domingo, 1 de diciembre de 2013

Una nueva propuesta para la enseñanza de la Historia Regional de Lambayeque: Poemas Históricos


Una nueva propuesta realizada con mucho aprecio a quienes tienen interés en la difusión de la Historia Regional de Lambayeque




 POEMAS
DE
IDENTIDAD LAMBAYECANA


  


PRESENTACIÓN
La Región de Lambayeque, dotada de ríos y fértiles tierras, se constituye en la zona más productiva de la costa peruana. Esta realidad no es de hoy. El proceso histórico lambayecano data de diez mil años antes de Cristo y en esta región se han desarrollado diversas tradiciones culturales como la cupisnique, mochica, chimú, salinar, vicús, Huari e inca. Durante el apogeo del desarrollo cultural prehispánico en esta área, hace unos mil años, la región era considerada como una de las mayores despensas de los andes centrales.
Un problema surge cuando se trata de dar a conocer a los estudiantes nuestras tradiciones culturales e historia y geografía, no existe información sistematizada sobre la Historia y geografía Regional lambayecana; por lo cual elaborarla y sistematizarla para darla a conocer no solo es un reto sino también un sacrificio que resulta de la investigación continua y el acopio de la información, especialmente de archivo.
¿Cómo presentar la historia de nuestro pueblo a los estudiantes? ¿Cómo hacerla agradable e impactar con ella sus vidas? ¿Cómo ponerla al nivel de sus edades y desarrollo socio cognitivo? La poesía ha sido una de las respuestas.
Presentar la historia y geografía en poesía a significado una estrategia didáctica de resultados asombrosos. A través de la poesía en rima sencilla y agradable o en verso libre, el estudiante logra una mejor comprensión del hecho histórico lambayecano. Recuerda con nitidez la información y es capaz de narrar los hechos con facilidad.
El trabajo que presento a continuación, no es solo una colección de poemas que buscan resaltar la historia y tradiciones populares de la región de Lambayeque; es además una experiencia pedagógica aplicada entre estudiantes de los niveles de primaria y secundaria de algunas instituciones educativas  nuestra región.
No es tan importante la forma como el fondo y la experiencia significativa que implica la utilización diaria de este nuevo recurso educativo que pongo a disposición del magisterio de mi región.
El autor















 Agradecimiento
Al maestro y literato lambayecano Luís Rivas
Quien con su consejo, obras, artículos y enseñanzas despertó en mi el interés
Y la motivación necesaria para lograr la culminación de esta obra.


























 Dedicatoria
A los maestros de la Región de Lambayeque
En el deseo de contribuir al conocimiento de nuestra historia
Geografía y tradiciones culturales de nuestro pueblo.










 SUMARIO
1.- “Los Santos de mi tierra norteña”.
2.- “Esclavos en Tumán (Siglo XVIII)”.
3.- “Revuelta en la Hacienda “La Punta”.
4.- “Sobre litigios de esclavos en Lambayeque”.
5.- “Costumbres es Lambayeque colonial”.
6.- “De la culinaria chiclayana”.
7.- “Palta pal arroz calato y chichita de Monsefú”.
8.- “Caballito de totora”.
9.- “Los diablos y la Purísima”.
10.- “Los cantos de las Pastoras”.
11.- “El cerro Sapamé”.
12.- “Cholo eternal”.
13.- “Chiroquito”.
14.- “Palomita cuculí”.
15.- “Garcita chola”.
16.- “Nora martina”.
17.- “Una más de la chola norita”.
18.- “Piajeno”







Los Santos de mi tierra norteña

Algunos hechos notables
Marcan la fe de mi tierra
Es la muestra primera
Lo ocurrido ante los fieles
En Eten, pues su gente buena
Hasta ahora testimonia
Que durante un día jueves
En plena ceremonia
Por María Magdalena
En una celebración de Frailes
Es decir, en plena Eucaristía
En la hostia consagrada
Apareció el Rey de reyes
Como niño, lleno de Gracia
Y para mayor constancia
Apareció tres veces.


