viernes, 6 de abril de 2012

Ernest Wilhem Middendorf: Observaciones y Estudios en Lambayeque a Fines del Siglo XIX”

"Hay algo de inexacto en los recuerdos:

una línea difusa que es de sombra,

de error favorecido.

Y si la vida

en algo está cifrada,

es en esos recuerdos

precisamente desvaídos,

quizás remodelados por el tiempo…”

Francisco Benites Reyes en “Valor del Pasado” (Poema)

Introducción
El conocimiento de nuestro pasado es el mejor sustento de nuestra historia. El presente artículo se circunscribe en la necesidad indispensable de aportar información confiable a la Historia Regional de Lambayeque y tiene por finalidad analizar la visita realizada por Ernest Wilhem Middendorf a Eten, Chiclayo y Lambayeque a fines del siglo XIX; hecho que el investigador alemán registró en la obra “Perú: Observaciones y estudios del pais y sus habitantes durante una permanencia de 25 años”, publicada en Berlín el año 1894.

No deseo iniciar el estudio sin, antes, invitarles a reflexionar dos textos que me parecen tan interesantes como pertinentes:

Hugo Zemelman Merino en “Historia y Uso Crítico del Lenguaje” nos indica: “Cuando hablamos de historia necesariamente hablamos de quienes la construyen. De los espacios de su construcción que lleva a distinguir desde las acciones cotidianas a las acciones sociales, que se vincula con el hacer y el deseo de ese hacer… lo que algunos historiadores como Katz han llamado `historia de abajo`, conformando el espacio donde se constituye la relación entre historia y vida”. (Revista Lationoamericana de Metodologìa de las Ciencias Sociales Nº1 – 2011 - Buenos Aires, Argentina). Lo anterior nos motiva a considerar a la historia también como experiencia donde los sujetos logran su constitución.

Por su parte, José Ortega y Gasset, en “Historia Como Sistema” indica “La vida es quehacer… tiene cada hombre que decidir lo que va a hacer. Pero esta decisión es imposible si el hombre no posee algunas convicciones sobre lo que son sus cosas en su derredor, los otros hombres, él mismo… las creencias son lo que verdaderamente constituye el estado del hombre”. Podemos considerar la vida, según nuestro quehacer, basado en nuestro sistema de creencias, de manera esperanzada o como una simple ilusión o utopía.

Las reflexiones anteriores nos pueden ayudar a entender a Middendorf como un hacedor de la ´historia de abajo´, aquella que vincula a la historia coomo ciencia con la vida misma del hombre. Podemos comprender el impulso que sus creencias significaron en la tarea de registrar en detalle sus observaciones, las cuales son una fuente de referencia indispensable para la comprensión de nuestro pasado. Podemos asumir, como él, un compromiso con la historia local, las costumbres, tradiciones, creencias y, en general, con el quehacer de los hombres y mujeres de nuestra tierra.

El arribo a Lambayeque

Ernest Wilhelm Middendorf partió desde pacasmayo hacia las zonas de Eten, Chiclayo y lambayeque con el deseo de “… conocer sus pueblos, que no ofrecen mucho de interés… recoger los restos del idioma que en tiempo pasados se habló en todo el imperio Chimú y que ahora se ha conservado en un solo lugar, es decir en Eten”.

De inicio da a conocer los datos geográficos generales de nuestro antiguo territorio departamental: “a 90 millas marinas al norte de Salaverry y a setenta de Pacasmayo, separada del valle de Jequetepeque por un desierto montañoso, comienza una amplia llanura fértil regada por un gran río que nace en la cordillera de Hualgayoc, y que se llama río de Lambayeque, el mismo nombre de la población más grande de la región. Esta llanura es un delta semejante a los ensanchamientos de los balñler de Lima y de Cañete, en el que se divide el río en varios canales y en dos brazos que desembocan en el mar, uno cerca del puerto de San José y el otro, cerca de Eten. Además de estos dos fondeaderos , se encuentra en la costa que limita el delta hacia el mar, un tercero llamado Pimentel. El más importante de los tres, aunque su situación no es más favorable que la de los otros es Eten, pues aquí parte un ferrocarril que une los pueblos principales de la región y transporta sus productos a la costa. Los productos que exporta la región son, como en Pacasmayo, azúcar, arroz y algodón. Los pueblos más importantes de esta rica zona, además de los puertos, son las ciudades de Eten, Reque, Monsefú, Chiclayo, lambayeque y Ferreñafe. La capital del departamento era antes Lambayeque, pero la sede de la prefectura está ahora en Chiclayo”.

