requerimientos patriotas. Así, la fecha del inicio de las conversaciones entre San Martín y La Serna en abril de 1821, fue confundida con la de una supuesta proclamación de la independencia. La noticia corrió por el Perú, con el paso de los días, como un reguero de pólvora.
A Lambayeque llegó también la novedad. Desde 1820 en todo el territorio fueron muchos los sacerdotes que abrazaron el nuevo orden y la causa de la independencia. Don Luis Antonio Eguiguren, en su obra “El mártir pescador José Silverio Olaya y los pupilos del Real Felipe” (1945) nos presenta una carta fechada en Lambayeque el 18 de abril de 1821 en la cual el cura del pueblo de Lambayeque Dr. Lázaro de Villasante, escribió al Vicario de Piura Dr. Tomás Diéguez, lo siguiente:
Aquí estamos con el cuidado de que las tropas de Cuenca se dirijan hacia estos puntos, lo que será demasiado sensible, porque si ciertamente lo intentasen no harán otra cosa que aumentar las desgracias y prolongar una guerra que ya habíamos juzgado concluida con el alegrón que en días pasados nos dieron diciéndonos que Lima había jurado ya la independencia; pero esto o se ha falsificado o lo menos se ha quedado en un silencio que anuncia lo contrario. Nuestros pecados son la causa de tantos trabajos. Pidamos a Dios se compadezca de nosotros y nos de la paz que tanto necesitamos.
Imagen obtenida del Blog de Jorge Izquierdo Castañeda que muestra la
Carga de los "Húsares del Perú" en la gloriosa batalla de Junín.
Cuerpo conformado principalmente por lambayecanos, trujillanos y piuranos.
Después del victorioso evento, Bolívar los denominó "Húsares de Junín". (Óleo de Etna Velarde)
De la misiva entre estos dos sacerdotes independentistas, se puede desprender que a Lambayeque llegó la noticia de la supuesta proclamación de abril de 1821 que produjo la algarabía patriótica para, apenas dos días después saber que se había tratado de una confusión. Considera los efectos de la guerra de independencia como “desgracias” y muestra su preocupación por la posible llegada de las tropas de Cuenca.

Portada de la obra de Eguiguren citada en el presente artículo

El cura Lázaro Villasante es el mismo que más adelante, según el historiador Jorge Izquierdo Castañeda, entregará en 1824 a Juan Manuel Iturregui Aguilarte (Gobernador político y militar de la ciudad la suma de 1543 pesos recaudados entre las cofradías para la guerra de independencia). El Vicario de Piura, Dr. Tomás Diéguez fue diputado por el departamento de La Libertad al primer Congreso Constituyente en 1822 y luego fue nombrado Presidente del Congreso en 1823. Tras la consolidación de la independencia en 1824, su situación no cesó de mejorar siendo elegido de nuevo diputado por Piura, en 1827, y presidiendo otra vez el Congreso de la República ese año. El 14 de agosto de 1833 fue elegido obispo de Trujillo. Murió en el 8 de junio de 1845 pero legó a la posteridad casi 2000 documentos escritos durante la lucha por la independencia peruana.



miércoles, 5 de diciembre de 2018

Tres personajes de inicios del Siglo XX: "Torito", "Yorulo" y "Chisco"