Brando Briones, zañero
Dijo a Santo Toribio
“Santo de mi devoción
Patrón de pueblo zañero
Pedirte en mi oración quiero
Échale tu bendición
Toribio Alfonso de Mogrovejo
Tu nombre tiene una historia
Porque si hoy hago memoria
Tú vienes desde muy lejos
Tú eres el santo del niño
Eres el santo del viejo
Tú significas en Zaña
Ejemplo, fe y salvación
Júntanos en comunión
Y di que somos hermanos
Pobres, ricos y tiranos
Santo de mi devoción”


Mórrope, “Tierra de la iguana”
Vio prolongada sequía
En 1752
Y la gente no sabía
Que hacer ante tal situación.
Por la fe movieron el anda
De la cholita más buena
Y por los áridos valles
Sedientos de florecer
Sacaron los morropanos
A nuestra Señora de La Merced.
Una multitud inmensa
Plegarias decía a sus pies
Y la mamita respondió
La lluvia les envió
Y terminó la sequía.


Nicolás Puicón Xailón
Es el “Santo chiclayano”
Desde niño, muy pequeño
Destacó por su humildad
Símbolo de la cristiandad
Del pueblo lambayecano.
Entregó su vida al cuidado
De pobres, ancianos y enfermos
Y aunque por ser sastre, hacía ternos
Servir, prefirió al Eterno
En la Lima colonial, Pasaba horas y días
Dedicado a la oración
El pueblo, con emoción
Al sepultar sus restos
Dijo al unísono presto
“Venerable siervo de Dios”

Hay en mi tierra muestras
De una fe tradicional
Es la herencia colonial
Que de Europa nos trajo vida
Para curar las heridas
Que el pecado deja en las almas
En Monsefú, el Nazareno Cautivo
San Pablo, en Pacora
Santa Lucía en Ferreñafe
En Túcume, La Purísima
La Cruz de Chalpón en Motupe
El Señor de la Justicia
San Isidro Labrador
San Pedro en Santa Rosa
En Reque, San Martín de Tours
Forman parte de la lista
Que resulta interminable
En esta tierra norteña
De gran fe indoblegable.

* La información consignada en los tres primeros versos del poema corresponden a la tradición popular lambayecana. La devoción popular a los santos católicos o religiosidad popular es una constante de la fe cristiana de este pueblo y resultado del sincretismo religioso.




*Esclavos de Tumán (siglo XVIII)

José Javier Vega
Maestro de humanidades
Entre otras variedades
Nos narra la vida diaria
En la Hacienda de Tumán
Cuando en el siglo XVIII
Al mando de los jesuitas
Recibieron los negros buen trato
Y no parecían esclavos
Por lo tanto que recibieron
Solo tenían la marca
En el color de su piel
Ellos hacían azúcar
Pero vendían la miel.


Durante doce años
En pleno siglo XVIII
Hasta 1767
En manos de curas buenos
No conocieron los negros
Aquel sistema opresor
Vivieron mucho mejor
Que en calupe, Cayaltí o Pomalca,
Ellos si tenían marca
Hecha a fuego de carimba
Deseaban vivir con ellos
Entre galpones muy bellos
En Tumán, Hacienda Jesuita
Donada por Doña Juana de Carvajal.


Eran los de Tumán
Ciento setenta y ocho
Los negros más numerosos
En el norte del país
Venidos en grandes barcos
Por su procedencia llamados
Minas, ararás, congos
Chalas y carabalís.
Les dictaron los jesuitas,
Hombres de Dios siervos,
Normas y reglamentos
De buena conducta moral
Para procurar su lealtad
Y garantizar su esfuerzo.


Era el galpón su vida
Donde nacían y morían
Dos pabellones tenían
Para su vida diaria
Uno para las familias
Con 45 cuartos
Una campana de dos arrobas
Para los negros casados.
Otro más pequeño y sencillo
Con solo 11 cuartos
Para las negras
Viudas y solteras
Que perdieron o no tuvieron marido
A pesar de ser casaderas.


Comenzaba la jornada
Cuando los gallos cantaban
Y viajaban a la pampa
Por grupos en la carreta
Usaban como herramientas
Cosas hechizas sencillas
Sesenta y cuatro lampas de fierro,
De aquellas que abren boquetes,
Sesenta y dos machetes
Nueve hachas y dos hoces.
Llamados, según sus dones,
Azucareros o regadores
Gañanes o caporales
Finalmente peones.


