El poema “Muchas maneras de matar”
de Bertolt Bretch dice: “Hay muchas maneras de matar. /Pueden meterte un
cuchillo en el vientre. /Quitarte el pan. /No curarte de una enfermedad.
/Meterte en una mala vivienda. /Empujarte hasta el suicidio. /Torturarte hasta
la muerte por medio del trabajo. /Llevarte a la guerra, /Sólo pocas de estas
cosas están prohibidas en nuestro Estado//”. Ante el fenómeno del desorden político, la
exclusión social y la desigualdad, un pesimista Práxedes Mateo Sagasti (político español del siglo
XIX) diría “Yo
no sé adónde vamos; pero si sé que doquiera que vayamos, perderemos nuestro
camino”. Claro está, el camino está perdido para cualquier estado que
basa sus políticas en el deseo de lograr una suerte de desarrollo económico
despersonalizado. Discutimos sobre la modernidad, la industrialización y la
tecnología; sin considerar, como una responsabilidad urgente, terminar con la
desigualdad que es madre de la exclusión y la marginalidad.
Si una
soga siempre se rompe del lado más débil; en nuestra sociedad, es el pobre el
más débil, desprotegido y (permanentemente) excluido de las políticas de estado
que tienden al paliativo y no a la solución. El pobre es “invisible”. Está y
nadie lo quiere ver. Da la impresión que su presencia incomoda, pues nos hace
recordar que lo hemos convertido en un dato estadístico; se le ha tildado de
poco progresista y se le ha condenado a la miseria, la ignorancia y el
sufrimiento, del día a día, por subsistir.
El
documento elaborado por Carlos Figueroa, y editado por el INEI, “Exclusión
Social en el Perú: Hacia una Nueva Política Social” (2014) muestra algunas
cifras alarmantes, nacionales y regionales, que bien merece la pena ser
conocidas y, luego, reflexionadas y consideradas para tomar medidas, todos y en
todos los campos del saber y del hacer.
Las
regiones más pobres y excluidas se encuentran en la sierra de nuestro país. El
centralismo es notorio, nueve de los diez distritos con mayor índice de desarrollo
humano del país se encuentran en Lima. Lo mismo ocurre con el índice de
inclusión social donde nueve de los diez distritos más favorecidos se
encuentran en la ciudad capital. Un dato interesante es confirmar que en
aquellos distritos en los que no se aplican políticas de inclusión social se
eleva el índice de pobreza. En mejor situación se encuentran los distritos de
la costa seguidos por los de la selva y sierra. Un dato sorprendente, los
distritos que no albergan proyectos mineros, en promedio, tienen un índice de
desarrollo humano real e inclusión social ligeramente superior que aquellos que
tienen proyectos mineros.
Lambayeque
es la octava región en el ranking de índice de desarrollo humano y el sétimo en
índice de inclusión social. Cañaris es el distrito con menor índice de
desarrollo de Lambayeque y el sétimo entre los diez menos desarrollados del
Perú. Se puede inferir, entonces, que a pesar de las políticas de inclusión,
falta mucho por hacer en dicha zona de la región.
Carl
Schmitt, refiere en “Legalidad y
Legitimidad” (1994) que “en una novela del mismo autor (Bertolt Bretch) el
jefe de una banda de gángsters acaba diciendo a sus pistoleros: el trabajo
tiene que ser legal”. No olvidemos, la ley demanda aplicar políticas de de
desarrollo inclusivas y no distingue región natural, distritos, realidad
geográfica, cultural, costumbres o idioma. Sin embargo, da la impresión que
existe tendencia a la homogenización cultural expresada en dichas políticas. No
se negocia con las comunidades amazónicas o andinas con realidades culturales
distintas a las costeñas. No se propone, se obliga.
Es momento de exigir igualdad de oportunidades en
un país variopinto por multiétnico, pluricultural y mestizo. A la hora de
elegir, un criterio debe ser revisar las políticas en temas de igualdad que
propongan los candidatos a ejercer poder político y, luego, velar por el
cumplimiento de dichas políticas. Además, cumplir la ley debe significar
allanarse, acercarse con sinceridad a personas que merecen vivir su dignidad.
Al respecto el Papa
Francisco ha dicho “No sirve de mucho la riqueza en los bolsillos cuando
hay pobreza en el corazón… a la gente la empobrecen para que luego voten por
quienes los hundieron en la pobreza…Quien acaricia a los pobres, toca la carne
de cristo” todos debemos hacernos responsables.