Imagen sobre la destrucción de las huacas de Chiclayo a inicios del siglo XX

“Torito”, “Yorulo” y su fiel acompañante el "Chisco" son tres personajes populares de inicios del siglo XVIII presentados en la Revista Centenaria (1935) por Nicanor de la Fuente Sifuentes "Nixa". A continuación la actualización de dichas historias que hoy merecemos recordar.
“Torito”
La Revista Centenaria (1935) narra la historia de Mercedes Millones (a) “Torito” quien durante la ocupación de Chiclayo en la “Guerra del guano y del salitre” (1879 – 1883), asesinó a un soldado chileno en una gresca callejera. El cuerpo del soldado quedó tirado en la vía pública y los oficiales iniciaron una investigación que los llevó hasta la casa de Millones. Su nuera, Carmen Larrea, fue apresada y torturada hasta confesar. “Torito” fue condenado a muerte. El fusilamiento se produjo  frente a la antigua compañía de luz en la Huaca del Panteón  que se ubicó en el mismo terreno que hoy ocupa la Plazuela Elías Aguirre y que fue demolida el año 1894 por 50 presos de la cárcel pública de Chiclayo, que trabajaron custodiados por la tropa de línea acantonada en nuestra ciudad.
Comenta Nixa, “el acto de la ejecución fue presenciado por numerosos muchachos, ávidos de emociones. Producida la primera descarga cayó fulminado el cómplice del Torito, mientras que este solo por efecto de la impresión, dio con su cuerpo en tierra quedando allí exánime cual si hubiera sido perforado por alguna bala chilena”. Creyendo haberlo ajusticiado, los soldados chilenos marchaban hacia su cuartel “sin haber cumplido con el requisito de darles el tiro de gracia”. Mientras marchaban, “Torito” comenzó a moverse y los propios chiclayanos ingenuos gritaron “¡Está vivo! ¡Está vivo!” haciendo volver a la soldadesca para cumplir con su funesta tarea.
Así, los chilenos mataron “al pobre Millones dos veces, víctima de sus propios paisanos”
Antigua compañía de luz de Chiclayo ubicada frente a la actual
Plazuela "Elías Aguirre"
“Yorulo” y el “Chisco”
Pedro Arbulú, era llamado por muchos “Yorulo” y por otros “Ñorulo”. Imitaba la oratoria de líderes políticos de Chiclayo como el Dr. Cornejo, Lora y Cordero o a uno que otro diputado. Durante las fiestas cívicas “Yorulo estaba atento a la mímica, el gesto, el tono y la pose del orador. Luego los repetía en la calle ante improvisados auditorios. Era experto lanzando “cohetes de arranque” e iba a la cabeza de las bandas y de cuanta manifestación pública se realizara. Nixa, refiere “había que verlo quedarse extasiado mirando cómo se abría la rosa de colores del cohete en su marcha hacia el cielo, o como repercutía el grito atronador en el espacio”.

El “Chisco”, una especie de ayudante, iba siempre al lado de “Yorulo”; pues también gustaba de “presidir los desafiles” en Chiclayo de inicios del siglo XX. Él era quien llevaba en una mano los cohetes y en la otra el tizón. 

jueves, 29 de noviembre de 2018

¿Qué tiempos vivimos? ¿Qué tiempo proponemos?

1.     El tiempo que vivimos
Tiempo de nuevas creaciones y nuevos algoritmos. Donde todo se pone en tela de juicio y los procesos llegan a la obsolescencia en menos tiempo. De juicio a las creencias y liberalismo extremo. De poder a través de la información convertida en un código de barras. De artificialidad galopante que ahora nos lleva a preguntar ¿Cuán artificiales somos? Y no ¿Cuánto necesitamos lo artificial? Y, como en recatpcha, “somos nosotros, los humanos, quienes tenemos que demostrar constantemente que no somos seres artificiales” (Glanzman, 2018).
Tiempo de ensalzar lo artificial, pues que la visión de la tecnología como extensión de los sentidos y, por tanto, como herramienta que permite o mejora la percepción es obsoleta: hoy lo natural y lo artificial se retroalimentan y, en ocasiones, da la impresión que se han compactado, de no ser así la impresión es que se compactarán en algún momento; “nuestra vida cotidiana se ha ido llenando de ecos de robots, de fantasmas, de embajadores”. Vida 3.0: Ser humano en la era de la inteligencia artificial. Según Jorge Carrión  (2018) “cuando toda la ropa que vistamos esté conectada a internet y no haya paso, latido, sudoración, pestañeo ni segundo de sueño que no sea procesado y traducido, a ver quién se atreve a llevar una camiseta que diga Yo no soy un robot”.
Tiempo de manipulación genética: el pasado 26 de noviembre el científico chino He Jiankui comunicó al mundo “el nacimiento de dos gemelas (Nana y Lulú) a las que modificó genéticamente en su etapa embrionaria para hacerlas resistentes a la infección del virus del sida” (Diario “El País”, 28/11/2018); este acto ha sido condenado por el gobierno chino y la comunidad académica y científica que califica el experimento como “inaceptable, profundamente perturbador y de naturaleza abominable”.
2.     ¿Qué proponemos?
Como sociedad poco o nada se hace. Es de suponer que debemos responder y para ello abrir espacios de reflexión, diálogo, debate. El espacio idóneo es, entre muchos otros, la universidad. La mayor mediocridad, el fracaso de la inteligencia académica, es el autoexilio en la mazmorra del yo (o del súper yo, así, separado y no como como concepto freudiano). Es el egoísmo de la apropiación, la insana visión del menosprecio. Se necesita pensar, y pensar mucho. Urgen promotores del pensamiento. Mentores. Personas dispuestas a socializar y argumentar sus ideas promoviendo sana divergencia pues el pensamiento uniforme es una miseria.
Propongo espacios de reflexión sobre dilemas éticos, ideología de género, manipulación genética, vida e inteligencia artificial, violencia (física, psicológica y estructural), nación (matria y patria), interculturalidad, historia de vida y cotidianidad, diálogo fe y razón, futurismo; entre otros tantos temas que con un método apropiado, especialistas en cada materia y estudio dirigido para la adquisición de saberes previos darán a luz intelectuales capaces de ver y construir el mundo hoy tendiente a lo material y deshumanizado. Ningún problema puede ser exitosamente confrontado desde el vértice de la ignorancia. Todo conocimiento abona a la postura intelectual y ella se construye no solo con conocimientos sino filtrados por los principios y creencias que complementan humanizando y dando valor a un corpus hoy diseminado.



