viernes, 8 de mayo de 2015

La voz del pueblo no es la Voz de Dios


No siempre “la voz del pueblo es la voz de Dios” ni “la verdad del pueblo es la verdad de Dios”. Tampoco acepto el concepto de Séneca: "créeme, sagrada es la lengua del pueblo". Ya, en una epístola, Carlomagno advirtió que “… no debería escucharse a los que acostumbran decir que la voz del pueblo es la voz de Dios, pues el desenfreno del vulgo está siempre cercano a la locura” y según Tito Livio “Nada es más vano e inconstante que la multitud”.
Existen causas que han motivado discusiones desenfrenadas, enfgrentamientos y hasta guerras fratricidas, todas ellas inspiradas por mayorías aparentemente ilustradas. La Guerra Civil Americana, por ejemplo, enfrentó a toda una nación a partir del debate ideológico sobre la esclavitud; y, aunque una amplia mayoría blanca respaldara la inferioridad del negro y, en consecuencia, las políticas esclavistas, esto no significa de manera alguna que dicha causa tenga un fundamento ético válido en este tiempo de la historia. Creo, como Alfonso Aguiló, que “Pueblos enteros pueden permanecer por siglos sumidos en errores sorprendentes…”
Es cierto, “Unas verdades resultan más patentes en cierto momento, mientras que otras, igualmente verdaderas, contrarían actitudes y hábitos muy arraigados, y cuesta mucho reconocerlas”. Las mentalidades evolucionan en cada espacio cultural. Pero, Siendo Dios “fiel a su Palabra” es inmutable, no cambia, es perfecto. El ser humano cambia pues no es perfecto, busca la perfección y reflexiona sobre ella; aunque, a veces, en su necesidad de proyectar sociedades, a su juicio, “perfectas” o al menos ideales, atropella, impone, obliga, minimiza otras voces, excluye a quienes no piensan igual y homogeniza, o al menos pretender hacerlo, en la práctica de una suerte de culto a la ideología particular. Vale considerar, la verdad humana es siempre relativa, cambia de acuerdo a los factores sociales, políticos o económicos, a los avances tecnológicos… la verdad de Dios no cambia, es por ende absoluta, El mismo es la Verdad. Si la voz de Dios transmite una verdad absoluta, ella no es comparable a las verdades mutables e influenciables del hombre. Siendo estas últimas la base de la voz del pueblo, entonces se colige, que la voz del pueblo no es la voz de Dios.
No siempre hay una relación directa entre la verdad y el número de personas a las que esa verdad persuade… la mera mayoría no legitima cualquier decisión, porque ni el 99% de los votos justifica que se prive de sus derechos al restante 1%. Habrá que considerar los derechos humanos convencionales por encima de las decisiones particulares o de grupo, aunque a estas alturas suene a utopía, es la dignidad de las personas la que debe inspirar las posturas personales y de grupos que, luego, se convierten en ideologías de masa. Digo utopía pues existen grupos privados de la defensa de sus derechos fundamentales que no son respaldados por los conceptos de las mayorías: los no nacidos, los pobres, las comunidades aborígenes, entre otros… a ellos nos se les presta la atención de otras luchas. Defender los derechos de los indefensos siempre será una causa loable para quienes no ahogan su conciencia en el cómodo refugio de la masa.