Las peripecias del viaje las comenta en detalle; indica que el recorrido de Pacasmayo a Eten duró cuatro horas en vapor y se quejó de las condiciones del Puerto de Eten: “el sitio en que ancla el barco no es una bahía, y Eten merece, menos que cualquier otro fondeadero de la costa, el nombre de puerto”. Middendorf encontraba inexplicable las condiciones de seguridad que ofrecía: un muelle largo de hierro con una línea de ferrocarril que no ofrece protección contra el oleaje y la imposibilidad de los pasajeros de bajar de los barcos a este. Refiere “…los pasajeros tienen que subir de los botes a un cajón izado por medio de una grua. El que se descuida, cuando las cadenas que sujetan el cajón se ponen repentinamente tensas, corre peligro de recibir un golpe en la cabeza”. En el muelle, Middendorf, noto una pequeña locomotora con vagones que trasladó a los pasajeros hasta el Puerto de Eten y la Estación en la que se encontraba la oficina de la aduana.

La ubicación del muelle fue consierada por Middendorf como inapropiada e indica que tales condiciones fueron elegidas de manera intencional para “evitar, en el desembarco de pasajeros y mercaderías, el empleo de botes y lanchas, obloigando así que pasajeros y carga utilicen el ferrocarril”.

Sobre su observación de Puerto Eten indica: “solo consiste del edificio de la estación, situado en una plaza rodeada por un muro, donde se encuentran, asimismo, los talleres, las viviendas de los empleados y la aduana”.

Su destino inicial era Chiclayo, lugar donde haría los contactos necesarios para sus posteriores traslados y observaciones. El detalle del recorrido hacia Chiclayo lo narra paso a paso. Indica que de Puerto de Eten a la Ciudad de Eten la distancia es de dos kilómetros y significaba el primer paradero del tren. Cinco kilómetros después divisó la ciudad de Monsefú en medio de “campos bien cultivados…todos ellos son pequeños fundos (chacras) ya que cada dueño de casa de los lugares vecinos de Eten y Monsefú es propietario de una pequeña extensión de tierra” logró reconocer los cultivos de la zona “ají, camotes y altas y graciosas plantas de yucas, hileras de árboles frutales y, entre estos, espesuras de algarrobos”. Sobre el paisaje entre Monsefú y Chiclayo refiere: “las tierras están cultivadas con menos cuidado, pues el suelo es allí a menudo salitroso y solo cubierto de matorrales”.

Middendorf en Chiclayo

Al llegar a la “Ciudad de la Amistad” notó que la antigua estación del ferrocarril, que hoy puede ser observada al inicio de la calle Colón, era el sitio “donde comienzan las casas de la ciudad y desde la salida de aquella una calle conduce directamente hasta la plaza principal”. Describe la antigua avenida José Balta diciendo que “es la mejor de la ciudad, sus casas están bastante bien construidas y casi todas son de dos pisos, en tanto que las de las calles laterales consisten solo de una planta”.