martes, 27 de noviembre de 2018

Sobre el origen de la Playa "El barco" de Mórrope

En la “Colección documental de la Independencia del Perú” compilada por Estuardo Núñez Hague y editada por la Marina de Guerra del Perú, se lee una nota de fecha 23 de diciembre de 1821 en la cual el director general de marina confirma haber recibido, un día antes, la orden de fletar y enviar a la brevedad un buque para que vaya a la playa de Mórrope (Lambayeque) y recupere los restos de la hundida fragata “Lorenza” de manos del Coronel Don Juan del Carmen Casós, Gobernador Político y Militar de Lambayeque. La nota está firmada, como Ministro de Marina, por Luis de la Cruz Goyeneche quien, una vez lograda la independencia,  fue enviado desde Chile al Perú a “secundar a San Martín y a organizar la escuadra, con el grado de director general de Marina”.
Aunque en la colección documentada no se incluye el documento recibido por Luis de la Cruz Goyeneche y que mereció su respuesta, es difícil reconocer de quien recibió la orden; aunque se puede inferir que la haya recibido del mismo General San Martín, su único superior. Sabemos que en la embarcación hubo “especies” (artículos) y fragmentos de ella fueron recuperados por el General Juan del Carmen Casós, autodenominado primer general peruano después de la independencia. No se especifica de qué artículos se trata ni la cantidad de ellos. Además, no hay referencia a  la nacionalidad de la embarcación, su lugar de embarque ni el puerto de destino.
Actualmente en el distrito de Mórrope son conocidas las playas “El Sombrero”, “La Ensenada”, “El barco”, “El Cura”, “San Pedro”, “Palo parado”, entre otras. Por tradición oral es posible inferir que la fragata registrada en el documento de inicial referencia es la que dio nombre a la playa “El barco” por estar ubicada en el preciso lugar del naufragio.
Página de referencia en "Colección Documental de la Independencia del Perú" (1971)

¿Qué es hoy la nación peruana?

