sábado, 16 de mayo de 2015

Fiscalizar Hoy


La acción ciudadana de fiscalizar a quienes ostentan el poder delegado en democracia es una actividad permanente. Las formas son distintas,  todas ellas válidas: la conversación sobre temas de gestión local entre los ciudadanos de a pie, la polémica entre oficialistas y opositores, la discrepancia, la participación en medios periodísticos y redes sociales, la conformación de colectivos ciudadanos… todo es permitido, respaldado y protegido por la ley, el sentido común y la propia razón.
Sin embargo, debe considerarse en este sano ejercicio, la evaluación adecuada de las coyunturas. Una cosa es fiscalizar a un gobierno corrupto, denunciar con pruebas el hurto, el despilfarro y las malas prácticas gubernamentales surgidas del deseo de enriquecerse de manera ilícita; y otra es hacerlo con un gobierno deficiente, mediocre, carente de planes y cuyo líder da muestras, cada vez más frecuentes, de propiciar el culto a su personalidad, rodeándose solo de personas que asienten, aceptan y reverencian su presencia y disposiciones. Gente con capacidad limitada, incapaces de proponer sin un oráculo (imperfecto) técnicos serviles, a lo mejor desempleados del pasado cuyo único objetivo es no perder el puesto de trabajo logrado, de seguro con poco conocimiento y muchas loas. El tiempo ha cambiado y, por lo tanto, la forma de fiscalizar debe renovarse.
Como todos he tenido que reflexionar sobre lo que es mejor para nuestra ciudad y región. He notado, y salta a la vista, que hoy ostentan el poder líderes que lograron un triunfo electoral que les brindó, a lo sumo, no más del 25% del respaldo popular. No cuentan con un plan de gobierno y el que tienen es inservible por ser, aparentemente, copia, calco o plagio de otros ajenos a nuestra realidad. No cuentan con un equipo de gobierno técnico y éticamente probo para el desempeño de la función pública. Se habla mucho y se hace poco. Se pide plazos y no se muestra eficacia. Se gobierna con pocos y las otras voces se tildan de enemigas y faltas de representatividad. No nos consta, en este momento, la existencia de casos de corrupción; sin embargo, pienso que el sistema sigue siendo corrupto y habrá que estar atentos para evitar que hechos similares al del anterior gobierno municipal se repitan.
Hoy la fiscalización no puede constituirse en un permanente ataque. La razón se debe elevar como una lumbrera para dar paso al conocimiento particular e interdisciplinario. Hoy fiscalizar no significa (por el momento) salir a la calle o hacer plantones y vigilias. Hoy, para una nueva coyuntura, fiscalizar implica reunir a las mejores inteligencias de la ciudad y la región. Profesionales y técnicos capaces, los hay, dispuestos a dar su tiempo y esfuerzo para crear un plan de desarrollo de la ciudad y la región del cual surjan las propuestas técnicas para interpelar a los planes mediocres, preñados de insuficiencia, que así considero han presentado los gobiernos local y regional. Se necesita mentes lúcidas capaces de convocar a los mejores hijos de nuestra tierra. Se necesitan respuestas a la problemática diversa, especialmente en el campo cultural y educativo, espacio considerado, en otras realidades como el más importante y relegado, en la nuestra, solo a documentos de tipo enunciativo.
Hoy la fiscalización debe surgir de una propuesta. Es el tiempo de la reflexión y el pensamiento. Hoy el aporte debe ser ideológico y, luego de proponer, fiscalizar significa velar por una política ciudadana de control que, alimentada por una propuesta seria pueda contrastar acciones y políticas de gobierno, gastos, pertinencia y resultados.
Sin dejar de lado la opinión permanente sobre los actos diarios de los gobiernos mencionados, invoco a los líderes ciudadanos a proponer espacios para la gestación de un plan con acciones de corto, mediano y largo plazo que sea socializado con la sociedad civil, presentado a las autoridades (para que no piensen que es un buen negocio debilitarlas) y defendido de la improvisación, la irresponsabilidad y el insano deseo de figuración.