De camino al único hotel de la ciudad, que tenía solo tres cuartos y era propiedad de un ciudadano danés apodado “mataperro”, pudo observar la plaza y la Iglesia nueva (actual Iglesia Santa María – Catedral) “la plaza no es muy grande y la prolongación de la calle principal la divide en dos partes, en una de las cuales se halla una fuente y su pequeño jardín, y en la otra se hallan astrapeas y ficus… en el lado del jardín de la plaza se levanta la nueva iglesia, aún inconclusa, cuya entrada principal está debajo de un pórtico, con dos torres a cada uno de los lados…” más adelante indica que “esta iglesia podría ser considerada como una de las mejores del Perú; pero ocurrió que sus cimientos no fueron suficientemente profundos para el peso del edificio y cedieron, por ello se agrietaron la bóveda y toda la fachada”.

Después de tomar posesión de la única habitación disponible y asearse, se dirigió a la tienda del relojero Pastrana, lugar de reunión de peruanos y extranjeros en la ciudad. En el lugar dio a conocer la finalidad de su visita y tomó contaco con el párroco de la ciudad, el cura Sánchez, “hombre de tez morena y espesas cejas”, quien le proporcionó una carta de recomendación dirigida al cura de Eten don Pedro Alejandrino Vallejos. Sobre el hecho, Middendorf indica “el contacto con este cura era para mí de especial importancia”. Además de la recomendación del cura Sánchez logró la de otro amogo de Vallejos, su compatriota Alfred Solf. El mismo día conoció, gracias a la mediación de un español de apellido Soriano, al párroco de Monsefú Don Fulgencio Zeijas, a quien le interesó conocer pues “en este lugar vivían algunas personas ancianas que comprendían el antiguo idioma de la región, pero más tarde comprobé que no era cierto”. Con las recomendaciones en mano Middendorf decidió hacer, al día siguiente, un recorrido por Lambayeque y ferreñafe para luego dirigirse con mayor calma a Monsefú y su principal destino: la Ciudad de Eten.

Sobre la noche que pasó en Chiclayo, Middendorf, anota algunos comentarios que nos ayudan a conocer el carácter de los pobladores de aquel entonces: “dormí tan bien que no me molestó la bulla de dos casas vecinas en las que bailaron y tocaron música hasta el amanecer. Los chiclayanos parecen ser gente alegre a la que le gusta gozar la vida… son incansables en el baile y no necesitan grandes salas sino que les basta el más pequeño cuarto para bailar”. Mas adelante agrega “cuatro quintas partes de la población son indios que viven en casas desprovistas de muebles, andan descalzos y fuera de su sencilla comida no sienten mas necesidad que la de chicha y tabaco… solo consumen las bebidas de la región: chicla y aguardiente de caña… Dondequiera, ya sea en las casas o en las chozas se ve a viejos y jóvenes con el mate en la mano, quie utilizan en vez de vasos. Las muchachas así como también las mujeres de edad, suelen adornarse el cabello con flores frescas, igual que en moche… rara vez se sientan en sillas o bancas, y generalmente lo hacen en el suelo, sobre esteras… si se enferman no llaman nunca al médico, no compran medicamentos en la farmacia, sino que usan hierbas medicinales recogidas en la región, o se abandonan a su suerte, sin probar remedio alguno, salvo la quinina. El uso de esta se ha generalizado y se la toma sin consulta médica y sin dosificación”. Middendorf calificó el comercio en Chiclayo como insignificante.

El inicio de su trabajo de investigación: Ferreñafe, Lambayeque y Monsefú

El primer día de su recorrido lo realizó, en primer lugar, en Ferreñafe; permaneció hora y media en tal lugar, recogiendo la siguiente impresión “me dirigí a la plaza principal…la ciudad es bastante populosa (7 mil habitantes) tiene cierto movimiento comercial, exporta arroz y cuenta entre sus vecinos a mucha gente acomodada, pero el aspecto que ofrece la ciudad es muy pobre. Las calles no tienen pavimento ni aceras, se camina en arena profunda, y las casas, con pocas excepciones, son de una sola planta”. Su segunda parada fue Lambayeque. De dicha ciudad notó:

a) Chozas de caña y casas mal construidas que formaban calles irregulares.

b) Una ciudad ruinosa debido a las inundaciones de 1828, 1871 y 1875.

c) Una ancha calle principal que conduce a la plaza principal.

d) Una Iglesia bien conservada, “San Pedro” que según el investigador “es la mejor de todo el norte del Perú”. Observó tres náves con bóvedas de piedra, una bella cúpula sobre el crucero, un buen campanario de piedra, anchos muros con ventanas arqueadas y nichos que dan a la estructura un toque de ligeresa.