Isla flotante de los Uros en el lago Titicaca

La actual nación peruana es una estructura diseñada en un tiempo histórico distinto, con definiciones y convencionalismos, inspirados por los ideólogos de la Revolución francesa de 1789, que evolucionaron al presente. El pensamiento de las culturas particulares subsumido en la antigua definición abarcadora y homogenizadora resulta ser, hoy, una falacia o una idea en discusión por decir lo menos. Es una idea y como tal abstracta, dotada de características teóricas que son interpretadas socialmente de manera distinta en cada comunidad cultural de acuerdo a sus creencias, tradiciones, lengua, vínculos, creaciones e historia; la cual, junto al concepto de nacionalidad, han cambiado en el tiempo y, actualmente, se aúnan a su propia identidad resistiendo a la uniformización en virtud a sus cualidades propias que hacen decidir por un vínculo intercultural que respete su origen “matrio”[1] (y no patrio).
Al respecto, Josep Ernest Renan[2], afirma ““Una nación es un alma, un principio espiritual…una nación es una gran solidaridad creada por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y que está dispuesto a hacer en el futuro. Supone un pasado: pero se retoma en el presente mediante un acto tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida en común. La existencia de una nación es un plebiscito cotidiano, así como la existencia del individuo es una afirmación perpetua de vida…” (Renan, 1882). La idea de una sola nación peruana hoy está en discusión.
En su acepción cultural para unos no existe y para otros es un cúmulo de buenas intenciones pues no se ha dotado de sentido ético ni de políticas de estado consensuadas adecuadamente a las diversas y notables manifestaciones históricas del pensamiento, la originalidad y la creatividad. Esto es, no se ha establecido el respeto a las manifestaciones particulares en un territorio de realidad diversa: variopinta, multirracial y pluricultural. Hay culturas en busca de respeto y reconocimiento y, más allá de las presentaciones vistosas y coloridas (anecdóticas carecer de significado al no ser integradoras ni tener base en el conocimiento), no es posible frenar la ola de occidentalización que cubre que cada vez más agresivamente a las culturas andinas y amazónicas, de formas, lenguas y creencias distintas; mucho más si consideramos que aquella tendencia “civilizadora” cuenta con la tecnología y la comunicación en tiempo real como sus aliados.
Es débil en su acepción jurídica pues su soberanía no personifica de manera pacífica a toda la población aunque sirva de base al estado. En Perú debe considerarse la necesidad de reflexionar sobre los conceptos de cultura, civilización, sociedad, individuo y ciudadano (entre otros) pues las concepciones sobre los elementos naturales, el origen, sentido y fin de la vida; son tan diversos como las tonalidades de su piel, sus idiomas y dialectos, sus comportamientos y su visión del mundo.
Sector de la ciudad de Iquitos (Perú)

Es indispensable, a poco del bicentenario de la independencia (ese es otro debate: independencia o independencias) reaperturar el debate en torno a la nación peruana (el último realizado con seriedad fue a inicios del siglo XX). Reflexionar debe ser uno de los objetivos comunes permanentes en nuestro país.
En el debate anterior González Prada, afirmó “el Perú no es una nación sino un territorio habitado donde vegetan rebaños de siervos”. Javier Prado, positivista, consideró que la manera de unir a los peruanos era elevando su calidad moral “No hay nada que mejor eleve el carácter de los hombres hoy en día, nada que los intereses más efectivamente en el futuro de este país, que educarlos para ser prácticos y prudentes, y desear la riqueza por medio de su propio esfuerzo”. Para José Carlos Mariátegui, el esfuerzo por construir la nación, implica “conocer el Perú y construir en él una sociedad humana y justa”. Carlos Lucas Arias, interpretando el pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre, menciona “(Sobre los “pueblos del Perú”)… sus vivencias, sus frustraciones, sus luchas, inclusive sus anécdotas, no son recogidas en los libros de historia: son las vivencias de nadie, las experiencias de ninguno, las luchas de los que no tienen voz”. Según Ricardo Cubas[3], Víctor Andrés Belaunde (recordado y destacado intelectual), al concluir su discurso en la ceremonia de apertura del año académico de 1914 en la Universidad Nacional mayor de San Marcos, exclamó: “¡Queremos patria!”.  Con ello, “enunciaba algunas de las inquietudes que acompañarían apasionadamente su labor intelectual, política y existencial a lo largo de toda su vida: la reflexión en torno a los problemas más agudos del Perú, pero también la valoración de las tradiciones que formaron a nuestro país”. Francisco Reluz Barturén, en “Prolegómenos para una nueva peruanidad” (2015), invoca a un cambio de mentalidad “para que cambie nuestro entorno social contextual, pues la manera de pensar deviene en una manera de actuar…” pienso, como Reluz, que “los peruanos somos creativos, imaginativos e innovadores pero estas cualidades sin educación integral y conciencia nacional de recto amor a la patria, conduce a la viveza criolla y a la mediocridad nacional”. Para definir al Perú se necesita mentes lúcidas y educadas.
Un debate intelectual rico en argumentos y en medio de un ambiente de paz y apertura es lo que requerimos con urgencia para labrar nuestros destinos. Se necesita compartir las ideas que nos constituirán como un gran país o una gran república. Compartir las visiones de diversidad, integración, objetivos comunes…
De seguro, la universidad es el espacio ideal para este encuentro.




