miércoles, 10 de diciembre de 2008

Jesús de Belén


En Belén, lugar insignificante al ojo del hombre, apenas visto o reconocido, a la luz de una estrella, con la única fuerza natural de su madre, ante la atenta y extasiada mirada de su obediente padre, entre animales y sobre un pesebre envuelto en pañales... ¡Un salvador nos ha sido dado! En el cielo, los ángeles dan Gloria al Hijo de Dios, al segundo Adán, al Cordero sin mancha que quita el pecado del mundo, al prometido, al esperado, al deseado de todos los tiempos, a quien estará y apacentará con poder de Dios, a nuestra paz... Ieosus Christos Theos Uios Soteros, ¡Jesucristo Hijo del Dios salvador!
Mirar a Belén por un instante cada año nos permite apreciar lo que Dios intenta recordarnos cada día: Tenemos oportunidad de dar sentido espiritual a nuestra vida, de retomar los caminos simples pero altos con Cristo, por Cristo y en Cristo; de volver a ser niños pues solo como ellos entraremos en el Reino de los cielos, de despojarnos de toda falsedad para revestirnos de la bondad santa de aquel que está en el pesebre.
Belén nos invita a unirnos a nuestro Dios que es amor, amando a aquellos a quienes tenemos cerca y a los demás a quienes ni siquiera conocemos. Navidad remueve nuestra comodidad y despierta en nosotros la necesidad de tocar la vida del prójimo que vive “lejos” de nuestro pequeño mundo. ¡Es nuestra vocación! Pues hemos sido bendecidos para bendecir.
El cristiano en navidad es una persona que sabe que muchas cosas en su vida tienen que cambiar. Tiene los ojos muy limpios pues debe descubrir las huellas de Dios en el mundo. Tiene los oídos abiertos y afinados pues debe escuchar los anuncios del Profeta, las Palabras de Jesús, los gritos de las víctimas, las voces de los niños. Tiene las manos abiertas, disponibles, serviciales, generosas, compasivas. Contagia el optimismo y la esperanza en el mundo sin quejarse de sus debilidades pues sabe que en Cristo radica su fortaleza. Es alegre aunque conoce el sufrimiento. Es una persona de oración que eleva sus brazos en actitud suplicante pues sabe que de poco o muy poco valen sus propósitos sin la fuerza de lo alto, la fuerza del Espíritu Santo, que fecunda nuestra historia y nuestra vida como fecundó el vientre de María para que naciera el Salvador.
¡En navidad tenemos la hermosa oportunidad de ver a Jesús! Pero ¿Cómo y dónde lo puedo encontrar? Santa Teresa de Calcuta diría: (Jesús está en...) el hambriento para ser alimentado, el sediento para ser saciado, el desnudo para ser vestido, el desamparado para ser recogido, el enfermo para ser curado, el solitario para ser amado, el indeseado para ser querido, el deficiente mental para protegerlo, el mendigo para darle una sonrisa, el mudo para hablar por el, el tullido para caminar con el, el anciano para ser atendido... ¿Quién es Jesús? Es mi Dios, mi esposo, mi vida, mi único amor, es mi todo.