En Lambayeque encontró al ciudadano alemán Christian Schreitmuller quien le comunicó la existencia de “ruinas de antiguos monumentos indígenas” en la zona (seguramente la zona de Huaca Chotuna – Chornancap). Notó “cinco complejos construidos con adobes… situados muy cerca unos de otros y adyacentes a ellos hay dos pequeñas colinas bajas, sin muros, que parece han sido cementerios. Todas estas ruinas están tan desmoronadas que ya no es posible reconocer su disposición arquitectónica y, por consiguiente, tampoco su finalidad”. Conoció, además, una zona llamada Lambayeque viejo.

Don Christian Schreitmuller, invitó por la noche a cenar a Middendorf en la casa que el primero tenía en Lambayeque. Recordaría que dicha cena sería la mejor que había tenido desde que salió de Lima. Lo más importante de ella fue haber conocido una nueva bebida “me convidó una bebida que era nueva para mí: chicha de maní – una chicha de jora a la que se añade maní – mezclada con vino tinto, combinación de muy agradable sabor, aunque esta chicha es muy espumante, pese a estra mezclada con vino, me pareció demasiado espesa y sustanciosa para calmar la sed en tiempo de calor”. Concluida la cena retornó a Chiclayo donde pernoctó.

El segundo día de su investigación se trasladó a Monsefú y se dirigió a la casa del párroco. Indica “el cura Don Fulgencio Zeijas, no se encontraba en casa, pero fui recibido cordialmente por su hija a la que había conocido ya en Chiclayo. Asistida por dos tías de edad, estaba a carga de la economía de la casa de su padre”. Luego hizo un breve recorrido por la ciudad pudiendo observar:

a) Una mejor disposición urbana que en ferreñafe.

b) Casas de un piso y, en su mayoría, pequeñas, en las que viven muchas personas.

c) Una población que calculó en 7 mil habitantes.

d) La mayoría de personas eran propietarias de chacras y se dedicaban, además, al tejido de sombreros y esteras.

e) El baile y la chica eran los principales entretenimientos.

f) No habían hoteles o restaurantes, pero sí muchas tabernas en las que se sorprendió al encontrar cerveza alemana.

Al volver a la casa del cura Zeijas, Middendorf consultó al religioso sobre el habla de la antigua “lengua de los chimúes” (yunga o muchik) a lo que el sacerdote respondió “(que) en los largos años que dirigía la parroquia, no había conocido ni entre los más antiguos feligreses a alguien que hubiera entendido la antigua lengua del vecino pueblo de Eten, y menos aún que la hubiese hablado”. No habían terminado de conversar cuando apareció un inesperado visitante, se trataba del cura de Eten Don Pedro Alejandrino Vallejos, a quien entregó las cartas de recomendación logradas en Chiclayo. Pernoctó en Monsefú y, al día siguiente, tomó el tres de la mañana para dirigirse a Eten.

Las Observaciones en la Ciudad de Eten

El tercer día, ya en Eten, fue recibido por el cura Vallejos quien le presentó a las personas que vivían con él: un criado, una ama de casa y dos sobrinos. Ante la falta de hoteles y restaurantes, aceptó la invitación del cura a hospedarse en la casa parroquial. La impresión que le dejó el sacerdote es digna de resaltar “el párroco era un caballero y hombre de carácter, como hay pocos en el Perú. Había poseido en su juventud una fuerza física poco común, y a los 60 años se mantenía erguido y fuerte. Era un apasionado patriota, y cada vez que le conversación recaía sobre la guerra con Chile, se exitaba de tal modo, que no podía quedarse sentado. `yo no he nacido para sacerdote – solía exclamar – yo hubiera debido ser soldado, y si hubieramos tenido más oficiales del temple que yo hubiera sido, los chilenos no nos hubiesen vencido, o por lo menos no habríamos sufrido una derrota tan humillante´”. Middendorf permanecería un mes en aquel lugar.
Sobre el pueblo de Eten notó que:

a) Era extendido y poblado. Habían 5 mil habitantes. No tenía municipio, por no ser ciudad, y era considerado como una villa.