[1] El término “Matria” (o) es un neologismo que reconstruye el término patria y que desde el siglo XVII se usa como una aproximación a “propia tierra”, “naturaleza madre” y “tierra más cercana”.
[2] Josep Ernst Renan (1823 – 1892) Francés. Fue filólogo, filósofo, arqueólogo e historiador. El texto presentado está incluido en su conferencia “¿Qué es una nación?” (1882) dictada en la Universidad de La Sorbona-
[3] Ricardo Cubas Ramaccioti, es historiador de la Universidad de los Andes (Chile). Es autor del artículo “Víctor Andrés Belaunde y el debate intelectual en torno a la realidad peruana”. Disponible en file:///C:/Users/ccabrejos/Downloads/Dialnet-VictorAndresBelaundeYElDebateIntelectualEnTornoALa-5613020.pdf

jueves, 6 de septiembre de 2018

La “Lista Negra” de los extranjeros de Chiclayo durante la Segunda Guerra Mundial



                Figura 1: “Commonwealth of Australia Gazzette” N° 60, fechada en Canberra el 28 de marzo de 1946

¡Qué duda cabe! Desde su arribo a nuestra tierra, los ciudadanos extranjeros han sido siempre un buen ejemplo de vida en comunidad, laboriosidad y justicia. Culturalmente, no son más extranjeros. Son parte de nuestra vida social y admiramos su capacidad de adaptación como sus aportes a la cultura de nuestro pueblo. El presente artículo, es un homenaje a su lucha y legado. Busca dar a conocer, de manera respetuosa y veraz, un hecho histórico (para muchos desconocido) y que implica una lección ética a nuestra y las futuras generaciones. Nuestra ciudad se siente honrada de tenerlos en su seno.
La publicación “Commonwealth of Australia Gazzette” N° 60, fechada en Canberra el 28 de marzo de 1946, contiene el documento “Trading with enemy act 1939 – 1940” que consiste en una relación de ciudadanos extranjeros (alemanes, japoneses e italianos), comerciantes y residentes en diversos países del mundo durante la segunda guerra mundial (1939 – 1945), considerados como enemigos de la corona británica que a su vez era aliada de los Estados Unidos de Norteamérica y compartían la misma política de persecución con respecto a dichos ciudadanos. En el documento se especifica la prohibición de hacer negocios con ellos bajo cualquier circunstancia. Según el historiador ecuatoriano Patricio Rodríguez, a quien debo información fundamental para el presente artículo, “(se trata de) una lista mundial de los injustamente denominados informantes y colaboradores del Eje; lista tan oprobiosa como minuciosa con nombres y direcciones en todos los países del mundo” (Rodríguez, 2018).
La posición peruana con respecto a dicho tema fue dada a conocer por el secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores, Javier Correa, en una nota dirigida al gobierno de los Estados Unidos: “Mi gobierno está dispuesto como ya lo ha hecho en otras ocasiones, a facilitar el traslado de nacionales alemanes y japoneses residentes en el Perú a los Estados Unidos como medida de seguridad para contrarrestar las actividades desarrolladas por dichos nacionales en perjuicio de la defensa continental” (Correa, 1944)
En la parte introductoria (declaración del Ministro interino de Comercio y Aduanas) del documento objeto de este artículo, se lee: “yo John Johnstone Dedman, Ministro de estado interino de Comercio y Aduanas, Aquí declaro: …  cada una de las personas especificadas en el listado es una persona que es o ha sido en algún momento un sujeto de un país con el que su majestad está en guerra por el momento; o una persona, ya sea británico o no, con quien estamos realizando negocios en nombre o en interés de una persona, empresa o corporación con quien o con qué comercio está prohibido; y cada una de las empresas y corporaciones especificadas en el programa adjunto, si es administrado o controlado directa o indirectamente, por o bajo la influencia de, o llevado a cabo total o principalmente para el beneficio o en nombre de, las personas de nacionalidad o residente enemigo, o portador en los negocios en el territorio enemigo”
Los injustamente llamados “enemigos” residentes en el Perú son mencionados entre las pp. 876 y 888 del documento. El presente artículo hace mención solo a los ciudadanos extranjeros considerados enemigos de la corona británica y, por lo tanto, también de sus aliados los Estados Unidos de Norteamérica, residentes en el departamento de Lambayeque. A continuación con profundo respeto, lamentando la experiencia vivida por ellos y sus familias, y reconociendo su valentía y espíritu de perdón y emprendimiento; doy a conocer sus nombres:
1.     Aimoto Richard (Riichi). Motupe, Chiclayo.
2.     Arai, J. Hacienda Chacupe, Chiclayo.