Para que amen a la tierra
Recibían por familias
De los curitas jesuitas
Cada cual una parcela.
Podían, para mejorar su dieta
Sembrar en ella hortalizas
Eran las negras muy listas
Cuando se trataba de escogerlas
Cebolla, repollo y coliflor
Lechuga, tomate o zanahorias;
Si de animales se trata, los negros
Criaban gallinas, cuyes y cerdos
Nunca resultaban lerdos
Para alimentarlos con alfalfa.


  
En el desayuno, el negro
Comía champús y zangó
A las ocho el desayuno vio.
Se convirtió en rutina
El almuerzo de la hacienda
Por contener cada día
Siempre la misma receta.
Frijoles, arroz y carne
Traída de Cajamarca
Por los indios de esa zona
Por las tardes completaban
Con la sazón de las negras
Bebidas, mazamorra y alfajores
Era la comida extra.


Entre otros beneficios
Para su vestido de diario
Recibían los negros cada año
Enormes lienzos de tela
Como sebo para velas
También les compraba la hacienda
Para no verlos desnudos:
Bayetas para las negras
Y pañetes para los hombres;
Se encargaba Simón Bert,
Sastre indígena de Chiclayep,
De hacer los faldellines
Y de coser los calzones
Cobró 24 pesos, dos tostones.


A la edad de 15 años
Era la negra “casadera”
Se Formaban las parejas
De acuerdo a la tradición
Respetando en la ocasión
La opinión de los mayores
Don Cayetano Collado
Negro de noventa y dos
Emparejaba a las tiernas
Según era su opinión
Antonio de Velasco
Y Antonia de Jesús
De ochenta y treinta años
Fue su última decisión.


Tenían enfermería
Que atendía quemaduras
Fracturas y torceduras
Cortes, desgarros y neumonía.
Atendía en ella un “barbero”
Con tratamientos tradicionales
También aplicaba purgantes
Frotaciones, sangrías y emplastes
El médico era Teodoro Daza
Cirujano de profesión
Del Real Protomedicato
De la ciudad de Lima
Atendió a todos los negros
Aquel práctico de medicina.


En 1767, un 27 de febrero
La Corona española dispuso
La expulsión de buen jesuita
La expropiación de sus bienes
Y acelerar su partida.
Don Manuel Amat y Juniet
Virrey de estas tierras peruanas,
Terror de muchas damas
Y por la gota afectado,
Mandó a Don Andrés Urtado
Corregidor de Trujillo
Cumplir con aquella orden
Formar para ello una junta
Y terminar con el “desorden”.


El 7 de setiembre
De aquel mismo año
Vieron los negros a un extraño
Requerir al coadjutor
El Padre Lorenzo Herrera
Era, a su vez, administrador.
Se le exigieron las llaves
Y se procedió a inventariar
La nueva autoridad sería
La Junta de Temporalidades.
Dos esclavos pidieron
Y lograron su libertad
Acabó la mano benigna
De la congregación jesuita.




*A diferencia del resto de haciendas de la costa norte del Perú, en Tumán, debido a la administración de los Padres Jesuitas, los esclavos recibieron buen trato y hasta pudieron comprar su libertad. Los jesuitas administraban como instituto religioso y como empresa los recursos de la hacienda. Los esclavos fueron los más beneficiados. El poema narra los beneficios otorgados por los sacerdotes jesuitas a los negros, así como la etapa final de su administración debido a la expulsión de la Orden Religiosa de las colonias españolas.

*Revuelta en la Hacienda “La Punta”*

Al ritmo de un buen zangó
En el valle hermoso de Zaña
El negro cimarrón cantó
Una copla que mi verso detalla:

“A mi no me mandan reales
Ni me gobiernan cuartillos
A este cuerpo yo lo mando
Y el hace lo que yo le digo”

Alborotado fugó
De la Hacienda “La Punta”
Según los realistas, pecó
Por abandonar la yunta.

Dejó junto al Cerro “La Horca”
Una mujer esperando
Jacoba Rubio, a la hora
Ya se había sublevado.




Condujo a un gran grupo de negros
Contra Antonio Peramás, alcalde
Y a pesar de los muertos y heridos
Supo que la revuelta no fue de balde.


