martes, 23 de septiembre de 2014

Las Caras Ambivalentes de la Tecnología

Desde la década de 1950, tiempo en el Marshall Mc Luhan definía a las tecnologías como extensiones del cuerpo y los sentidos del hombre, la ciencia ha desarrollado tan novedosos inventos que, da la impresión, existe una dependencia estricta del hombre respecto de ellas.

La ciencia y la tecnología permitieron desde siempre suplir las necesidades humanas: el remo, la rueda, la pala, la máquina para hilar… los ordenadores, celulares, televisores, entre otros; se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana. Las distancias son cada vez más estrechas, el mundo se achicó con el desarrollo de las tecnologías que nos permiten la comunicación en tiempo real. Además, un “mundo virtual” se va desarrollando en paralelo; da la impresión que sin tecnología somos seres expuestos, débiles y vulnerables. No ataco a las tecnologías actuales como medios de desarrollo; sin embargo, creo, que es momento de reflexionar sobre su uso adecuado que facilita la vida humana y su abuso que despersonaliza y crea dependencia y adicción.

Muchos podrían prescindir de todo, menos de las tecnologías. A tal extremo ha llegado el uso y abuso de las nuevas herramientas de la tecnología que hay quienes se sienten menos personas sin celular, sin computadora, sin televisión… en algún momento renunciamos al placer de las conversaciones cara a cara para dar paso al “chat” que nos alejó de la palabra hablada y modificó los códigos lingüísticos. Entonces, aquello que el hombre inventó para facilitar su existencia ha originado tal dependencia que lo va despersonalizando tan velozmente que hemos cedido a las máquinas muchas de nuestras labores, también nuestra misión de pensar, razonar e indagar  ¿Controlamos la tecnología o ella nos controla a nosotros? ¿Será esta la característica de los próximos tiempos? ¿En qué medida la tecnología despersonaliza al ser humano?

Sin duda alguna, nadie podría prescindir de electricidad, vehículos, teléfonos… la tecnología, en general, nos ha permitido superar muchas limitaciones produciendo en nosotros, los usuarios, la sensación de satisfacción y comodidad. Pero, es innegable, que han generado también: ruido, irritación, estrés, despersonalización de las relaciones humanas… la tecnología dejó de ser un medio para convertirse en un fin.
"Ambivalente" de Saban (2013)

“Suele observarse que el desarrollo tecnológico muestra caras ambivalentes. Por un lado, la persistente situación de indigencia y marginación de gran parte de la población mundial, junto con la destrucción del medio ambiente y su biodiversidad, parecieran validar las más pesimistas visiones sobre la tecnología. Por el otro, la gran cantidad de conocimientos, técnicas y artefactos valiosos para la humanidad que se han desarrollado, o que prometen hacerlo, tornan necia una condena totalizante. Esta confusa situación llama a un esfuerzo de integración en tanto que ambos diagnósticos, optimistas y pesimistas, parecieran llevar algo de razón”.


Robert Lee Frost, célebre literato estadounidense, escribió en la década de 1950 un hermoso poema: “Segando”. Nicholas Carr, estudioso de esta ambivalencia de la tecnología notó en el poema el deseo del autor por que dejemos de sentirnos amos o esclavos de la tecnología. He aquí un fragmento: “No había ningún sonido en el bosque, tan solo/el susurrado ritmo de mi larga guadaña/hablando con la tierra. No sé bien qué decía/acaso comentara sobre el calor o el sol/o quizá algo acerca de aquel vasto silencio/ y por ello su voz era solo un murmullo/No le hablaba del sueño nacido de los ocios/del oro regalado por un duende o un hada/fuera de la verdad todo resulta endeble/para el intenso amor que alineó las gavillas/dejando algunas flores (pálidas orquídeas)/espantando de paso a una verde serpiente/los hechos son el más dulce sueño que el trabajo conoce/musitó la guadaña y olvidose el heno”