3.      Bar Tokio (Eizo Uyehara). Teatro 618, Chiclayo.
4.      Demen, Guillermo. Motupe, Chiclayo.
5.     Hasegawa, Kumataru. San Pedro 52, Chiclayo.
6.     Hashikawa. San Pedro 52, Chiclayo.
7.     Hayakawa, Shotaro. S. L. Gonzalez 420, Chiclayo.
8.     Hayashida, Luiz. Juan Cuglievan 619, Chiclayo.
9.     Hayashida, Tazuhiro. 7 de enero (Maravillas) 663, Chiclayo.
10.                Hayashida, Toriki. San José 614, Chiclayo.
11.                Higa, Gitoko. Teatro 711, Chiclayo.
12.                Huchiyama, Asaichi. San Pedro (Vicente de la Vega) 50, Chiclayo.
13.                Huchiyama, Muneichi. Teatro 722, Chiclayo.
14.                Huchiyama, Rafael Soichi. San Pedro (Vicente de la Vega) 50, Chiclayo.
15.                Huchiyama, Soichi. Teatro 722, Chiclayo.
16.                Ide, Masatoshi. Teatro 704, Chiclayo.
17.                Ikehara, Santos. 7 de enero 1107, Chiclayo.
18.                Kanashiro, Eiko. Teatro 719, Chiclayo.
19.                Kawahara, Carlos Kasuo. Calle Real – Unión, Ferreñafe.
20.                Kichikawa, Katuji. Teatro 613, Chiclayo.
21.                Kichikawa, Takeo. Saenz Peña 233, Chiclayo.
22.                Kikawa, Jorge. Teatro 613, Chiclayo.
23.                Kimura, Sine. San Pedro 95, Chiclayo.
24.                Kurihara, Sazo. 7 de enero 627, Chiclayo.
25.                Maeda, Akira. Teatro 627, Chiclayo.
26.                Makino, Kenzo. Elías Aguirre 128, Chiclayo.
27.                Maoki, U. Balta 119, Chiclayo.
28.                Maoki, U y Cia. Chiclayo
29.                Maoki, Zenhichi. Tumán y Chiclayo.
30.                Matayoshi, Yoshiyuki. Teatro, Chiclayo.
31.                Mutuy, Sigueso. 7 de enero 918, Chiclayo.
32.                Miyagosuku, Enroku. 7 de enero 1107, Chiclayo.
33.                Mizuarai, Kumaki.  Balta 62, Chiclayo.
34.                Muta, Kanji. Teatro 610, Chiclayo.
35.                Muta, Mango. Teatro 610, Chiclayo.
36.                Nakaganeko, Shinei. Teatro 719, Chiclayo.
37.                Nakagawa, masao. Colón, 648. Chiclayo.
38.                Nakagawa, Yoshiro. San Pedro 817, Chiclayo.
39.                Nakanekum Sinei. Teatro 719, Chiclayo.
40.                Nakasaki, Roberto. Ferreñafe. Chiclayo.
41.                Nakagawa. Colón, Chiclayo.
42.                Ogawa & Cia. Jorge. Parque Russo (Santa Inés), Chiclayo.
43.                Ogawa, Kenho. 7 de enero 500, Chiclayo.
44.                Oyama, F. K. Chiclayo.
45.                Sakanishi, Takiji. Teatro 608, Chiclayo.
46.                Sato, A. D. Teatro 611, Chiclayo.
47.                Takahasi, Tuzin. San Pedro 160, Chiclayo.
48.                Tanaka, R. 7 de enero 1001, Chiclayo.
49.                Tatejita, Ituji. 7 de enero 918, Chiclayo.
50.                Tehiki (Tchiki) Yoshitaro. Casa Dall´Orso, Chiclayo.
51.                Toriu, Turukichi. Colegio japonés, Chiclayo.
52.                Toyomura, Tomokichi. Balta 157, Chiclayo.
53.                Uchiyama, H. San Pedro 50, Chiclayo.
54.                Uchiyama, Rafael. Chiclayo.
55.                Ueda, Ysabro. 7 de enero 1119, Chiclayo.
56.                Usauro, Maoki. 7 de enero 918, Chiclayo.
57.                Ushida & Cia, Jorge. Chiclayo.
58.                Ushida, Jorge. Teatro 627 y 701, Chicayo.
59.                Uyehara, Eizo. Teatro 618, Chiclayo.
60.                Wakamatzu, Ichisi. La Viña, Chiclayo.
61.                Weisaki, Alfredo. Ferreñafe, Chiclayo.
62.                Weiss, Karl. Chiclayo.
63.                Woyke, Carlos. Chiclayo.
64.                Woyke & Cia. Azángaro 273, Lima y Chiclayo.
65.                Yamada, Koso. 7 de enero 1601, Chiclayo.
66.                Yamaguchi, Sinkichi. 7 de enero 1107, Chiclayo.
67.                Yamamoto, Juan. Elías Aguirre 238, Chiclayo y Pisco.
68.                Yamashiro, Kotoku. Balta 310, Chiclayo.
69.                Yanagui, Carlos. Chiclayo.
70.                Yashiro, Daniel. Chongoyape.
71.                Ydogawa, Yesada. San Pedro 108, Chiclayo.
72.                Yoshida, Yshitaro. Elías Aguirre 128 – 130, Chiclayo.
73.                Yoshida, Kakuo. Elías Aguirre 128 – 130, Chiclayo.
74.                Yoshida, Tatuki. Teatro 627, Chiclayo.
75.                Yoshida, Y. S & Cia. Elías Aguirre 128 – 130, Chiclayo.
76.                Yoshida, Yojio. Elías Aguirre 128 – 130, Chiclayo.
77.                Yoshika, Uichi. Teatro 627, Chiclayo.
78.                Yoshimura, Masatazzi. Teatro 704, Chiclayo.
79.                Ysono, Tamatu. Manuel maría Izaga 249, Chiclayo.
80.                Zuzuki, Matute. Motupe.