Capturada y en el juicio
Fue cuestionada, la negra
¿Por qué condujo solita tan incruenta revuelta?
“Yo me quedé sin marido ¿acaso no se da cuenta?”.


Castigado fue Juan Thombo
Josefa y Estefanía Ripalda
Petrona y Juana María Villotas
Golpe duro le dieron a Manuela Congo.



* La sublevación de esclavos y esclavas en la Hacienda “La Punta” de Zaña ocurrió contra la institucionalidad colonial el año 1802. La negra Jacoba Rubio encabezó la revuelta y, durante el juicio, manifestó que lo hizo pues los negros se lo pidieron ante la ausencia de su marido.


Sobre litigios de esclavos en Lambayeque*


Litigio primero
María de los Santos Navarro, negra
Denunció a Manuela de Córdova
Pidiendo su libertad
Y, en especial, la de sus hijos.

Vendió la española Manuela
A la hija de María, Aniceta
A valor de 325 pesos
Con todo y un negrillo recién nacido.

Aniceta y Enrique, el negrillo
Pasaron a Santiago Burga
Quien tan mala vida les dio
Que la muerte del pequeño provocó.

María de los Santos Navarro
Madre de la negra Aniceta
Denunció al susodicho
Pidiendo, para su hija, libertad de oficio.


Decía María de los Santos
Que habiendo nacido libre
Su hija y su nieto
También lo eran.

En Noviembre de 1815
Sentenció la Real Audiencia
“Dejen libre a las negras,
Debió crecer el negrillo”

En 1817
Se ejecuta, recién, la sentencia
Para la negra Aniceta
Y su nueva hija Feliciana.

Litigio segundo
Doña Josefa Ripalda
Dueña de María Anselma Vellodas
Acordó con José de Portugal, marido de esta
Por cien pesos, su libertad de todas formas.

Tenía María Anselma dos hijos
Y era una negra letrada
Sabía firmar documentos
Por lo cual no sería engañada.
José Portugal pagó
Los cien pesos en partes
Más Josefa Ripalda se retractó
Negándose a cumplir, con malas artes.

María Anselma la enjuició
Y en Junio de 1818
El Virrey Pezuela ordenó
Que se resuelva el asunto.

Favoreció la sentencia
A María Anselma vellodas
Fue declarada liberta
Y Doña Josefa tramposa.

Litigio tercero
Un anciano esclavo negro
Llamado Andrés Arriaga
Denunció por maltratos a su amo
Don José gavino Sosa.

Dijo: “Por trabajar duras faenas
Y no ser bien alimentado
Quise comprar mi libertad
Pero el derecho me fue negado”
Pedía José gavino
300 pesos de manumisión
Haciéndose Andrés cimarrón
Para evitar la explotación.

Huyó, Andrés, hasta la sierra
Por poco más de trece meses
Y exigió “papel de venta”
Tras ser atrapado en palenques.

Litigio cuarto
María Evarista Muñecas
Y su esposo, Manuel Salés
Pidieron disminución de precio
Ante el alcalde, por segunda vez.

Manuel Pacífico España
Por la negra María Evarista
Pedía 400 pesos de tasa
Costa a todas luces excesiva.

La negra estaba mal de salud
Arrojaba sangre por la boca
Por lo que ganó la causa
Actuando la autoridad en rectitud.
Litigio quinto
Leandro Reaño
Español de abolengo, influyente
Fue denunciado por malo
Por su esclava María Navarrete.

“Me tiene en la casa presa
Nunca me da de comer
Trabajo de día a día
Y no cambia su proceder”

Trató de escapar María
Pero atrapada
Un tiempo fue detenida
Regresando, al salir, a su anterior vida.

Sobre el caso, un juez sentenció
“Sin lugar la demanda
De la esclava María de la Cruz
Puede su amo castigarla y hasta quitarle la luz”

*Los litigios judiciales corresponden a información histórica conseguida en el Archivo Regional de Lambayeque y en artículos diversos del Instituto Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Debo hacer necesaria referencia al artículo de los investigadores Guillermo Figueroa Luna y Ninfa Idrogo Cubas titulado “No queremos amos, litigios judiciales de afronorteños”

 *Costumbres en Lambayeque Colonial

De Lambayeque colonial
Costumbres daré a conocer
Pues siempre han de merecer
La admiración general.

