sábado, 20 de marzo de 2010

Tres Personajes De Hace 60 Años: "Don Clemente", "El Tuta" y "Chingao"

A mediados del siglo XX (o un poco de tiempo antes), cuando las Calles de Chiclayo eran embloquetadas y de forma serpenteante; cuando entre las calles de “Maravillas” (Francisco Cabrera) “San Isidro” (Manuel M. Izaga) “San Marcos” (Torres Paz) y “Ganaderos” (Tacna) se vivía la alegría chola del chiclayano de a pie, entre banderitas blancas ornadas con hojas de lechuga y ají de causa; tres personajes, por su simpatía y popularidad, contribuyeron con el ambiente dicharachero y jaranero de la época.
Don Clemente Santisteban “El Ciego”, extraordinario músico criollo, con mandolina en mano, desde su residencia en el Barrio Chino donde era muy querido, partía del brazo de algún familiar, amigo o compañero de trabajo recorriendo la calle siete de enero y amenizando las reuniones en las antiguas picanterías y hogares de nuestra ciudad. Escuché la música de Don Clemente y la puedo comparar, por su calidad, a la de Don Nicolás Seclén fundador y voz principal de “Los Mochicas”.
El “Tuta”, cholo enorme y obeso, vendedor de loterías, podía ser encontrado cada mañana en su ruta que cubría la cuadra 8 de la Avenida José Balta entre la antigua heladería “Singapur” (actuales oficinas del SATCH) hasta el viejo colegio 222 (actual IE “Comandante Elías Aguirre”). El “Tuta” se rodeaba de decenas de personas que, atentas, seguían la narración que, voz en cuello, hacía de los encuentros deportivos de la liga profesional de fútbol en los que participaba el equipo de “Juan Aurich”.
El pequeño “Chingao” llegó a nuestra ciudad como parte de una compañía de toreros bufos españoles. Su baja estatura y habilidad para el rodeo le ganaron la simpatía de los aficionados a la tauromaquia. Enamorado de nuestra ciudad decidió quedarse y paseaba su pintoresca figura vestido como un pequeño guardia civil (por el modelo de su ropa) con polainas, macana, correaje y un sombrero alado que terminaba en la parte alta en una graciosa punta que llamaba la atención. Era normal ver a “chingao” detrás de las bandas de músicos en cuanta fiesta religiosa se realizara; cuando la banda llegaba a su destino, “chingao” llegaba con ella; además era un diestro lanza cohetes y su comportamiento gracioso y buen humor le convirtieron en personaje infaltable de las celebraciones citadinas.
Sin duda alguna, recordar es volver a vivir… ¿verdad?



1 comentario:

Anónimo dijo...

hola profesor poque ya no va al cologui que a pasado