viernes, 24 de octubre de 2008

Palmas a un hombre sabio y humilde


Cada año el Estado peruano distingue con las “Palmas Magisteriales” a personalidades cuyo desempeño en labores pedagógicas y en bien de la cultura y el progreso del país han contribuido al desarrollo del Ser. Implica también el reconocimiento de las cualidades y aptitudes profesionales de personas que, como Guillermo Baca Aguinaga, son un ejemplo de responsabilidad social, valor cívico, entrega a sus principios políticos, honestidad, humildad y esperanza en el hombre y sus posibilidades.
La expresión de las cualidades personales de Don Guillermo en su vocación como maestro e investigador, muestran una vida caracterizada por la excelencia, servicio, esfuerzo desinteresado, silencio sabio, y el aporte permanente en las luminosas páginas del saber humano. Su labor en el campo de la divulgación científica es notable; 36 años en las aulas universitarias desempeñándose de manera brillante le han merecido diversos reconocimientos a nivel nacional. El Gobierno Provincial de Chiclayo, el Congreso de la República y, ahora, el estado peruano en representación de toda una nación rinden su admiración a tan ilustre lambayecano, ejemplo de generaciones presentes y futuras.
El Ministro de Educación ha reconocido en ceremonia especial las cualidades del sencillo chongoyapano, nacido en 1923, al pasear su inteligencia y talento como diputado, senador, constitucionalista, alcalde de Chiclayo, presidente de organismos regionales, gobernador político y comprometido líder social e indesmayable promotor de la “Casa Comunal de la Juventud”.
Guillermo Baca Aguinaga podría ostentar cargos en la función pública o ser miembro del Congreso; sus títulos y trayectoria política le harían merecedor de tales y más altas instancias. Sin embargo prefiere las más humildes posiciones de servicio. Se regocija de la amistad sincera, de la unión de la familia, de la fe en un Dios al que ama, de su “Casa del pueblo” que es también su hogar, de su antiguo Wolsvagen al que edificó un monumento, de su pueblo, de su patria, de su partido al que entregó sin miramientos una vida que enaltece y no avergüenza. Estos méritos, entre muchos otros, le merecen el aprecio y respeto entrañable de un pueblo que lo admira. He tenido el privilegio de conversar con el en alguna oportunidad y la experiencia resulta apaciguadora, bella por la sencillez de sus mensajes y la inspiración de su experiencia. Si las palmas magisteriales son el premio del estado, el respeto es el premio de su pueblo que lo considera una personalidad tan insustituible como venerable.

¿Mostramos los maestros el verdadero rostro del Dios invisible?


Algunas ideas previas…
1. La siguiente es una verdad: Estamos fuertemente condicionados por la imagen del positivista maestro contemporáneo. Hoy un maestro hace, generalmente, inversiones muy limitadas en la vida de sus alumnos, en situaciones altamente controladas.
2. Limitamos la enseñanza solo al ámbito de un aula. El proceso educativo consiste en ir de aula en aula acumulando o distribuyendo grandes cantidades de apuntes sobre infinidad de temas. El resto del tiempo, los maestros tenemos poco o ningún contacto con las personas a las que educamos.
3. La enseñanza es juzgada casi enteramente por su contenido. El mejor maestro es el que mas sabe pues “Saber y conocer es poder”; La vida y experiencia del maestro, sus convicciones y sus ideas son consideradas como elementos hostiles o innecesarios al proceso educativo.
4. La enseñanza gira alrededor de los conceptos que se transmiten de la mente del profesor, a la mente del alumno. Por eso la enseñanza se concentra cada vez más en lo abstracto, lo teórico, lo impráctico. Muchos maestros viven aislados de la realidad que enseñan, y esta falta de vínculos con la realidad cotidiana ha llevado a que la sociedad descarte poco a poco a los maestros como factores de verdadera influencia en la vida de los alumnos.


El maestro es un líder que ha sido llamado a impactar a otros con su vida. Esto quiere decir que todo maestro es líder en cuanto transmite un mensaje con todo lo que hace. Si nos remitimos a la fuente de nuestra fe que es la Palabra de Dios no vamos a encontrar en ningún lado la figura del maestro que limita sus intervenciones a lo intelectual. El maestro en la Biblia es la persona que busca tocar la vida de los demás utilizando las palabras y el ejemplo.
El problema con muchos maestros no son sus enseñanzas, sino el espíritu con el cual las imparten. El resultado de una enseñanza no acompañada por una vida de fe, es la satisfacción egoísta de cumplir con lo programado sin darnos cuenta que desprogramamos la vida de nuestros estudiantes que esperan ver en sus líderes el rostro visible de Dios.
La experiencia de un “Estudiante”
El evangelista san Juan en el inicio de sus escritos hace una declaración que no tiene nada de académica e intelectual al referirse a las cualidades de su maestro excelente (Jesús). Dice:
· El verbo se hizo carne.
· Habito entre nosotros.
· Vimos su gloria.
· (Era) Lleno de gracia y verdad.
El discípulo habla de una realidad vivida más que de una verdad aprendida. Da a conocer una experiencia personal significativa. Todo lo que adquirió de su maestro fue captado por sus ojos (ver), oídos (Escuchar), mente (Reflexionar), manos (Tocar)… se trata de todo su ser en contacto con Jesús su maestro.
La experiencia del maestro de maestros
Cuando a Jesús le decían “Señor muéstranos al Padre” respondía: “¿Tanto tiempo he estado con ustedes y todavía no me conocen?”. Es decir, quien veía a Jesús veía al Padre. Las características de Dios Padre eran presentadas fiel y claramente por Jesús como en un espejo.
Jesús no entregó palabras frías y desprovistas de vida, permitió que otros vieran al Dios del amor que estaba detrás de sus palabras. Combinó la verdad y la gracia y dicha formula resultó irresistible para los discípulos que se sintieron atraídos por Dios.
San Pablo
Otro gran maestro fue San Pablo quien se refirió a si mismo como “Un libro abierto”. Dio ejemplo y animó a que imiten su forma de vivir. A uno de sus discípulos le dijo “No permitas que nadie menosprecie tu juventud… sé ejemplo de palabra, conducta, amor, fe y pureza”
Debemos considerar lo siguiente: Cuando Dios escoge una persona para ocupar un rol de influencia pretende que entienda que cada paso de su vida, en público y en privado, en situaciones formales e informales, en familia o con amigos, va a estar revelando algo acerca de quién es Dios. Este será uno de los elementos claves en abrir o cerrar los corazones de los demás hacia el Señor.
“Tal responsabilidad no se puede llevar con liviandad. Demanda del maestro líder un temor reverente en su trabajo y un afán por perseverar en su propia experiencia espiritual con Dios. Exige que el líder recuerde en forma continua que para muchos, él es «la cara visible» del Dios invisible”.
¡Qué gran responsabilidad y privilegio!
Ser maestro universitario no es cuestión de dar una clase, ni de ser meramente un transmisor de información. Muchas veces el peligro de dominar un tema o saberse especialista en una asignatura o materia lleva a la soberbia y a la autosuficiencia. Aprender y dominar lo teórico lo puede hacer cualquiera con un poco de esfuerzo y algunas horas de lectura. Pero ser maestro según el estilo de Cristo es haber sido llamado a comunicar con fidelidad un mensaje sagrado; un mensaje que no entra solamente por los oídos, sino también por los ojos, las percepciones, las manos, la comunión, el amor, la risa, el llanto, los comentarios, los gestos y las miles de otras formas que hablamos con nuestros pares.