Cuando moría un pequeño
Al padre se le decía
“Que Dios preste a usted vida
Para echar más ángeles al cielo”.

“Varear la plata” en casonas
Era un trabajo de esclavos
Golpeaban muchas monedas
Con palo, una vez por año.

Era para evitar el óxido
Y no morir envenenados
Los vecinos, al oír el ruido
Se daban por enterados.

Antes que el café o el te inglés
En el Perú consumían “mate de Paraguay”
Se servía por las tardes
Debido a sus bondades curativas.

Se vendía en las boticas
Lo mismo que el alcanfor
Y se usaba solamente
En casos de indigestión.

Las casadas y solteras
Adornaban sus cabezas
Con claveles y rosas
Para mostrar su belleza.

Si las colocaban a la izquierda
Eran mujeres solteras
Si adornaban su derecha
Tenían quien las mantuviera.

El alumbrado en las ciudades
Era un verdadero problema
Tenían que usar vela
Para vencer las oscuridades.
Las velas eran de sebo animal
Y las importaban de Chile
En los candeleros de metal
Se exhibían como un dije.

Cuando un vecino criollo
Era encontrado en delito
Le desnudaban  medio cuerpo
Sobre un “tordo flor de lino”.

Así se llamaba al asno
Cuyo dueño era el verdugo
Que a la pena daba efecto
Y sancionaba el delito.

Cada 28 de diciembre
Se requería estar prevenido
De todo criollo ingenioso
Por ser día de los inocentes.

Un vecino en aquel día
Pidió prestado una onza de oro
De boca en boca la gente decía
Al inocente un versillo:


“Manda Herodes a su gente
Que quien preste en este día
Por cometer tal osadía
Lo pierda por inocente”.

El “hábito pasquinesco”
En los tiempos coloniales
Lo daban los vítores y pasquines
Todos escritos en verso.

Un pasquín era un mensaje
Sobre una pared en forma de escrito
O de dibujo obsceno
Hecho por autor anónimo.

Un vítor estaba compuesto
Por una o dos coplas
Que bulliciosamente decían
Ante un gran acontecimiento

El Padre Soraluce fue elegido
Comendador de “San Pedro”
Escuche atento usted
El vítor que el pueblo dijo:
“Vítor al Padre Soraluce
Faro de conciencia, sol de virtud
Vítor al Padre Soraluce
Vítor, hermanos, por el Perú”.

Ante un hecho social importante
Oraba el pueblo
Y era la Iglesia baluarte
Con la “Misa del buen suceso”.

Expuesto en Santísimo Sacramento
(Cristo en la Eucaristía)
Sacerdotes y el pueblo pedían
Que todo tuviera arreglo.

Los capitanes españoles
Y hasta los grados superiores
Podían contraer nupcias
Con una de las bellas limeñas

Cuando nacían los hijos
De los militares casados
Recibían el grado de alférez
Con asignación de un sueldo.


Los oficiales menores
No podían casarse
Y tenían que aguantarse
Hasta llegar a ser mayores.

Un tipo antiguo era el “sereno”
Desde las siete de la noche
Estacionado en las esquinas
Daba en cada pregón su canto.

 Hacía sonar un pito de barro
Al pregonar o cantar las horas
 Que daban las torres de las iglesias
Parado en cada esquina de los barrios.

Repitiendo de hora en hora
Hasta las cinco de la mañana, diciendo:
 “Ave María Purísima, Las diez han dado,
 Viva el Perú y sereno”.
Una oración se hizo famosa
 En nuestra tierra peruana
Lugar de gente bendita
Por temblores afectada

 “Aplaca, Señor, tu ira,
 Tu justicia y tu rigor.
Por tu purísima sangre,
Misericordia, Señor”.

Muchas casonas coloniales
 Tenían en la parte central
 El “cuarto de los temblores”
Como un mandato moral.

 No era otra cosa que un cuarto
 Con el solo decorado
 Del Señor de los Temblores
 Y cruces de San Andrés.

El joven bravucón
Ebrio y libertino
Era llamado con tino
 “mozo de tumbo y trueno”

 Recibía además aquel joven
 De acuerdo a su “dedicación”
 A tales actividades, un apelativo mayor
Por andar chueco le decían “Chuchumeco”.