Es notorio que en su mayoría la lista está compuesta por ciudadanos japoneses. Al respecto Priscila Lee, joven investigadora chiclayana, en su trabajo “Trato a los japoneses en Estados Unidos durante la segunda guerra mundial y su repercusión en Lambayeque” (2012) afirma que desde la caída del presidente peruano Augusto B. Leguía, en 1930, se produjo una campaña anti japonesa motivada por algunos sectores gubernamentales y periódicos nacionales… esta campaña se vio influenciada por el disgusto (envidia) de muchos peruanos por la prosperidad comercial de los japoneses en Lima y otras importantes ciudades. Por ejemplo, el 11 de octubre de 1937, J.P. Dávila manifestó, en La Prensa “Esta colonia, organizada y dirigida en forma perfecta desde Tokio, tiene como fines inmediatos la absorción de nuestros incipientes medios económicos y de las tierras de cultivo para echar profundas raíces y afirmar su hegemonía”. Se propició en los peruanos cierto recelo y temor del mal llamado “poder y acecho” japonés hacia sus negocios. Un año antes, el gobierno de Benavides publicó un decreto, el 26 de junio de 1936, limitando a 16 000 el ingreso de extranjeros por nacionalidad. Con ello los japoneses no ingresaron al país sino hasta 1939.
En 1940, unos meses después del estallido de la segunda guerra mundial el periódico “La Tribuna” publicó una nota calumniosa e infame, el 3 de mayo de 1940, informando que los japoneses estaban organizando la “Quinta Columna”, considerado como un grupo de espionaje y sabotaje; y representaban un peligro para la seguridad nacional. El gobierno del Perú, que se mostró al inicio neutral, a partir del ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 se manifestó a favor de los aliados, tomando medidas severas contra los inmigrantes italianos, alemanes y japoneses.
Los ciudadanos cuyos nombres aparecen en la anterior lista y sus hijos, merecen mi admiración; son supervivientes de un tiempo horrendo y de una persecución injusta que jamás debió ocurrir. Lo escribí en un artículo anterior y hoy lo reitero: “en nombre de todas las generaciones de nuestra tierra; por lo que se hizo mal y el bien que no se hizo, por los silencios cómplices y la falta de solidaridad ¡Perdón! Son ustedes un ejemplo que dignifica a nuestra nación”.