miércoles, 25 de noviembre de 2009

Historia Resumida de Zaña


Invocando a Dios y a la Santísima Virgen, el día 29 de Noviembre de 1563, Don Baltazar Rodriguez, capitán de los Ejércitos de su Majestad Felipe II de España y vecino de la ciudad de Trujillo; funda la Villa de Santiago de Miraflores del Valle de Zaña de los "Reynos del Perú", tal como podemos leer en el Acta de la única ciudad lambayecana con fundación española. No significa esto que Zaña existiera tan solo a partir de aquella memorable fecha. El cerro Corbacho, Popán, Huaca del Pato y Huaca Rajada (Sipán) son testimonio de la cultura forjada en aquel pedazo de cielo desde tiempos prehispánicos. Los Caminos de Inca, el del chasqui (entre Chérrepe y Cajamarca) y el Real (entre Quito y Cajamarca) cruzaron el valle. A lo largo de su recorrido, los españoles se sorprendieron con la cerámica, tejidos e instrumentos musicales, entre otras manifestaciones de su arte. Se sabe que camino a Cajamarca, Pizarro divisó el valle y quedó impresionado por su riqueza natural, la fertilidad de su tierra y su posición estratégica como ingreso a la sierra norte. La mirada del conquistador anunciaba la importancia de su presencia en el proceso de nuestra historia.
Fue Don Diego López de Zúñiga, "Conde de Nieva", Virrey del Perú quien autorizó la fundación. Actueron como escribano Don Diego Hernández Coronado y como testigos Antonio Prado, Antonio Gómez, Pedro Ramos, Francisco de Escobar, Juan Gallego de Aguila, Baltazar Luc y el mismo Baltazar Rodríguez quien, después de revisar la zona y consultar con personas entendidas fundó la villa "Junto al río y junto al Camino Real" ordenando que en el lugar designado se hiciese la Plaza de la villa.

Desde enero de 1564 los indígenas del valle fueron repartidos en calidad de mitayos y tributarios entre los españoles; para ello se usaron de intermediarios a los caciques adeptos a quienes correspondió como premio un solar. Se constituyó el cabildo, construyeron casonas y templos como "San Francisco", "La Merced", "San Agustín", "San Juan de Dios", "Santa Ana" y "Santa Lucía".

La villa prosperó pues brindó a los trujillanos la oportunidad de ascender social y económicamente, dedicándose a las actividades agrícolas (caña de azúcar, trigales, molinos y trapiches) así como al comercio. Con la buena fortuna surgen los clanes y hacendados. Fueron dos las familias o clanes notables de aquella época: Los palma y Vera, propietarios de una casona con alfombras, muebles tapizados, espejos de marcos dorados, cuadros, divanes, vajilla y candelabros de plata, una capilla privada, esculturas y 27 pinturas al óleo; y los Nuñez de Arce propietarios de Calupe, Cayaltí, Pomalca, Samán, Collud, Nampán, Focodán, Lanope y Callanca.

Tal prosperidad motivó la llegada de esclavos negros africanos debido a la desaparición de los indígenas víctimas del maltrato. Eran marcados con hierro candente (carimba) se dedicarían a trabajar en trapiches, fábricas de jabón, chacras y servicios domésticos. Los llegados pertenecían a las etnias Bantú, Cazimba, Auzaze, Tembo, Camerún, Sudán, Mandés, Mandinga, malinka, Susú y Salima. Eran castigados y asesinados, según su "falta", en el Cerro "La Horca".

En 1606, el día 21 de marzo, Llega a Zaña la luz de Dios en la persona de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo, segundo Arzobispo de Lima. Lo hace en plena semana santa y se hospeda en casa del Padre Juan de Herrera Sarmiento. Santo Toribio se opuso siempre a todo tipo de abuso y exceso contra los indígenas y los negros. Su posterior muerte unos días después, constituye una de las primeras desgracias de zaña.

Poco tiempo después cambia el destino de la Villa. En 1680, Edwar Davis, temido pirata, en su nave "Tigre" repleta de marineros y cargada con 36 cañones; desembarca en Chérrepe y saquea Zaña durante siete días. El robo y el secuestro es la constante. Doña Mencia, joven aristócrata de la villa es secuestrada y se cobra la cantidad de 50 000 pesos como rescate. Los zañeron huyen a Lambayeque, Túcume, Illimo y Ferreñafe.

Luego el 15 de marzo de 1720 el pueblo sufre una terrible inundación por el desbordamiento de los ríos y acequias después de una lluvia de tres días seguidos. Esto arruinó por completo a la ciudad.

Decaída la ciudad, los españoles dejaron sus casonas al cuidado de los negros quienes celebraban por las noches "ritos paganos". Todos ellos, en un ruedo alumbrado por fogatas, músicos, cantantes y danzarines; al ritmo de palmas y tambores apreciaban a dos parejas al centro realizando una extraña coreografía de la cual nace el "Lundú". Según Luis Roca, otros ritmos zañeron son la "Saña", "Hablan los negros", "Sango" y "Baile tierra". La villa perdió prestancia, prosperidad y población. Nunca más sería la misma en importancia.

Ya en el siglo XIX, en 1874 el Subprefecto de Chiclayo Don José Arbulú indica que Zaña "al convertirse en distrito quedó con los siguientes límites: al norte con Chongoyape, al sur con Chepén, al este con Chota y al oeste con Reque" y lanzó la siguiente predicción "Zaña es un pueblo próximo a extinguirse". Antonio Raymondi había descrito a la villa, en 1868, como "un miserable villorrio en el cual se encontraban mezquinas casuchas".

En cuanto a su población. En 1862 fueron 2063 habitantes; en 1874 eran 2000 habitantes; en 1876 fueron 2759 y en 1896 fueron 2402 habitantes. Todas ellas cantidades muy lejanas a los casi 30 000 habitantes de la villa, entre fines del siglo XVII e inicios del XVIII, cuando era un corregimiento.

Nos ayudará a reconocer la importancia histórica de Zaña las siguientes palabras de Don Jorge Zevallos Quiñones "Tenía una vida económica muy notable en su desarrollo, favorecida por las sucesivas migraciones de labradores y nobles de la época; involucrando a aquel propicio ambiente la espontaneidad artística adherente en todo pedazo de tierra en donde se encuentra otra felicidad, tanto agreste como aristócrata. Tiene todo esto importancia decesiva y crítica en nuestra historia artística y costeña.

Nicomedes Santa Cruz y Brando Briones, entre otros destacados cantores populares, han hecho de zaña la musa de su inspiración. Con versos del segundo de ellos me despido:



Se bienvenido turista
a zaña hermosa ciudad
tierra de mucho pasado
y de mucha dignidad

Mi pueblo es dulce por fuera
no se si amargo por dentro
pero me siento contento
y ni reniego siquiera
se que de alguna manera
un día no muy lejano
agrupados como hermanos
esto se superará
somos concientes, realistas
y de mucha dignidad.