El Rey, Don Carlos III
Dispuso el “derecho de acera”
Y que aquel perteneciera
A quien tuviese la pared a la derecha.

Cuando por la misma acera
Caminaban personas de clases distintas
La menos digna hacía reverencia
Y cedía la derecha.

Por eso todos los niños
Fueron por sus padres instruidos
En la cesión de la acera
A toda persona mayor o de alta dignidad.

Aquel que desde la calle
Rondaba la casa de una joven
Para robarle una sonrisa
Era por loco andante llamado “percuchante”.

He aquí un caso de “viveza criolla”
En 1607, Diego Valverde
Suscribió escritura pública
Haciendo promesa indeleble.

Juró ante los Evangelios
No beber chicha ni vino,
Ni fumar tabaco fino
Durante, al menos, dos años.

Diez meses después, Valverde,
Totalmente borracho, mata a su suegro
Y por homicidio es procesado
Ante el tribunal verde.

Por el homicidio le dieron 5 años
Pero por embriagarse no pudo ser condenado
Pues demostró el procesado
No haber bebido chicha ni vino.

Antiguamente, los señores
Fumaban cigarros puros,
Pero los hombres más pobres
Fumaban modestos “puchos”

Los puchos eran baratos
Su fumador, modesto
Los vendían en cada barrio
En su canasta, el “puchero”

Las “lloronas” o “plañideras”
Eran mujeres especializadas
En el arte de las lágrimas
Y para llorar, eran contratadas.

Las había de primera
Para los entierros nobles
Y cobraban las más altas tarifas
En monedas de plata, no de cobre.

Además, en los entierros
Se presentaban los “pobre de hacha”
Que eran tipos menesterosos
Que a la plañidera acompañaban.

Tenían un cirio en la mano.
Ambos se lamentaban
Con lloros e histéricos gritos
Sin conocer al fallecido.

El Virrey Croix, desde Lima
Emitió un bando prohibitivo
Esta costumbre, sin embargo
No pudo, hasta hoy, ser eliminada.

 “Tal vez no creerás, lector
Pero por consignar tanto tipo
Le ha dado a tu amigo, el escritor
Un grave y fuerte hipo”

*Las costumbres coloniales en las provincias peruanas de tiempos del virreinato, eran un remedo de las costumbres capitalinas (limeñas). La obra “Historia General del Perú” (Lima – 1975) contiene información de autores diversos, la cual he contrastado con información del archivo Regional de Lambayeque pudiendo rescatar las costumbres que en el poema he detallado.
*Chiroquito*
Lindo chiroquito
Piquito alargado,
Pechito negro,
Cuerpito amarillo.
Dame de tu canto
En el algarrobo
Vuela presuroso
Como niño inquieto
Extiende tus alitas
Libre por el cielo.

Chiroquito bello
Picas el panal
Con las abejitas
Te alimentarás
Bebes por gotitas
En el manantial
Cántame alegrías
Infla tu pechito
En el bosque seco
O en el matorral.



Mis ojitos niños
Siempre te miraban
Y lloraban mares
Por tu cuerpo herido
Mi abuela Martina
Lenta te curaba
Y tu agradecido
Mirabas atento
Las nubes, el cielo
Los bosques y overos.
Otro panalito
Otro canto al cielo
Otro vuelo libre
Chiroquito bello.



*El chiroque es un ave propia de la fauna lambayecana su nombre científico es Pycocéphalus Rubbinus. También es conocido como chauco. Tiene cabeza, pecho y vientre de color fuego y dorso negro. Se alimenta básicamente del panal de abeja y es fiel compañía de las mujeres ancianas en la mayoría de los caseríos en la provincia de Lambayeque.