b) Las casas mas grandes eran de adobe y enlucidas con cal. Las más pequeñas eran chozas de caña.

c) Casi todos eran “indios puros”. Todos, niños y adultos, se dedicaban a tejer sombreros de paja o “sombreros de Panamá”.

d) Habían mestizos acomodados que eran comerciantes y contratistas.

e) Las casas mantenían durante el día la puerta abierta, lo cual permitía observar a tejedores de toda edad sentados en el suelo haciendo sombreros.

f) Los pobladores se casaban entre ellos, conservaban su indumentaria típica y sus antiguas costumbres.

g) El traje típico de las mujeres era: un vestido azul oscuro o negro, llamado capuz, recogido en los hombros y con una pretina en la cintura.

h) Hombres y mujeres andaban descalzos. Solo usaban zapatos para ir a la Iglesia.

i) Las mujeres llevaban flores en el cabello, arreglado en dos trenzas.

j) Lo que más diferenciaba a estos pobladores del resto de toda la región era su lengua: el muchik. Middendorf le llamó “lengua de Eten”.

En Eten tuvo oportundiad de investigar tres temas en particular: el tejido de sombreros de paja, el idioma muchik al que llamó “lengua de Eten” y algunos restos arqueológicos (una pirámide trunca y las famosas piedras sonoras de Eten). A continuación los detalles de sus observaciones:

1.- Sobre el Tejido de Sombreros:

a) La materia prima utilizada era hojas nuevas de una palmera llamada carludovica palmata que importaban de Guayaquil.

b) Se arrancaban finas tiras de las hojas del tallo para pasarlas, primero, por agua hirviendo, luego por una solución de ácido cítrico y, finalmente, lavarlas en agua fría antes de ponerlas a secar.

c) Ya secas, las enrollaban en espiral, formando especie de cilindros.

d) El tejido de un sombrero ordinario duraba un día y medio y el precio era de un peso. Pero el tejido de los sombreros finos duraba de 10 a 12 semanas y el precio era de 150 pesos.

e) Los niños aprendíann el arte de los padres desde muy temprana edad. Mientras trabajaban conversaban y apenas ponían atención en sus dedos.

2.- Sobre el Idioma Muchik o la “Lengua de Eten”

a) La investigación de la lengua contó con el apoyo del párroco y del gobernador del pueblo.

b) Se entrevistó a personas, preferentemente ancianas, por espacio de quince días.

c) Middendorf utilizó un cuestionario previamente preparado para concer el significado de términos o vocablos, formularios para la declinación y la conjugación, pronombres, números y otras partes de la oración.

d) Reconoció que le faltó especialización para realizar el estudio de la lengua al mencionar “tuve entonces la oportunidad de convencerme de las grandes dificultades que tienen que vencer los que por primera vez recogen de pueblos incultos, los elementos de un idioma desconocido”.

e) Con el apoyo de un comerciante de mayores conocimientos de gramática española, oriundo del pueblo, conocedor del idioma y casado con una mujer con quien hablaba casi siempre en su idioma nativo; llegó a notar que los vocablos que se hablaban en Eten concordaban con aquellos que dio a conocer Don Fernando de la Carrera Daza siglos atrás. Además pudo notar que solo en algunas palabras determinadas consonantes habían sido reemplazadas por otras.

f) Reconoció que el impacto de las innovaciones tecnológicas fue lo que más perjudicó al antiguo idioma de Eten: “los jóvenes comienzan a avergonzarse de él y en presencia de forasteros se sirven del español; hablan su lengua nativa solo entre ellos y cada vez más mezclada con palabras españolas. Este es el comienzo del fin. En pocos años desaparecerá este idioma también en Eten…” profético anuncio.
3.- Sobre Algunos Restos Arqueológicos

a) A 4 Km de Eten, Middendorf, observó una Pirámide escalonada de base cuadrada con plataforma rectangular; tres terrazas o gradas y una rampa que permitía llegar a la parte más alta. Middendorf comentó, equivocadamente, que “(en la rampa los) peldaños ya no existen”.

b) A 3 Km de Eten, observó una segunda huaca, más alta que la anterior, con muros verticales muy desmoronados.

c) En las faldas del cerro “La Punta” encontró piedras redondes a las cuales notó una estructura parecida a la dorita y con una dureza parecida a la porcelana. Una de ellas destaca: “yace sobre un bloque que le sirve de base… es rectangular e irregular, tiene cerca de 9 pies de largo y sus cantos son lisos. Al golpearla con un martillo o una piedra, la roca emite un sonido como el bronce y al apoyar la mano en ella se sienten las vibraciones”.

El Fin de la Expedición

Después de permanecer un mes en Eten, Middendorf se vio oblogado a retornar a Lima por razones profesionales. No pudo evitar dedicar unas palabras finales sobre su anfitrión, el cura Vallejos: “yo había llegado a sentir un verdadero afecto por mi anfitrión, el bueno, digno y valiente párroco, y le manisfesté al despedirme mi agradecimiento y consideración, en cálidas palabras, respondiéndome él con un abrazo y en silencio”.

Fue acompañado por el cura y sus familiares hasta el puerto de Eten, donde abordó el vapor “Serena” que finalmente lo conduciría hasta Lima. El vapor era, para su suerte, el más moderno y hermoso de toda la costa en ese tiempo. Sin lugar a dudas, el tiempo que permaneció en Eten le significó algunas penurias que inspiraron un comentario final en sus anotaciones: “No recuerdo haber bajado jamás con tanta satisfacción las escaleras de mi camarote, y de haber gozado con tan reconocido placer la elegante comodidad y la buena alimentación, como esta vez, después de las frugales comidas de Eten”.

Middendorf partió pero dejó para la posteridad notas indispensables para la sistematización de la información sobre la historia, geografía y tradiciones de Lambayeque. Sin lugar a dudas sus estudios nos permiten en la actualidad aclarar muchos temas y reinterpretar la historia de nuestro pueblo.

Conclusiones

Los estudios me Ernest Middendorf forman parte de los trabajos pioneros que permiten conocer parte del paisaje, urbanismo, comportamientos humanos, tradiciones orales, actividades, personajes y restos arqueológicos de los pueblos de Eten, Monsefú, Chiclayo, Ferreñafe y Lambayeque durante su visita de un mes a fines del siglo XIX.

Middendorf confirma el carácter jovial, amistoso, dicharachero, alegre y jaranero del poblador cholo de nuestra tierra. Describe su cultura y estilo de vida. Impresiona el detalle de sus anotaciones y la claridad de sus observaciones.

Ubica el habla yunga o muchik de fines del siglo XIX en Eten y tácitamente nos permite inferir que el estudio de las lenguas desconocidas no puede ser realizada sin el conocimiento necesario para dicha tarea. Middendorf no dejó de reconocer las debilidades personales que tuvo al investigar la lengua de Eten.

Fue capaz de notar el efecto negativo de los nuevos recursos tecnológicos en contra de la lengua de Eten y sus tradiciones culturales que, especialmente a los jóvenes, les comenzaron a resultar vergonzosas.

Bibliografía

1. Ortega y Gasset, J. (1958) Historia como Sistema. Ed. Revista de Occidente. Madrid (España).

2. Middendorf, E. (1894) Perú: Observaciones y estudios del pais y sus habitantes durante una permanencia de 25 año (Vol. II). Ed. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima (Perú).