Palomita Cuculí

Canta, canta palomita
Sobre el sauce,
En el overo;
Canta penas y alegrías
De mi cholo corazón
Canta a plena luz del día
Cuenta y dime
C
U
C
U
L
I
Esa voz que en otros tiempos
Escucharon los mochicas
Veneraron los chimues
Encantó a los nobles incas
Canta, canta palomita
Entre lomas, frente al mar
Canta y dime
C
U
C
U
L
I
Canta palomita chola
Los amores de mi gente
Del paisano piel cobriza
De la china trenzadita
Canta, canta cuculita
Abre tierna tu piquito
Canta y dime
C
U
C
U
L
I

Garcita chola

Entre ramitas de arroz
La garza
Patitas largas
Finitas
Cuerpecito blanco
Pequeño
Plumitas blancas
Brillantes
Piquito naranja
Delgado
Vuelo majestuoso
Reinando
De los vedes campos
Señora
En mi pueblo querido
Te veo
Desde niño admirando
Tu cuerpo
Vuela, garcita, vuela
Entre el arrocito del campo
Camina lenta, con paso alargado
Y pica cholita, pica
Garcita linda
Cholita blanca
De mi tierra bella
Plumitas blancas.


Nora Martina*

La cholita era andariega
Del amanecer al ocaso
Prefería la caballa
Y chicha en poto, no en vaso.

Era su padre hacendado
Leoncio Fernández Usquiano
Cholo cobrizo tallón, bebedor de pisco
Sombrerote de paja y botas de cuero marrón.

Su madre, una Santa
Martina Soraluz Payeza
De piel blanca delicada
Humilde, valiente y buena.

Corría la cholita, era terca
Lloraba y se le hacía el capricho
Más de una vez pasó por penca
Aunque deba decírsele cincho.

Nora Martina se llama
La cholita andariega bandida
Que destacó por amiga
De todo peón de mi tierra.

Todo el mundo la quería
La paseaban en mula en la feria
Por llorona la hicieron “pastora”
Y cantaba a la Virgen más bella.


Era sordita la chola
Oía una cosa por otra
Ceviche por metiche, chicha por dicha
Negrita, decía la gente, ella entendía “bonita”.

Todavía pasea por el pueblo
Y la gente la acoge con aprecio
Tiene casi ochenta años
Y su alegría chola no ha menguado.

*Nora Martina Fernández Soraluz es una anciana tucumana de 76 años de edad. Nació el día 12 de Febrero de 1934. Es muy querida y respetada. La gente de su edad la recuerda como una niña de muy buen humor, pícara y consentida de su padre, el hacendado Leoncio Fernández Usquiano.
Una más de la chola Norita

Pasó la cholita bandida
Sonriendo, de buen carácter
Y al cruzar por el medio el parque
Miró en reposo a los mayores
Soltando un dicho gracioso
Sin medir las consecuencias

“Los viejitos ya no soplan
Porque tienen la cara arrugada,
Una culebrita muerta
Y la cabeza llena de canas”.

Sonriendo los viejos de campo
Sabían que algo diría
Nunca pasaba muda, siempre algo les decía
Sentados en un costado
Y para no ser desairados
Respondió el más criollo de ellos

“Las muchachas ya no soplan
Porque tienen en la cabeza piojos
Dos melones en el pecho
Y las narices llenas de mocos”.

Piajeno
Los cholitos de Lambayeque
Al burro le dicen piajeno
Y al compadrito de a lado
Le dicen “préstame a tu doctor”
Es el burro un ruiseñor
En los momentos más bravos.
Hay piajenos en las calle
En las pampas y las chacras
Son parientes de platero
Y amigos de Sancho Panza.
Le dicen burrico, jumento y acémila
Rucho, onagro y pollino
Es un animal noble
Y es el trabajo duro su oficio.
Se aclimató perfecto
Al calor de nuestra tierra
A su tierra árida y arenosa
Al sol ardiente e innoble
Luciendo su pelaje gris
Y su inquebrantable fortaleza.
Lo que hace un burro
No lo hace un congresista
Trabaja y trabaja
De luz a sombra
De noche a día.
Si el chiquero es al chancho
Y el pie ajeno a la picota
Sea el burro lazarillo
Que me lleva con mi alforja.
Come y gusta la algarroba
Superando al caballo y a la mula
Pues aunque falte el pasto común
O sea escasa el agua
Con su poderoso olfato
Llega presto hasta las yucas
Que suple lo uno y lo otro.

Cuando dos carros se chocan
Exclama el cholo desde el alma
“los piajenos no se chocan
Con ellos tenemos calma”.
Los piajenos son bonitos
Con el pelo amarillento
El cholo marrajo si es feo
Más bonito es el jumento.